Los retos del Estado para el siglo XXI en la actual crisis del capital y el establecimiento de un nuevo orden mundial.

Por: Genaldo Rodríguez Barbosa

Entre los factores que determinan la crisis del capitalismo está el modelo económico prohijado desde los años 70 y 80 del siglo XX por el Estado, presentado como el modelo sinigual para el desarrollo de las naciones que condujo al desmonte del Estado intervencionista, y puesta en marcha del modelo económico neoliberal cuyos resultados hoy no son más que la profundización de las desigualdades, la concentración de la riqueza, la privatización de todas las actividades y sistemas – salud, educación, vivienda, servicios públicos esenciales- el desmonte de los subsidios y el entierro del Estado del bienestar.

No se logra ver en estas oscuras y tenebrosas aguas, la famosa “mano invisible” que, en su libre concurrencia a los mercados, genere su propio equilibrio, como lo reafirmaron estos ilusionistas. Esa fue una fantasía creada por los ideólogos neoliberales que llevaron al mundo a la discriminación, a la segregación y a la concentración de la riqueza en élites privilegiadas del mundo que solo representan entre el uno por ciento de la población mundial y concentran más del ochenta y dos por ciento del dinero que se genera en el mundo. Mientras que más de la mitad de la población más pobre del planeta no obtuvo ningún incremento en sus ingresos.

La depredación de la naturaleza, el uso abusivo de los recursos naturales, la tala de bosques, los incendios forestales, el uso de tecnologías agresivas para la explotación de recursos petroleros a través del fracking, y de minerales preciosos, contaminando ríos, quebradas, valles, lagos y mares con químicos tóxicos, como el mercurio, el cianuro, el ácido sulfúrico y disolventes para separar los minerales de la roca, el ácido nítrico el nitrato de amonio y petróleo combustible conocido como ANFO (sigla del inglés: Ammonium Nitrate - Fuel Oil- que es un explosivo de alta potencia que consiste en una mezcla de nitrato de amonio y combustible derivado del petróleo muy utilizado, principalmente por las empresas mineras) y otros metales pesados, uranio y plomo, han afectado de manera trágica a todos los ecosistemas del mundo.
Con el cambio climático global cuyos agentes más agresivos son el bióxido de carbono, metano, óxido nitroso; el agotamiento de los recursos minero energéticos, la destrucción de la fauna y flora la contaminación y la destrucción medio ambiente en general, la humanidad, el mundo en su conjunto requiere de toda la protección de los Estados y organizaciones para su conservación. Las organizaciones incrustadas en el modelo neoliberal no tienen ese porte, ni está en sus concepciones filosófico-políticas o estrategias económico-políticas, pues su prioridad es la explotación sin contemplaciones y la destrucción de la naturaleza, la explotación de los recursos y el crecimiento de sus capitales sin detenerse de su voracidad así sea a costa de la destrucción del hábitat y de todo el planeta.

La anterior situación conlleva a una redefinición del papel del Estado y sus líderes en el mundo, los únicos que tienen la capacidad para intervenir y regular todos los procesos encaminados a la protección de la humanidad, la producción, transformación, distribución y consumo de productos, la regulación de las actividades sociales, la redefinición de los modelos educativos, el papel de las instituciones de educación, la transformación y cobertura de los sistemas de salud que garanticen cobertura total de la población y se responsabilice frente a uno de los mayores riesgos ocasionados por las catástrofes medioambientales y sobre la salud pública, que requieren de las funciones coordinadoras del Estado.

La desigualdad se ha convertido en un problema mayor para todas las sociedades; la desigualdad se identifica en los campos económicos, educativos, culturales. La desigualdad económica, está marcada por las diferencias salariales el desempleo y el subempleo, la carencia de vivienda, la exclusión o falta de accesos a los servicios públicos; las educativas relacionadas con las desigualdades económicas y la baja capacidad adquisitiva que ante la privatización de las instituciones de educación y el debilitamiento del sistema educativo público e incapacidad de cobertura, en todos los niveles, lo hace excluyente o inalcanzable para la mayoría de la población.

Para enfrentar la desigualdad se requiere poner en marcha mecanismos efectivos afianzados en la cooperación y el desarrollo, en el fortalecimiento del sistema educativo público. La desigualdad social está caracterizada también en diferenciación racial, las migraciones ocasionadas por la expulsión y expropiación de los pequeños propietarios campesinos de sus parcelas, por la miseria y pobreza en los campos, en poblaciones y ciudades y por tanto el afianzamiento de los odios, la desigualdad es un estigma histórico.

La desigualdad económica no puede analizarse desligada del ejercicio del poder y de la concentración de la riqueza en grupos, organizaciones y personas que abusando de su posición y privilegios ha creado estas marcadas diferencias que sin duda han tenido bastas consecuencias políticas que han acentuado la inconformidad, la pobreza, la carencia de formación y la exclusión social y educativa, incubando la violencia interpersonal a lo largo y ancho del país, y la violencia vinculada al crimen organizado, especialmente en áreas importantes para los mercados relacionados con la droga.
Adicionalmente, hay que señalar la contaminación que afecta a muchas ciudades, la deforestación sigue siendo un problema para el país y que incide en el cambio de temperaturas las cuales son cada vez más altas trayendo como consecuencia el agotamiento de las fuentes de agua del sistema montañoso Andino, y la desaparición de nuestros paramos y nevados, que constituye una seria amenaza a nuestros conglomerados urbanos, y a todas las actividades industriales, agroindustriales, la producción frutícola, agrícola, pecuaria y la pesca, constituyéndose un verdadero freno al desarrollo, al bienestar, a la calidad de vida de la población en general.

En esta encrucijada el Estado es, en nuestro caso, débil y frágil sin capacidad real para afrontar una crisis sobreviviente de la pandemia viral que hoy sufre la comunidad planetaria con consecuencias dramáticas para los países con economías débiles, dependientes y sin la capacidad de proteger a su población ni en lo económico, ni en lo estructural, ni en servicios hospitalarios. Lo anterior sumado a otro elemento incrustado en las esferas de poder, la corrupción, problema importante, fuente de ineficiencia económica, que desafía la legitimidad del propio gobierno.
La intervención estatal a la que asistimos hoy fue solo coyuntural en esta crisis. Pensaría que, a futuro, el Estado es la única instancia con el poder y la legitimidad para imponer medidas, por vías democráticas, pensando en la salud de sus poblaciones y el futuro de sus economías.

Las amenazas que enfrenta hoy la humanidad por causas de la naturaleza o de la manipulación -las pandemias, el cambio climático, la desigualdad social- jamás podrán enfrentarse con el poder del mercado; el modelo económico neoliberal está acabado, se debe repensar cómo debe organizarse y funcionar el Nuevo Orden económico y político en el mundo. El Estado debe estar de vuelta y en grande. Ojalá quienes siempre lo hemos defendido estemos a la altura del reto: Describir cómo se ve un Estado moderno, que cuide a los más vulnerables, que proteja en todos los órdenes a sus habitantes, que redistribuya la riqueza de manera justa, que se ocupe de la garantizar a sus ciudadanos una formación educativa democrática, incluyente, una garantía de vivienda a todos su habitantes, una formación en la cultura, las artes, la música y, sobre todo, que sea promotor de la libertad de los ciudadanos, de la convivencia pacífica, de la paz, la justicia, el respecto a los derechos humanos y garantías sociales, pensando en la construcción de un Estado garante de derechos universales, con sistemas de justicia equilibrados, sistemas de educación universal e incluyente, capaz de dar protección en todos los ordenes a sus conciudadanos en tiempos de paz y de emergencia.

Bibliografía:
Historia del pensamiento contemporáneo, - Emile James
Revista el pensante, 2020.
BBC mundo News – Art. Katie Hope 2018.

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