Las tesis de abril: de Lenin a las Farc
Por: Jaime Vargas
A comienzos de abril de 1917 y luego de siete días de viaje en un tren que lo llevaría de Suiza a Rusia, Lenin esbozaba ante sus partidarios y simpatizantes las tareas del momento en las llamadas Tesis de abril. Tesis que lo llevarían al poder, en hombros de obreros, soldados y campesinos pobres sublevados y organizados en los soviets.
Los soviets hicieron su primera aparición en las huelgas del estallido rebelde de 1905. Su progresiva acción revolucionaria dentro de la clase obrera, soldados y campesinos, los convertiría en motor y centro revolucionarios que, dirigidos por los bolcheviques, crearían un nuevo tipo de Estado.
Con la abdicación del zar Nicolás II se constituyó un primer gobierno provisional, pero los trabajadores seguían en las calles, seguían organizando comités, huelgas, nombrando representantes para el soviet, los campesinos empezaban a tomar la tierra y los soldados se negaban a pelear, los soviets se convierten en un verdadero contrapoder.
En esas tesis, Lenin dejó claro que la principal tarea de la revolución era la toma del poder: “La peculiaridad del momento actual en Rusia consiste en el paso de la primera etapa de la revolución, que ha dado el poder a la burguesía por carecer el proletariado del grado necesario de conciencia y de organización, a su segunda etapa, que debe poner el poder en manos del proletariado y de las capas pobres del campesinado”.
Planteaba otras tareas inmediatas: la paz, que sólo podría lograrla un gobierno de obreros y campesinos, pues la burguesía era quien se estaba beneficiando del conflicto imperialista. La supresión de la policía, del ejército y de la burocracia. Confiscación de los latifundios y nacionalización de todas las tierras del país, de las que dispondrán los soviets locales. Nacionalización de la banca, y el control inmediato de la producción.
También propuso el cambio de nombre de socialdemócratas a Partido Comunista y como la creación de una nueva Internacional.
La consigna de “todo el poder a los Soviets” de diputados obreros campesinos y soldados y ningún apoyo al gobierno provisional, que al principio no la entendieron ni los mismos bocheviques, al final triunfó para dar inicio a una de las páginas más gloriosas de la historia universal y del proletariado ruso encabezado por Lenin y su partido.
Cien años después de la gesta bolchevique, en Colombia, por estos días, las Farc han dado a conocer sus planteamientos ideológicos y programáticos para su reinserción a la vida civil y a la lucha política sin armas. Bien curioso que tal documento lo apelliden Tesis de abril que, sustentado en el “marxismo leninismo, el bolivarianismo y el pensamiento crítico fariano”, sirva para entregar las armas después de media centuria de haberlas alzado, a nombre de ese mismo marxismo-leninismo y de la triste y célebre táctica de la “combinación de todas las formas lucha”.
En realidad, el acuerdo firmado en noviembre de 2016 en el Teatro Colón de Bogotá, si bien es un alivio para los colombianos, representa el derrumbamiento estrepitoso de una errada táctica política, craneada y agenciada por el Partido Comunista Colombiano a lo largo de más de cincuenta años.
Es claro que la decisión de ese grupo armado de dejar las armas para someterse a la legalidad burguesa imperante, representa una oportunidad para civilizar la contienda política y para que los sectores democráticos puedan ampliar y profundizar su actividad política en todo el territorio nacional, pero también es claro que constituye un revés para los propósitos de las Farc en su guerra de guerrillas para la toma del poder, planteada desde su nacimiento y que tanto daño causó a la causa que pretendían defender.
Como decía Francisco Mosquera “no hemos vivido en años un verdadero auge del movimiento de masas y ya contamos con un historial de levantamientos armados de tamaño, aspecto, tinte, duración y fortuna diversos, quizás sin parangón en el mundo”, para advertir, que en todo este tiempo, en Colombia, nunca hubo unas condiciones propicias -por correlación de fuerzas y ánimo de las masas- siquiera parecidas, para una insurrección generalizada como lo fue en la Rusia de los zares.
Cuán lejos están pues, la Tesis de abril de Lenin, con las Tesis de las Farc. Aquellas, para hacerlas realidad necesitaban reposar en las manos del proletariado ruso, mientras que estas, las de las Farc, están puestas en las manos de Santos.