La crisis humana es biológica, climática, económica, alimentaria y de los derechos humanos

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Óscar Rivera Luna
Ingeniero agrónomo UNAL, Investigador y estudioso del Cambio Climático.
Edward Osborne Wilson biólogo autor del término biodiversidad calculaba en ocho millones el total de especies gestoras de la vida que habitan en las selvas lluviosas, en jardines marinos de coral en arrecifes someros depuradores, en espléndidos manglares costeros de aguas salobres, en los bosques boreales y australes, en ríos y humedales. En tundras, páramos con sus lagunas de origen glaciar pobladas de algas de variados cromatismos.

Estoy pensando que la crisis climática causada por el modelo productivo de las emisiones excesivas, la deforestación, devastación de selvas lluviosas y bosques exige una respuesta masiva para aprender el lenguaje de la naturaleza y corregir el rumbo reduciendo emisiones de gases de efecto invernadero y viviendo en armonía con las especies.

Vivimos una crisis biológica, climática, económica alimentaria y de los derechos humanos sin precedentes en la historia de la humanidad. El lógico resultado de la globalización económica, instrumento estrella del mercado global, causante de la devastación de ecosistemas terrestres y marinos. Las mercancías, los capitales, la mano de obra y chucherías traspasan barreras fronterizas de las naciones al conjuro del capital financiero. 1500 millones de vehículos, 175.000 vuelos diarios y miles de grandes barcos emitiendo gases de efecto invernadero y vertiendo residuos y tóxicos en ríos, mares GEI en beneficio exclusivo del capital financiero.

Los gases de efecto invernadero indispensables para la vida humana en niveles normales alcanzan 421 partes por millón. La radiación ultravioleta del sol toca la tierra deja % de energía y se transforma en radiación infrarroja de mayor longitud de onda. Los gases de efecto invernadero GEI regulan la temperatura global a niveles normales. Pero las quemas de combustibles fósiles generan un exceso de 57.000 millones de toneladas de emisiones por año, y sus micro partículas forman una bóveda de humo, que atrapa un % de la radiación infrarroja y causa el regreso de energía y calor a la tierra. Se deslíen el Ártico y la Antártida, los glaciares de las montañas nevadas de Colombia y del planeta. Sufrimos por más huracanes y tornados, temperaturas limitantes para la vida humana, sequías devastadoras, grandes incendios forestales, lluvias prolongadas e inundaciones. Nos acosan virus mutantes, bacterias recalcitrantes y plagas.

Edward Osborne Wilson biólogo autor del término biodiversidad calculaba en ocho millones el total de especies gestoras de la vida que habitan en las selvas lluviosas, en jardines marinos de coral en arrecifes someros depuradores, en espléndidos manglares costeros de aguas salobres, en los bosques boreales y australes, en ríos y humedales. En tundras, páramos con sus lagunas de origen glaciar pobladas de algas de variados cromatismos.

Estudiar en la realidad, nos permite comprender que la vida en el planeta depende de las acciones e interacciones de millones de especies de flora y de fauna que respiran y exhalan por bocas y estomas con la energía emitida por una estrella. A medida que se extinguen especies, se va perdiendo la dispersión de las semillas, la polinización de flores y su transformación en frutos, la actividad de micro y macro organismos del suelo…

Según informe de la WWF; de 21.000 especies de aves, mamíferos y peces analizadas en el mundo; el 68% presentaron una rápida disminución entre 1970 y 2016. El 81,9% de las especies habitantes de aguas dulces ya se habían extinguido en diciembre del año 2016, en ríos, lagos y humedales de todo el planeta. 500 especies de ranas viven amenazadas por cambios bruscos en la humedad relativa y mueren por el ataque de un hongo críptico que daña su sistema respiratorio por la piel lacerada.

Quiere decir que además de la amenaza del cambio climático global, la humanidad afronta la sexta extinción masiva acelerada de las especies animales y vegetales esencia de la sinfonía vital de la naturaleza.

Mi pueblo Palmira es un territorio de 116.200 hectáreas con todos los pisos térmicos; entre los riscos del páramo de Las Hermosas hasta el cauce sinuoso del río Cauca al occidente y desde el cauce del torrencial río Amaime al Norte hasta el río Bolo y Candelaria al sur. Gozamos de 19 lagunas en el páramo de Las Hermosas poblado de frailejones, piñuelas de páramo, árnicas… y de la selva de niebla llamada el bosque Andino que recibe la mayor pluviosidad en cedros, robles, yarumos blancos, cominos crespos, que se abrazan con epífitas, bromelias y trepadoras; destilan agua hacia los nacimientos y manantiales, las quebradas y riachuelos. Territorio de ladera poblada, y él pie de loma donde los abanicos aluviales entregan sus materiales de arrastre; gruesos y finos al valle geográfico, formado por aluviones del rio Cauca y afluentes. Pero con el desarrollo desaparecieron sus humedales y vasos que depuraban las aguas desbordadas y los cultivos de leguminosas y cereales donde trabajaban decenas de miles de proletarios del campo. Las hortalizas, pisamos, caracolíes, higuerones y ceibas de flores noctámbulas, cultivos de pan coger, árboles frutales nativos y las matas de guadua. Causó la alteración de las lluvias bimodales y la vida humana, animal y vegetal en el territorio.

Los pueblos del mundo ya entendieron las causas y el significado de los huracanes, las olas de calor, sequías e incendios forestales, de lluvias interminables e inundaciones, de los virus mutantes, las bacterias y plagas que castigan a toda la humanidad por los excesos del agresivo modelo productivo dominante.

El mercado global impone la quema de combustibles fósiles cómo el paradigma obligatorio del “progreso”. Insiste en la crueldad de la guerra por el control del gas, petróleo y carbón, con una amenaza latente de guerra nuclear. Invita a no hacer transición energética. Ignora las advertencias de los científicos climáticos, persiste en el fracking y en continuar hiriendo la tierra para extraer el uranio, diamantes, coltán, niobio, oro, diamantes… acumulando más y más capitales.

El tiempo es breve para descarbonizar y adaptar los ecosistemas al cambio climático global, escuchando advertencias del IPCC de La ONU sobre la mitigación y la adaptación en todas las naciones y ecosistemas. Ahora la humanidad tiene la palabra para desarrollar acciones de adaptación y mitigación en los territorios. Los pueblos del mundo quieren vivir en paz y plena armonía en las naciones.

Conservar las especies de flora y de fauna, luchar por alimentos saludables de sus familias y el ejercicio de sus derechos humanos, empezando por el derecho a la existencia. En la cruda realidad, es prioritaria la paz mundial, la convivencia y armonía. Actuar pensando en el amor de las madres y los padres y en evitar el llanto y mayores sufrimientos de los niños del mundo. El momento de la humanidad para evitar el abismo climático, con sus iniciativas creadoras y sus expresiones de cambio y libertad.

Cámara de Comercio mayo 17 de 2023.

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