El TLC entre Colombia e Israel y los oscuros negocios de la guerra.
Por: Consuelo Ahumada.
Tras una negociación adelantada con mucho sigilo durante 18 meses, el 30 de septiembre de 2013 los gobiernos de Colombia e Israel firmaron un tratado bilateral de comercio en la ciudad de Jerusalén. Fue presentado como el único acuerdo de última generación que, además del intercambio de bienes y servicios, incluye asuntos de inversión, compras públicas y cooperación. El TLC debe ser ratificado por los parlamentos de los dos países y, en el caso de Colombia, la Corte Constitucional debe pronunciarse sobre su legalidad.
El acuerdo, que pasó casi inadvertido entre los múltiples que ha suscrito Colombia en años recientes con países desarrollados, se encuentra actualmente para su discusión en la Comisión segunda del Senado. Hay gran interés y mucha presión de ambas partes para que este sea ratificado cuanto antes, tal como lo puso en evidencia recientemente el nuevo embajador de Israel en Colombia.
En efecto, el TLC entre los dos países sobreviene como la culminación de un proceso de estrecha amistad histórica durante varias décadas, tanto en lo político como en lo militar. Pero fundamentalmente ha habido una identidad en materia de política internacional, por cuanto ambos países han sido aliados estratégicos de Estados Unidos en sus respectivas regiones y han asumido la defensa de sus intereses, en especial en lo que respecta a la lucha en contra del terrorismo y a los beneficios que dicha lucha le ha proporcionado a la potencia del Norte y a sus fabricantes de armas. Israel es su primer receptor de ayuda militar, mientras que Colombia ocupó hasta hace poco un nada honroso tercer lugar en esa materia
Sin embargo, aparte de ese compromiso compartido, la diferencia en cuanto al desarrollo de los dos países es enorme, por lo que no se trata de economías complementarias como señala el texto del acuerdo. Israel cuenta con una población de 7.9 millones de personas y un elevado ingreso per cápita. Su situación geográfica estratégica en el corazón del Medio Oriente y el papel histórico que ha venido desempeñando desde su fundación le han permitido disponer de una gran inversión y recursos por parte de las potencias occidentales, lo que ha propiciado su altísimo nivel de desarrollo tecnológico en distintos campos, pero especialmente en el militar. Aunque los datos que proporciona el Gobierno Nacional son bastante confusos y desactualizados al respecto, se calcula que la mayor parte de las exportaciones de Israel a Colombia corresponden a armamento, servicios de seguridad y tecnología y comunicaciones de uso militar. Según el Ministerio de Comercio, en el 2010 había cerca de 70 empresas israelís en nuestro país.
Por su parte Colombia, al igual que la mayor parte de los países del mundo en desarrollo, ha afianzado en las últimas décadas su condición de exportador de productos primarios y materias primas, de escaso valor agregado. De acuerdo con datos oficiales, en el año 2012, aunque la balanza comercial con Israel era positiva, el 94.3% de las exportaciones correspondía a carbón y el 2.7% a café(1).
El TLC pretende consolidar esas tendencias y profundizar las relaciones inequitativas que existen entre los dos países. En el plano del comercio y la inversión, favorece con amplitud a Israel, tanto en el sector agrícola como en el industrial. Se les brindan de manera unilateral una serie de garantías a sus empresas, que podrán invertir en sectores estratégicos en Colombia, contratar con el Estado y transferir sus ganancias, prácticamente sin ninguna restricción. Si se presenta alguna contradicción con otras empresas, o con el Estado mismo, el litigio lo resolverán tribunales internacionales. Entre tanto, sin un mínimo de reciprocidad, a las empresas colombianas se les imponen múltiples restricciones para desarrollar posibles inversiones en Israel, que hoy en día son inexistentes.
Sin embargo, además de estos problemas, hay dos asuntos cruciales del acuerdo entre Colombia e Israel que ameritan la atención y el rechazo contundente por parte de los sectores democráticos en Colombia. El primero es la posibilidad real de incrementar el comercio militar y los efectos que ello tendría en la consolidación de la paz y la construcción de la sociedad del posconflicto, una vez culminen las negociaciones de La Habana. El segundo es la legitimación de la ocupación del territorio palestino por Israel, porque el acuerdo incluye lo producido en estos territorios e incentiva la construcción de asentamientos ilegales. Con ello Colombia actuaría una vez más en contra de las resoluciones de las Naciones Unidas que condenan la ocupación y reconocen el Estado de Palestina.
Veamos algunos datos más precisos al respecto. Israel es la sexta potencia nuclear del mundo y el cuarto exportador de armas y su política de ocupación y agresión militar a Palestina y a los países vecinos ha merecido el repudio internacional. De acuerdo con el Ministerio israelí de Industria, Comercio y Trabajo, el país cuenta con más de 300 compañías dedicadas a la seguridad interna, que exportan toda una gama de productos, sistemas y servicios. La poderosa IMI (Industrias Militares de Israel) produce algunas de las armas convencionales más utilizadas en el mundo, como los fusiles UZI y los Galil y las metralletas kalashnikov. Además de la inmensa ayuda que recibe de Estados Unidos, Israel fabrica y vende sistemas de blindaje de vehículos, misiles antiaéreos, sistemas de visión nocturno, entre otros dispositivos. Con tan importante respaldo material, el Estado sionista se ha valido de todo tipo de métodos terroristas para tratar de doblegar la resistencia palestina, eliminar a sus distintos líderes y apuntalar su política expansionista en la región.
Adicionalmente, Israel ha abastecido de armas a las dictaduras más sanguinarias del mundo entero, incluidas las del Cono Sur y Centroamérica en los años 80. En noviembre pasado el ministro de Relaciones Exteriores se opuso a la ley para restringir la venta de armas a gobiernos violadores de derechos humanos, como el de Sudán del Sur.
En Colombia el nefasto papel de estas empresas y contratistas en la prolongación del conflicto armado y en la exacerbación de su brutalidad ha sido notoria. Basta recordar el papel desempeñado por Yair Klein, contratado por la empresa Ankal de Israel en 1988, quien se puso al servicio del paramilitarismo y de quienes lo impulsaron en distintas regiones del país. Son precisamente estos sectores los más interesados en que hoy se apruebe el TLC y en acabar con el proceso de paz.
Israel también es pionero en los llamados sistemas de defensa no tripulados, UAS, más conocidos como drones, que empezó a utilizar en 1978. De acuerdo con un estudio de la consultora internacional Frost & Sullivan, este país ha sido durante los últimos diez años su principal exportador mundial por su volumen, variedad de sistemas y por el número de países a los que se los vende. Su fabricación y comercialización le ha representado a sus empresas enormes ganancias y ventas al exterior. El informe calcula que este sector cuenta con un mercado potencial enorme en el mundo, de más de 60.000 millones de euros en los próximos10 años(2).
El desarrollo de las armas convencionales y de última generación ha encontrado en los territorios ocupados de Palestina y en los países vecinos un campo de prueba y experimentación. A manera de ejemplo, en diciembre de 2008 Israel lanzó la operación Plomo Fundido, en la que murieron 9 soldados israelíes y 1.400 palestinos. Una vez concluida, hizo una exhibición con las nuevas tecnologías utilizadas contra los palestinos y la venta de armas se incrementó de manera exorbitante durante los dos años siguientes, así como las ganancias del Grupo Elbit, la mayor empresa privada productora de armamento del país. En Colombia este mismo consorcio recibió contratos por un valor de $267.344.119.258 millones de pesos entre el 2012 y el primer semestre de 2013. Según cálculos del mismo gobierno de Israel, el TLC permitirá un incremento aproximado del 28.7% en las ventas a Colombia de material y dispositivos bélicos. Las cifras son muy claras.
1) Datos del Ministerio de Comercio Exterior, incluidos en el estudio: “Tratado de libre comercio con Israel: malo para los pueblos colombiano y palestino”, elaborado por Campaña de boicot a Israel en Colombia, Bogotá DC, febrero de 2016.
2) (http://www.infodefensa.com/es/2013/05/23/noticia-el-10-de-las-exportaci…)