Inconformidad en Venezuela ¿habrá tiempo para la rectificación?
Por: Luis Daniel Terán.
El 6 de diciembre en Venezuela se confirmó lo que todas las encuestas daban por hecho: que la oposición en Venezuela iba a ganar por un margen amplio las elecciones parlamentarias. Según los resultados oficiales, la Mesa de Unidad Nacional obtuvo 7.726.066 votos y un total de 109 escaños y tres más en disputa, luego de que sectores afectos al gobierno impugnaran las curules de tres diputados. Por otro lado, el sector oficialista “El Gran Polo Patriótico”, obtuvo 5.622.844 votos y un total de 55 diputados. Sin duda esto fue un gran golpe para el gobierno, el que desde la llegada de la revolución bolivariana solo había experimentado una derrota en el año 2007. Un fuerte revés, si se analiza la importancia de la Asamblea Nacional en la estructura del Estado y que es corroborada en las funciones que le da la constitución de Venezuela en su título V.
Muchos analistas están preguntado qué está pasando en Venezuela. ¿Por qué el oficialismo sufrió una derrota de ese tamaño? ¿Estamos presenciando el fin de la Revolución Bolivariana?
Lejos de hacer un análisis de héroes y villanos a los que estamos acostumbrados en programas como la noche de RCN o NTN24, los cuales tienen un sesgo antichavista de vieja data, el mío tiene una visión muy diferente y se resume en tres aspectos. El primer de ellos es el factor Chávez: Venezuela parece que aun no se recupera de su desaparición pues el líder y fundador de la revolución llegó a imponer de tal forma su personalidad a la hora de gobernar que los problemas se podían amortiguar con el carisma y la confianza de una parte importante del pueblo hacia él. Por el contrario Maduro es presidente débil, no solo por su personalidad, sino por la forma como se dio su victoria –por un margen muy pequeño–, lo cual lo convirtió en blanco de la oposición radical y preso de los diferentes sectores que lo apoyan, como los colectivos radicales, las fuerzas militares y el mismo Diosdado Cabello; hoy no es un secreto que en los sectores afectos al gobierno hay una puja, existen divisiones e intrigas y Maduro calla convenientemente porque sabe que gracias a ellos hoy es presidente y una fractura de mayor alcance sería definitivo en sus pretensiones de seguir en el poder.
El segundo factor es el económico. La inflación en el último trimestre de 2015, según el Banco Central de Venezuela, fue de 141% y la del año aparentemente se ubicó en 110%, la más alta de los países del sistema internacional, sumando a esto el desabastecimiento de comida y medicamentos y las largas colas a las que es sometida la población. La política económica de Venezuela no ha sido manejada responsablemente y los bajos precios del petróleo hoy no pueden tapar los huecos del desastre, lo que ha sido advertido incluso por personas como Jorge Giordani quien fuera ministro de Chávez por más de 10 años. Si además de los problemas económicos le sumas la inseguridad (tasa más alta de homicidios del continente) y el problema cambiario es lógico que el gobierno sea presa fácil de la oposición.
El tercer factor es el burocratismo y la corrupción, los cuales han sido un cáncer para el proceso bolivariano. En Venezuela existen más de 30 ministerios, los cuales son repartidos entre los líderes más importantes del PSUV. La familia de Diosdado, entre ellos José David, ha desfilado por muchos ministerios, y él es hoy el jefe del SENIAT; los Chávez en Barinas han ocupado todos los cargos; la familia de Cilia Flórez (Primera dama y diputada) se han beneficiado del gobierno de Maduro, y así se pueden encontrar muchos casos de nepotismo en el gobierno de Venezuela. La corrupción también es el otro factor que se manifiesta en que los alcaldes, gobernadores, ministros y dirigentes del PSUV hoy viven en zonas exclusivas, nunca se les ve haciendo colas para comprar comida y la ciudadanía registra una incoherencia entre lo que dicen y lo que hacen. Estos nuevos ricos son llamados “Boliburgueses” y son una talanquera incluso para los funcionarios bien intencionados. Chávez en su discurso de victoria en el año 2006 con la espada de Bolívar en la mano afirmó que le declaraba la guerra a la corrupción, pero hoy nueve años después, esa batalla parece perdida y este sector corrupto ha ido destruyendo el proceso político desde adentro. Los electores observan una dirigencia alejada de su pueblo y los sectores que han advertido esto, han sido tildados de contrarrevolucionarios.
Mirando este panorama, la oposición se está frotando las manos. Hoy la vieja la clase política que arruinó la Venezuela, que precedió a Chávez, es quien preside la Asamblea Nacional. Una paradoja como el hecho que el “cambio” esté en manos de Acción Democrática el partido que se robó el vecino país en manos de Carlos Andrés Pérez no causa curiosidad mediática. Al tiempo que la oposición enfrenta un debate entre radicales como María Corina Machado, Antonio Ledesma y Leopoldo López y sectores más moderados que han tenido recepción en el chavismo desencantado como Capriles y el gobernador de Henry Falcón Todos ellos están luchando por imponer su liderazgo de cara a un eventual proceso de revocatorio hacia Maduro.
Si Maduro quiere rectificar tendrá que empezar una carrera contrarreloj. El chavismo avanzó mucho en reducción de pobreza e inclusión de sectores vulnerables, pero hace varios años el proceso está estancado, no solo por los saboteos permanentes de la oposición o por “la mano imperial”, sino por sus errores, por su falta de efectividad que sí se ha observado en otros presidentes alternativos como Rafael Correa y Evo Morales. Maduro debe imponer su liderazgo y poner en marcha una segunda fase de su gobierno, rodearse de líderes capaces y que la población perciba como cercanos a ellos y no la misma cúpula de personajes inútiles. Ya lo decía el vicepresidente de Bolivia Álvaro García Linera “quienes ejercen posiciones de poder y dicen ser revolucionarios, su primera tarea es ser eficiente en la gestión pública, de lo contrario solo te quedarás en discursos intrascendentes”. O Maduro toma medidas serias o estaremos presenciando muy pronto la llegada al poder de los sectores de la oposición de derecha al ejecutivo de Venezuela, esta vez por la vía electoral.