EL 11 QUE NO TERMINA
Por: Ruth Ospina.
El pasado domingo 11 de noviembre se conmemoró en Segovia los 30 años de la masacre que dejó 46 víctimas. Según el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), esta conmemoración se llevó a cabo en el marco de un acto simbólico “la verdad, un camino hacia la reconciliación. Nunca más una masacre en Segovia” convocada por los familiares de las víctimas, organizaciones sociales y la administración municipal.
Aquel día, un día sin sol para Segovia. Un día donde no hubo Fuerza Pública que hiciera algo por detener a aquellos hombres que disparaban sin misericordia a diestra y siniestra por las calles del pueblo. Un día en el que, como lo señala Miguel Romero, en su reportaje para el CNMH, “los segovianos recogían los vestigios que dejaron las balas y lavaban las marcas que habían dejado los ríos de sangre por las aceras, muchos aún buscaban a sus familiares y todos se lamentaban de esta tragedia, el pueblo de Segovia estaba dolido. El sepelio de ese día fue colectivo, se enterraron a ancianos, niños, jóvenes, hombres y mujeres, algunos militantes de la Unión Patriótica y otros sin ningún tipo de relación con este movimiento, sin embargo allí habían caído en la masacre ante las recientes amenazas del grupo paramilitar Muerte a revolucionarios del Nordeste (MRN)”.
Según el Centro Nacional de Memoria Histórica, “por estos hechos, la Corte Suprema de Justicia condenó a 30 años de prisión al ex representante a la Cámara por el Partido Liberal, César Pérez, quien se alió con miembros del Batallón Bomboná y del comando de Policía de Segovia, así como con los paramilitares Fidel Castaño y Henry Pérez, este último ex jefe de las Autodefensas de Puerto Boyacá, para cometer esta masacre luego de que su partido perdiera las elecciones del 86. En su momento fue condenado Fidel Castaño como determinador y 2 civiles y 5 miembros de las Fuerza Pública por su participación en la planeación y ejecución de las amenazas y la masacre”. Fuerza Pública y líderes políticos aliados con paramilitares para masacrar a la comunidad.
Hoy, después de 30 años, parece que todo cesó. Que cesaron las masacres en Segovia. Sin embargo, ese 11 de noviembre se repite constantemente en este municipio. Hoy, la sangre de muchos sigue siendo derramada sobre las calles del pueblo. Hoy seguimos sepultando a jóvenes, hombres y mujeres que asesinan los grupos armados. Hoy los siguen asesinando a pocas cuadras del Comando de Policía. Hoy hay homicidios selectivos en un municipio que tiene, en la entrada, el Batallón Especial Energético y Vial número 8. En otras palabras, en el presente, los grupos armados siguen masacrando a la comunidad segoviana sin que la Fuerza Pública y los líderes políticos que dirigen el municipio puedan hacer algo verdaderamente efectivo.
La diferencia es que lo ocurrido aquel 11 de noviembre de 1988 se conmemora y de ello habla el Centro Nacional de Memoria Histórica y algunas organizaciones que se hacen llamar “defensoras de Derechos Humanos”. No así con el 11 que ocurre la mayor parte del tiempo en Segovia. Las víctimas que han dejado los grupos armados en la búsqueda de tener el control de las plazas de microtráfico, entre otras cosas, no son dignas de parar, de hacerles reportajes, ni artículos y mucho menos, de conmemoración; y todo por una razón: no son asesinadas el mismo día, no es en una misma fecha. Son muchos onces. Casi todos los días en Segovia son 11 de noviembre.
Ni un minuto de silencio por las Víctimas del 11 de noviembre de 1988. Ni un minuto de silencio por los jóvenes asesinados frecuentemente en Segovia en manos de los grupos armados. Ni un minuto de silencio por la complicidad histórica que ha tenido la Fuerza Pública y los líderes políticos en la sangrienta historia de nuestro municipio y que hoy sigue vigente.
Que el silencio no sea parte de nuestra cotidianidad y que el miedo no sea el instrumento para ello.
Que la muerte no sea más un objeto más que adorna el paisaje.