La serie “The wire” y la problemática racial en los Estados Unidos.

Por: Luis Daniel Terán Hernández.

El año 2015 fue de protestas en contra del racismo en algunas zonas de los Estados Unidos. Ejemplo de ello fueron las muestras de inconformismo en las ciudades de Ferguson, estado de Misuri, y en Baltimore, en el estado Maryland, por mencionar solo algunas, las cuales sacudieron al mundo pues la primera potencia económica del planeta dejaba entrever graves problemas de integración social.

Lo de Baltimore no es sorprendente si se conoce un poco la historia de esa ciudad, situada solo a 80 kilómetros de la Casa Blanca. Ya el periodista David Simon, quien trabajó 20 años en el periódico local Baltimore Sun, había expuesto en la palestra pública los grandes problemas de segregación que vive esa ciudad, mucho antes de que una multitud enfurecida mostrara su indignación por la muerte de un joven afroamericano de 25 años llamado Freddie Gray a manos de la policía local.

Este mismo personaje (Simon) creó una serie llamada “The Wire” la cual fue transmitida por la empresa televisiva HBO entre los años 2002 y 2008. Fueron cinco temporadas, cada una de las cuales se centró en tema específico, que a la vez relataba las problemáticas de Baltimore. A primera vista esta era una serie policiva más de las que tanto le gusta al público norteamericano, pero al pasar los capítulos se exhibe un trasfondo de los grandes problemas que vive la ciudad: las drogas y su relación tanto con el lavado de activos como con la política, la represión policial, las confrontaciones entre bandas criminales que se disputan un territorio para vender drogas y el papel de la prensa, todo en medio de una serie policial. “The Wire” o “Bajo escucha” como se tituló la serie en español muestra dos ciudades, una de barrios donde habita la población blanca, con muchas comodidades, lejos de la violencia y, a tan solo 10 KM, barrios negros carcomidos por la pobreza y la desesperanza, cuya única salida es la droga, la cual termina siendo el centro de la economía en estos sectores. La serie también muestra el sistema educativo al desnudo: es ineficiente, tiene una visión segregacionista y los maestros en su mayoría día a día tienen que lidiar con los problemas sociales que traen de sus hogares los estudiantes, los cuales viven en un dilema constante: estudiar para ser pobres o ganar dinero producto de la ilegalidad.

Todo transcurre en Baltimore, una ciudad de más 500.000 habitantes, de los cuales el 63% son afroamericanos, la cual ha sido gobernada históricamente por el Partido Demócrata. Simon muy inteligentemente expone dos grandes problemáticas de fondo, la primera es el fracaso del sistema de integración estadounidense, el cual es usado por la derecha de ese país siempre para culpar a los inmigrantes (de los 80, 90 y el siglo XXI) de sus problemas económicos. Esta tesis la expone con lujo de detalles el politólogo Samuel Huntington en su clásico texto Choque de civilizaciones; esa falta de integración social ha afectado a la población afro, la cual sigue teniendo una ciudadanía de segunda categoría en algunos lugares del país; muestra de ello es que si bien los afroamericanos representan 13% de la población de los Estados Unidos, son aproximadamente el 30% de las víctimas de los disparos de la policía.

Lo segundo tiene que ver con un aspecto económico, el cual refuerza el problema de la raza, pues el país norteamericano ha venido mostrando una debacle en sus políticas sociales, como la salud, trabajo y la educación, las cuales no son parte de la agenda electoral y programática de los distintos candidatos presidenciales. Simon cuestiona el desmonte del estado de bienestar y entre líneas deja ver que esa gran potencia mundial que controla zonas remotas del planeta ha fallado en aspectos internos de su política; en otras palabras, pone en entredicho el estado neoliberal estadounidense, en medio de las balas y los allanamientos propios de este tipo de series.

Sin duda, ver la serie es una recomendación para entender la segregación racial y económica que vive el país. Lo paradójico es que estas protestas del año 2015 suceden mientras la presidencia de la república está en manos de un afroamericano liberal como Obama (admirador de la serie), lo que hace pensar que quizá la situación no fuera tan grave, si se parte de la premisa que una persona de color negro es quien dirige la nación, pero también refuerza el argumento de que el tema no es solo el color sino también lo económico y que las posturas racistas transciende al presidente de turno, pues están institucionalizada en sectores de la justicia y la policía en algunos lugares.

La televisión como el cine son formas de expresar (algunas veces mejor que los libros y las charlas) problemáticas sociales. En este caso “The Wire” narra la explosiva relación entre la segregación racial y la exclusión económica en el país que desde la caída de la Unión Soviética se proclamó como la primera potencia del mundo, pero que a su vez, a poco más de 50 kilómetros de Casa Blanca vive los problemas del Tercer Mundo. Luego de ver está serie, seguro nadie se va a sorprender al ver de portada en la revista Time a una multitud de afroamericanos protestando.

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