Inerte.
Por: Arturo Neira Gómez *
- "En el umbral gastado persiste un viento fiel,
repitiendo una sílaba que brilla por instantes.
Una hoja fina aún lleva su delgada frescura
de un extremo a otro extremo del año.
`Torna, torna a esta tierra donde es dulce la vida'"
Aurelio Arturo
(Fragmento de Morada al sur)
Inerte
Por: Arturo Neira Gómez *
Otea el horizonte y sueña:
Diáfanas
las nubes son infinitas.
Sobre la tierra se ciernen
y bañan
riscos, valles, manantiales.
Al atardecer
son telón translúcido
despidiéndose del sol
con policromías.
Después
reposa tranquilo
con sueños de nubes
danzándole al alba.
Pero
al siguiente día
descubre en el cielo
cosas extrañas:
Son manchas
las nubes enfermas.
Las hijas
del sol y del agua
reflejan la imagen
también de la muerte.
Atónito
comprueba y no cree.
Él ha despertado
distante,
está en el presente.
Reflejos
de desequilibrio
hay en las alturas.
Se ofusca,
busca algún consuelo.
Recorre el espacio,
indaga los cielos.
Otros riachuelos
de frágiles nubes
se vencen al viento.
Más tarde
la brisa a su lado
susurra canciones.
Pero él
no escucha la brisa.
Y se queda inerte
con dolor de sienes
y sueños lejanos.
Nota del autor
Al regresar después de 10 años, aparece, en forma abrupta y cruda, un hábitat opuesto al que conociera. Había desaparecido el cafetal arábigo tradicional (de sombra) y los grandes árboles que protegieran la rica y diversa producción de frutales. La densidad poblacional era menor en un 70 u 80% y eran otros los propietarios de tierras. En reemplazo del manto de bosque tropical, de los arroyos y pantanos, de la nube de pájaros y luciérnagas…, se extendía, en erosionados valles, micro cuencas y cañadas, el verde manido de potreros para el ganado, flores, variedades de café de sol y cultivos dependientes de semillas “mejoradas” genéticamente y de la aplicación de agroquímicos (abonos inorgánicos y plaguicidas o biocidas). Aunque quedaban vestigios de granjas y fincas del pasado, para él, el conjunto del paisaje era otro: había muerto la biodiversidad o agonizaba la vida que caracterizara, en sentido amplio, hasta finales de los años 60, a estos dos municipios de la provincia del Tequendama. Sin embargo, debe acotarse que, en 1973-74 (cuando estuvo por última vez), la electrificación, las carreteras veredales y en sí el desarrollo tecnológico empujaba y avanzaba desde los años 40 y 50, pero por carecerse en el país de posiciones críticas ambientalistas en materia de política integral, especialmente en lo cultural, educativo, social, agropecuario, industrial y minero, el modelo socioeconómico de desarrollo ofrecido e impuesto por el Estado y las clases y sectores privilegiados del país, parecía inocuo, o no constituía en los imaginarios amenaza o peligro alguno. Siguiendo el relato del origen del texto, al retornar a sus lares en 1984, el autor de Inerte corrobora en la otrora “Capital frutera de Colombia”, en Anolaima (y en Cachipay), lo evidenciado en viajes recientes a otras zonas del país: el creciente deterioro ambiental. No obstante, para entonces, mediados de los años 80, tampoco estaban dadas las condiciones subjetivas que permitieran asimilar este impacto y comprender la debacle, la acelerada devastación de la naturaleza. Inerte significa el golpe inicial, aturdidor, incomprensible, similar al instante de la muerte de un ser amado o al primer momento de la pérdida del bien más preciado. Tiempo después (días, semanas, meses, años), vendría el intentar comprender, o sea explorar e investigar lo ocurrido, para responder a las preguntas: ¿por qué el caos, la ruina y el desastre?, y, simultáneamente y a posteriori, además de utilizar la pluma para procurar despertar y hacer consciencia sobre la catástrofe ligada a las paradojas del “progreso“, contribuir a encontrar la clave y los caminos del qué hacer individual y colectivo frente a la desoladora realidad.
* Psicólogo. Ofrece a los lectores de la revista virtual Nueva Gaceta este poema publicado enel periódico El Diario de Tunja, Boyacá, el 3 de octubre de 2005 y, con la nota del autor, en su libro de poesía y memoria En la Noche: Desarraigo, Calandayma y otros textos, Colibrí Ediciones 2014, páginas 15, 16 y 109 a 111.