Homenaje al poeta colombiano fallecido hace 40 años.
Por: Arturo Neira Gómez (1)
Homenaje al poeta colombiano fallecido hace 40 años…
¿QUIÉN EVOCÓ “LOS VIENTOS QUE CANTARON POR LOS PAÍSES DE COLOMBIA”?
Ha iniciado el programa de Andrés Holguín por la Radiodifusora Nacional de Colombia. Habla sobre un poeta nacido en La Unión Nariño en el año 1906 y fallecido en Bogotá en 1974. De un hombre extraordinario, de una voz solitaria que por alguna razón huía de los círculos de poder; despreocupado por ostentar su condición de poeta, de un ser fraterno, que amaba intensamente los ríos, las aves y los elementos donde vibran “…los vientos que corrieron / por los bellos países donde el verde es de todos los colores…”
Programa emitido en 1994 con motivo del aniversario 20 de desaparición del escritor. La voz elocuente de Holguín cobró toda calidez y logró efecto alucinante, con la lectura del poema SOL:
“Mi amigo el sol bajó a la aldea / a repartir su alegría entre todos, / bajó a la aldea y en todas las casas / entró y alegró los rostros.// Avivó las miradas de los hombres / y prendió sonrisas en sus labios, / y las mujeres enhebraban hilos de luz en sus dedos / y los niños decían palabras doradas.// El sol se fue a los campos / y los árboles rebrillaban y uno a uno / se rumoraban su alegría recóndita. / Y eran de oro las aves. // Un joven labrador miró el azul del cielo / y lo sintió caer entre su pecho. / El sol, mi amigo, vino sin tardanza / y principió a ayudar al labriego.// Habían pasado lo nublados días, / y el sol se puso a laborar el trigo. / Y el bosque era sonoro. Y en la atmósfera / palpitaba la luz como abeja de ritmo. // El sol se fue sin esperar adioses / y todos sabían que volvería a ayudarlos, / a repartir su calor y su alegría / y a poner mano fuerte en el trabajo. // Todos sabían que comerían el pan bueno / del sol, y beberían el sol en el jugo / de las frutas rojas, y reirían el sol generoso, / y que el sol ardería en sus venas. // Y pensaron: el sol es nuestro, nuestro sol, / nuestro padre, nuestro compañero / que viene a nosotros como un simple obrero. / Y se durmieron con un sol en sus sueños. // Si yo cantara mi país un día, / mi amigo el sol vendría a ayudarme / con el viento dorado de los días inmensos / y el antiguo rumor de los árboles. // Pero ahora el sol está muy lejos, lejos de mi silencio y de mi mano, / el sol está en la aldea y alegra las espigas / y trabaja hombro a hombro con los hombres del campo. ///”
Nuestro escritor es AURELIO ARTURO. Desconocido para muchos lectores e incluso para miembros de algunos círculos literarios en formación (en 1994). Dado el impacto de la impecable lectura y la ignorancia sobre su creador, visita a la Biblioteca Departamental Eduardo Torres Quintero del hoy extinto Instituto de Cultura y Bellas Artes de Boyacá “ICBA”. Allí, su obra, editada por Colcultura: un magnífico pequeño libro titulado Morada al sur y otros poemas. Disfrute de su lectura y relectura. Y se decide dedicarle la siguiente entrega de la revista El Colibrí libador de la palabra.
¿Por qué la ignorancia sobre su vida y obra? ¿Qué factores o condiciones propician y permiten el acercamiento a través de su poética a la persona y a los países de Aurelio Arturo? Este artículo pretende dar puntadas para develar estos enigmas.
La calidad de escucha está determinada por las condiciones materiales y subjetivas del momento histórico. Lo mejor de su obra poética, dada a conocer a Rafael Maya en 1930, por entonces era imposible gozar y asimilar con plenitud. Incluso hoy, para algunos, el acceder al jardín de su creación sigue siendo imposible. Diríamos que cada época trae consigo nuevas formas de leer e interpretar la obra de arte (parafraseando a William Ospina –W.O.-). Y hay artistas cuyo vigor, resonancia y universalidad, se evidencian al parecer tardíamente o cuando son necesarios.
¿Qué llevó a Holguín a leer precisamente ese texto en la Radiodifusora Nacional de Colombia en 1994? ¿Por qué nos conmovió, hasta colocar el empeño en disfrutar la obra completa de su autor y dedicarle la edición de una revista? Comunión con el Poeta. Al leer Morada al sur se afianza esa identidad; concretamente con la juventud del escritor, por la proyección y alcance premonitorio construido: nostalgia por lo que era y dejaría de existir algún día, como resultado acumulado inocultable, de muchas décadas de aplicación en Colombia de erráticas políticas gubernamentales (ahora desastrosas), siempre apuntando y disparando contra las entrañas de la madre tierra, la vida y la diversidad cultural.
Identificación por el “Exilio interior” (título de un ensayo de W.O.) propio de los desarraigados. Orfandad múltiple causada por distintas pérdidas: la infancia, el primer amor, la tierra, el paisaje bucólico, los seres reales e imaginarios de los bosques tropicales y de las fuentes de agua.
“Un largo, un oscuro salón, tal vez la infancia. / Leíamos los tres y escuchábamos el rumor de la vida, / en la noche tibia, destrenzada, en la noche / con brisas del bosque. Y el grande, oscuro piano, / llenaba de ángeles de música toda la vieja casa.” (Fragmento de Canción del ayer)
Y esa identificación instala (claro que no en todos los lectores), un proceso de reconocimiento doloroso de esas pérdidas; pero proyectando el ideal utópico de recuperar sus más excelsos atributos en favor de una modernidad armoniosa con natura. En otras palabras, evocación nostálgica frente al compromiso de volver retrotrayendo y sembrando en el presente, elementos válidos de lo que fue exuberante y en la distancia, a pesar de estar muriendo, aún “…brilla por instantes. /… ”.
“En el umbral gastado persiste un viento fiel, / repitiendo una sílaba que brilla por instantes. / Una hoja fina aún lleva su delgada frescura / de un extremo a otro extremo del año. / ´Torna, torna a esta tierra donde es dulce la vida´”. (Fragmento de Morada al Sur).
“Una hoja fina aún lleva su delgada frescura /…”, quizá sean mucha hojas, quizá ellas seamos cada uno de los que permitimos ser impelidos por el efecto evocador de “Los vientos que cantaron por los países de Colombia”.
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(1) Psicólogo. Ofrece a la Nueva Gaceta este artículo editado en su Libro de poesía y memoria EN LA NOCHE: Desarraigo, Calandayma y otros textos, Colibrí Ediciones 2014, págs. 77 a 82.