Metro para Bogotá: las disyuntivas de un alcalde.
Por: Antonio O. Amézquita Zárate.
Arq. Urbanista.
De manera reiterada desde su primera gestión como alcalde de Bogotá y luego, a lo largo de los últimos 15 años, hasta las vísperas de la campaña que lo llevó a la reelección en octubre pasado, el alcalde Enrique Peñaloza manifestó su reticencia frente al Metro y su cerrada apuesta por Transmilenio (TM) como solución al transporte masivo para Bogotá. El asunto llegó al punto de haber comenzado a generar suspicacias por posible conflicto de intereses a raíz de su labor en el ITDP (InstituteforTransportation and DevelopmentPolicy), como promotor a nivel mundial de los llamados BRT (Bus Rapid Transit), institución patrocinada a su vez por los mayores fabricantes de buses en el mundo (algarete-penalosa-y-su-trancon-de-intereses). Si bien, dentro del plan de gobierno de su primera administración el alcalde planteó, junto con la reestructuración del transporte masivo de buses, la construcción de la primera línea del Metro (Acuerdo 6 de 1998, Por la Bogotá que Queremos), misma que quedó plasmada en el Plan de Ordenamiento Territorial (Decreto 619 del 2000), el proyecto del Metro fue aplazado en razón de la grave crisis económica en que se sumió el país hacia finales de la década de 1990, y que impidió que el gobierno nacional se comprometiera con lo prescrito en la llamada Ley de Metros en cuanto al aporte del 70% de recursos para la financiación de estos sistemas de transporte masivo.
A pesar de tales reticencias, a partir de su última campaña, el alcalde Peñaloza, en un sorpresivo cambio de opinión, se “montó” finalmente en el Metro; aunque bajo la inocultable intención política de ganar adeptos para su campaña, máxime si se considera que las dos elecciones precedentes las había perdido, entre otras razones, por su negativa a comprometerse en la realización del Metro.
El inesperado cambio de opinión del alcalde electo estuvo no obstante condicionado a la ejecución del proyecto según su particular visión acerca del "Metro que necesita Bogotá", la cual por el momento está por verse.
No obstante, a partir de la imagen de campaña, de las declaraciones emitidas por el alcalde electo en la entrevista otorgada a la periodista María Isabel Rueda (MIR) días antes de su posesión (Entrevista MIR en EL TIEMPO), y de las fragmentarias declaraciones dadas por la administración, es posible anticipar la fisonomía imaginada por el mandatario con respecto al Metro capitalino, y, de contera, avizorar de un lado las serias incongruencias que desde el punto de vista técnico evidencia el proyecto, al punto de poner en riesgo la sustentabilidad y viabilidad del Metro y aún, la de TM y el Sistema Integrado de Transporte Público (SITP) en general, al igual que los graves impactos que tendría en el paisaje y funcionalidad de la ciudad y en el entorno particular del proyecto.
El presente documento, que se hará por entregas, tiene por finalidad mostrar, de la manera más objetiva posible, argumentos y contraargumentos en pro y en contra de las propuestas del alcalde en ejercicio, en contraposición por lo legado por su antecesor Gustavo Petro. Ello desde la óptica de alguien lego en los aspectos técnicos de ingeniería del transporte, aunque con la formación de un urbanista y a la par como ciudadano usuario cotidiano del transporte público capitalino, como mínima contribución a la discusión que merece un proyecto de la magnitud, permanencia, trascendencia e impactos para la ciudad.
Para ello se expone, en primera instancia, la línea argumentativa del alcalde Peñaloza en contra del Metro y en favor de Transmilenio, y la correspondiente contra-argumentación técnica, seguida de unos comentarios acerca de la propuesta de Metro del alcalde Peñaloza para Bogotá y finalmente, destacar algunos apartes de la Propuesta de Metro entregada por Gustavo Petro.