Las "Nuevas Ciudadanías"
Por: Yezid García, Concejal de la Alianza Verde.
La administración distrital y el nuevo gobierno que sea elegido debe aprender de las prácticas que están desarrollando las “nuevas ciudadanías” para impulsar nuevos procesos de cultura ciudadana que rompan con la dinámica institucional y se conviertan en verdaderos procesos masivos de apropiación de lo público, un nuevo ejercicio de ciudadanía participante, protagónica y decisoria, que se convierta en un movimiento imparable de construcción de democracia directa, ejercicio pleno de los derechos no sólo por el reconocimiento del Estado sino como una conquista de la organización y de la participación comunitaria y ciudadana.
Numerosos eventos realizados en diferentes localidades de la capital de la República en el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer me han servido para comprender la dimensión de un fenómeno político que se ha hecho visible en Bogotá desde hace varios años, pero que sólo empieza a tener concreción real durante el gobierno de la “Bogotá Humana” que lidera el alcalde Gustavo Petro.
Ese fenómeno político es protagonizado por gran cantidad de personas de diferentes clases sociales, diversidad de profesiones, diferentes edades, género y orientación sexual, que se identifican por causas sentidas, comunes y justas. Constituyen lo que se ha dado en llamar las “Nuevas Ciudadanías”. Lo componen personas que luchan por la igualdad de género y contra la violencia a la mujer; ciudadanos unificados en torno a la lucha contra la discriminación por la orientación sexual y la lucha por obtener garantía plena de los derechos de la comunidad LGTBI; personas preocupadas por el medio ambiente; ciclistas ecológicos y practicantes del deporte; ciudadanos que luchan contra el maltrato animal; jóvenes, adultos y viejos que trabajan en diferentes áreas de la cultura; líderes religiosos que luchan por una verdadera independencia entre la iglesia y el Estado; practicantes del hip hop, el rap, grafiteros, teatreros y músicos de gran diversidad de géneros culturales, y en general, una enorme población que busca en causas justas un motivo de identificación y realización personal.
En los días cercanos al 8 de marzo, anteriores y posteriores, visité y acompañé importantes actos sociales, cívicos y políticos en donde las mujeres están a la vanguardia de esos procesos. Estuve en la localidad de Engativá, Teusaquillo, Ciudad Bolívar, La Candelaria, Mártires, Santa Fé, Fontibón, y San Cristóbal, con gran cantidad de liderezas, entre las que destaco a Margarita Cancelado, Gloria Rodríguez, Tatiana Sierra, Esther Galindo, Paola Nieto, Clara Hernández, Martha Triana, Silvia Zuleta, Diana Prieto, Jackie Rodríguez, Gladys Fonseca, Paola Cervera, Claudia Mantilla, Martha Gaona, Melania Rodríguez, Teresa Vélez, Irene Mora, Virginia Roessel, Gloria Inés Delgado, Carolina Pérez, Diana Marcela Díaz, Ailyn Méndez, Luz Adriana Díaz, Nadia Sanmartín, Leonor Roldan, Esperanza Rincón, Betty y Blanca Corredor, Consuelo Ahumada, Luz Marina Alfonso, Katerine Castellanos, Carmenza Macías, Marcela Álzate, Laura Lara, Marcela Clavijo, Emilia Penagos, Catalina Ospina, Maribel Valdez, Claudia Caballero, Belén Benavides, Martha Borja, Sofía Espinosa, Patricia Lozano, Elcy Peña y Yeimy Cante Toro.
Todas ellas y sus numerosas colaboradoras de barrios y localidades muestran una actitud de trabajo comunitario que no deja de sorprender. El espectro y alcance de su lucha va más allá de lo tradicional. Es la expresión de un nuevo espíritu que vive la ciudad y que es expresión de que los esfuerzos que hace en la actualidad la administración distrital están en la dirección correcta. En Bogotá se han logrado avances importantísimos para la causa de las mujeres pero falta mucho trecho por recorrer. Se consiguió la inserción en el Plan de Desarrollo de criterios de defensa de los derechos de las mujeres y la equidad de género; la creación de la Secretaría Distrital de la Mujer; la organización del sistema de alertas tempranas ante manifestaciones violentas contra mujeres y niñas; acercamiento a las metas de los Objetivos del Milenio que tienen relación con la mujer; instalación de jardines infantiles diurnos y nocturnos para facilitar el trabajo a las madres y la atención de la primera infancia;, casas de igualdad de oportunidades para las mujeres en las localidades del Distrito; reducción de la pobreza y la pobreza extrema; reducción de índices de desempleo femenino (10,4 a 7,7%) y de mujeres jóvenes (19 a 17%); atención a las víctimas de la violencia y el desplazamiento forzoso, son logros que se deben mantener y ampliar.
Sea esta conmemoración momento oportuno para reafirmar el concepto de que sin alcanzar la igualdad de género no es posible construir un país más justo e incluyente. Sin la mujer, la democracia no será plenamente genuina ni la libertad completa. Al orden del día permanecen asuntos tan importantes como la autonomía de la mujer, su formalización laboral, su remuneración igual en trabajos iguales, el acceso al empleo, la flexibilidad de horarios y protección del Estado frente a la violencia contra las mujeres. Nuestro sentido homenaje, hoy y todos los días, a todas ellas: trabajadoras, campesinas, desplazadas, vendedoras ambulantes, académicas, empresarias, artesanas, artistas, cuidadoras, amas de casa, jóvenes y niñas, que con su labor construyen progreso y felicidad para el género humano.
La lucha de la mujer está a la vanguardia de las “nuevas ciudadanías” y les ha servido de ejemplo. Su lucha traspasa ya las reivindicaciones sectoriales. Tiene hoy un contenido de mayor significancia. La consecuencia de la lucha de estas nuevas ciudadanías tiene que ver con algo de mayor trascendencia para la sociedad bogotana y colombiana. Es la lucha por lograr la apertura al pensamiento y a las necesidades del “otro”. Significa la creación de un espacio para el debate, es decir, de un espacio en el cual se puede ejercer un respeto real, no sólo de parte de los funcionarios del Estado hacia las personas sino entre los individuos entre sí. No se trata ya de la simple tolerancia derivada de la indiferencia o del escepticismo, sino que empezamos a transitar por la valoración positiva de las diferencias. No es sólo el simple reconocimiento de la diferencia como algo a lo que debemos adaptarnos porque es inevitable, sino que estamos pasando hacia la práctica de su valoración positiva como el elemento necesario y enriquecedor del pensamiento y de la vida.
La administración distrital y el nuevo gobierno que sea elegido debe aprender de las prácticas que están desarrollando las “nuevas ciudadanías” para impulsar nuevos procesos de cultura ciudadana que rompan con la dinámica institucional y se conviertan en verdaderos procesos masivos de apropiación de lo público, un nuevo ejercicio de ciudadanía participante, protagónica y decisoria, que se convierta en un movimiento imparable de construcción de democracia directa, ejercicio pleno de los derechos no sólo por el reconocimiento del Estado sino como una conquista de la organización y de la participación comunitaria y ciudadana.
Sólo así, fenómenos como la corrupción administrativa, la discriminación social, racial y de género, la segregación por orientación sexual o por ideas políticas, etc., podrán ser enfrentados– no tanto por leyes, normas y medidas sancionatorias –sino por un comportamiento ciudadano que sea la punta de lanza para un consistente avance cultural democrático que, a su vez, sea la base de un progreso material, social, educativo y político que le llegue a las mayorías marginadas y empobrecidas. Si lo logramos, las “nuevas ciudadanías” habrán aportado y abierto un camino de mucha significancia hacia la verdadera modernidad de nuestra ciudad y de nuestro país.
Hay que apoyar a las “nuevas ciudadanías” y proyectar el alcance de sus prácticas y dinámicas hacia una cultura democrática de amplio espectro e impacto. Su potencial es enorme y entusiasmador.