Prospectiva del actual movimiento universitario: escenarios deseables y fatalibles
Por: Jaime Álvarez de Moya
Diciembre 1 de 2018
Este artículo está dedicado a Marcelo Torres, principal líder del Movimiento Estudiantil de 1971.
En este 2018 se han cumplido importantes efemérides del accionar del movimiento estudiantil en diferentes latitudes. Aunque se podría pensar que sus períodos históricos estarían signados por los arcanos mayores y las alineaciones planetarias en ciclos de cincuenta años, realmente han sido hitos históricos como óperas primas continuadas por nuevas sinfonías. Así, el 9 de septiembre de 1918 la Federación Universitaria de Córdoba en Argentina asumió la dirección de la Universidad de Córdoba, dentro del movimiento autodenominado Político-Pedagógico Permanente generado por el Manifiesto Liminar o Manifiesto de Córdoba, como preludio de una sonata ininterrumpida de movilizaciones estudiantiles y universitarias en toda Argentina y Suramérica. Sus exigencias centrales eran la autonomía y la participación efectiva en el gobierno universitario o cogobierno.
Medio siglo después, en mayo de 1968, en Francia, en la Universidad de Nanterre, se dio el inicio de movilizaciones estudiantiles que tuvieron por eslogan: ‘’sed realistas, pedid lo imposible’’ y ‘’prohibido prohibir’’, como tocata inicial de un movimiento que convocó al proletariado francés y a todas las fuerzas progresistas alrededor de sus demandas y propuestas acompañadas de una profunda crítica a la sociedad de consumo, al control social de la vida cotidiana, a guerras imperialistas y coloniales como la de Argelia y Vietnam, a la racionalidad instrumental y a la mercantilización del mundo. Pero primó su espíritu contestatario y anti-reformista, no tuvo propuestas de construcción de nueva sociedad. Mayo del 68 fue la obertura de una sinfonía de movimientos estudiantiles en todo el mundo: desde Europa hasta América (Tlatelolco 1968). El movimiento estudiantil fue el nuevo fantasma que recorrió el mundo.
El estudiantado y sus expresiones, como nuevo ser social, escapaban a los esquemas de la izquierda tradicional proto-industrial/fordista, que no acertaba a encasillarlo y se reducía a considerarlo como una capa social ‘’pequeño-burguesa’’ que debía seguir la guía del ‘’proletariado’’ y la ‘’vanguardia de la revolución’’. No alcanzaba a percibir que el avance del conocimiento y la tecnología, inherentes al capitalismo y la competencia, pues a mayor conocimiento aplicado en la producción, menor uso de recursos y de tiempo, llevarían a la obligatoria masificación del saber a todos los niveles. Las universidades dejaron de ser un privilegio de las élites y vinieron la socialización y concentración de los estudiantes en los nuevos campus universitarios. A partir del nuevo paradigma tecno-económico que dio lugar a la denominada Sociedad del Conocimiento, ha tomado forma un nuevo ser social cuya fuerza de trabajo es intangible: el saber, que agrega valor a los insumos informatizados y se ha incorporado de distintas maneras a toda la cadena productiva. Es el elemento común de todos los operadores del conocimiento: profesores y estudiantes de todos los niveles, empleados judiciales, y en general de todo el sector de servicios como la salud, las finanzas y los bancos, la recreación, la comunicación, la publicidad e investigación de mercados, entre otros.
El ´trabajador universitario’ no es el único trabajador del saber que es socializado y concentrado. Otros trabajadores del saber, han tenido también una gran movilidad social y cognitiva. En conjunto conforman un sector social que ha recibido el nombre de cognitariado (Franco Berardi) y ha sido la base social de movimientos como ‘’los indignados’’, y los grupos anticapitalistas o alter-globalización que han protestado contra el FMI, el Banco Mundial, el Grupo de los Ocho y otros. Como la actividad intelectual no permite un control físico, por ello se le imponen cárceles síquicas para castrar su mente. La defensa de su espacio en condiciones de libertad, solidaridad, transversalidad y respeto por su subjetividad y deseos, han encontrado su verdadero nicho ecológico en las nuevas tecnologías informatizadas de la actual sociedad del conocimiento.
Este ser social surge con unas particularidades dadas por varias contradicciones intrínsecas al conocimiento en la sociedad capitalista: 1) Es poseedor de unos saberes colectivos que son universales y patrimonio de la humanidad, al estar al tanto de las últimas innovaciones científicas y tecnológicas, pero éste es un insumo capturado por la industria del conocimiento que privatiza sus beneficios usurpados por la nueva burguesía cognitiva (multinacionales de la salud, dueños de los grandes medios, de las marcas y patentes y de los derechos de autor) o por el Estado en favor de ésta. 2) Hay una relación dialéctica entre saber y poder. El poder se edifica y reafirma sobre un saber. Por eso el saber es un objeto de lucha política, de dominación y resistencia. No hay ciencia ni conocimiento neutro, ahora más que nunca, en la llamada era de la posverdad o de las ‘’verdades alternativas’’, o hegemonía de la plus-mentira, que siempre ha existido (un trágico recuerdo es el axioma básico del nazismo: una mentira repetida mil veces se convierte en ‘’verdad’’). Pero nunca habían existido medios tan masivos ni sofisticados para difundirla, ni era tan diminuta ‘’la aldea global’’. La verdad de la explotación es infamante, pero se han desarrollado infinidad de medios y estrategias persuasivas para su ocultamiento como en la actual sociedad controlada por el simulacro, el espectáculo y el consumismo. Priman las emociones y el inmediatismo sobre la realidad y el pensamiento crítico.
En Colombia, con posterioridad a Mayo del 68, este cognitariado se ha expresado a través de diferentes movimientos no solo estudiantiles, también magisteriales, judiciales y bancarios, entre otros.
A nivel de sectores del estudiantado y del profesorado universitario se impulsó durante 1971 el Programa Mínimo para las universidades públicas, con el eslogan de universidad nacional, científica y de masas, que retomó además las consignas de cogobierno del Manifiesto de Córdoba, al cual se sumaron importantes sectores de universidades privadas. Estas propuestas generaron grandes movilizaciones estudiantiles a nivel nacional.
El movimiento universitario actual, continuación de las luchas lideradas en el 2011 por la MANE, que llegó a acuerdos incumplidos pon el Estado, ha tenido como bandera central la financiación total de la universidad pública y el cuestionamiento a la Ley 30 de 1992. Ha puesto contra las cuerdas al actual gobierno, que ha pretendido desmovilizarlo con el paliativo de asignar apenas un billón y medio de pesos (bastante confusos) para educación superior cuando la deuda real con las universidades públicas es del orden de $18.2 billones entre gastos operativos más la deuda histórica.
En oposición a este torbellino conformado por infinidad de burbujas de hiper-realidad, la voluntad de verdad que asumen en sus denuncias, tanto los estudiantes y profesores universitarios, como los maestros al develar las falacias del actual gobierno y en general del régimen dominante, es también una voluntad de poder que debe concretarse convocando a todos los sectores dominados a que dejen de ser espectadores y se constituyan en protagonistas de su historia. La lucha por la financiación de la universidad es una lucha por la democratización del acceso al saber crítico y al poder ser sujeto activo de la historia.
Sin embargo, compartiendo los objetivos planteados , y pensando prospectivamente, o sea, ‘’haciendo probable el futuro más deseable‘’, considero que este movimiento debe enrutarse teniendo como verdadero ESCENARIO DESEABLE y de futuro la reforma de la Ley 30, tanto en lo referente a la financiación como a las estructuras de gobierno universitario y la redefinición de la misión de las universidades regionales en la perspectiva de comprometerse con la construcción de territorios de paz y regiones autónomas, máxime en el contexto del post-acuerdo sin verse sometida a los dictados de la actual globalización signados por el neoliberalismo. Así lo está realizando magistralmente la Universidad de Nariño a través de las Asambleas Constituyentes Universitarias, que han encontrado eco en otras universidades públicas como la Distrital y la del Tolima.
La creatividad del movimiento estudiantil es infinita. Uno de los más valiosos aportes de la MANE, fue el cambio de paradigma en sus movilizaciones, incorporando expresiones artísticas y culturales que permitieron superar la imagen negativa creada por algunos sectores que siguen en la prehistoria al querer utilizar la violencia y las acciones de hecho, como forma de lucha política, algo que rechaza abrumadoramente la población colombiana. En ese sentido no debe dejarse seducir por estos cantos de sirena que pretenden arrastrarlo hacia el que podríamos denominar como ESCENARIO FATALIBLE (el peor y con altísima probabilidad de ocurrencia): el agujero negro de la violencia y la toma de las instalaciones universitarias, que atomizan e individualizan el movimiento y lo desvían de su objetivo central. A este escenario pretenden llevarlo por una parte el Gobierno Duque, que con su deliberada dilación genera impaciencia en el estudiantado y el profesorado dando aliento al accionar pseudo-heroico de estos sectores prehistóricos que en consonancia con el Gobierno y los organismos de seguridad del Estado, mediante provocaciones e infiltraciones, tienen por objetivo criminalizar y deslegitimar la protesta social. El movimiento estudiantil y social debe evitar caer en este agujero negro y neutralizar los vándalos utilizando su accionar creativo, lúdico y convocador. Allí radica su verdadera poesía, su arma cargada de futuro, como diría el poeta Gabriel Celaya.
En Colombia los sectores de mayor movilidad social del cognitariado han sido el movimiento estudiantil y el magisterial, que más de una vez han sido los detonantes y convocadores del movimiento universitario y social. Deben tejer urdimbres con el accionar del movimiento social, tanto a su interior como entre los demás sectores populares. En este momento concreto, sin perder de vista su ESCENARIO DESEABLE, debe articularse con todos los sectores afectados por la mentirosa ‘’ley de financiamiento’’, que pretende cubrir el déficit fiscal, consecuencia de décadas de corrupción, con una cascada de nuevos tributos sobre los sectores asalariados (incluyendo el IVA para toda o una parte de la canasta familiar), en abierta contradicción con el primer objetivo del milenio (la erradicación de la pobreza absoluta) y las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, mientras mantiene y aumenta las exenciones y favorecimientos a los grandes terratenientes y el gran capital disfrazadas bajo la mal llamada ‘’confianza inversionista’’, uno de ‘’los tres huevitos’’ del expresidente Uribe o bajo el eufemismo de la ‘’economía naranja’’ del actual gobernante.
El movimiento estudiantil con el magisterio y el movimiento social en su conjunto deben ser los protagonistas centrales en la derrota de la reforma tributaria propuesta, máxime cuando el gran tramoyista del Ubérrimo, aliado con otros corruptos sectores del establecimiento, pretende erigirse en el ‘’salvador de los humildes y la clase media’’, pues temen aparecer abiertamente ante sus electores como lo que realmente son: sus inclementes verdugos.
---
1) Ver Manifiesto de Córdoba
2) Manifiesto de Estudiantes de la Sorbona, mayo 3 de 1968.