Europa: centro de la izquierda atlantista
El conflicto Rusia-Ucrania es un ejemplo más de la existencia de esa izquierda europea que tanto criticó Lenin.
Hoy es más claro que nunca que la llamada izquierda europea, sea de partidos socialdemócratas, socialistas, y aun trotskistas y comunistas, como en Francia, todos defienden a sus gobiernos capitalistas, imperialistas y antiobreros.
Cómo estará sufriendo Lenin en su tumba, viendo cómo, otra vez, los partidos que tanto criticó vuelven a ponerse al lado de sus gobiernos capitalistas, igual que en la Primera Guerra Mundial, apoyándoles y aprobándoles presupuestos de guerra para llevar a cabo una guerra interimperialista por la conquista de territorios y riquezas.
Como en la Primera Guerra Mundial, todos están frenéticos, atacando a los enemigos rusos que califican como los representantes del mal, enemigos de la democracia y la libertad, y ellos del bien. Todos gozan con la guerra, felices de impulsar sus complejos industriales militares y esperando cómo derrotar al enemigo para apoderarse de sus riquezas y someterlo a sus dictados, como hicieron con Alemania, y vean las consecuencias. Esta gente no ha aprendido nada. Hoy, la mediocridad de los dirigentes europeos y sus intelectuales orgánicos dan grima.
Los ejemplos de la izquierda atlantista europea
Veamos unos ejemplos. Comencemos por el simplista Pedro Sánchez, jefe de gobierno de un país con una historia colonialista negra, cuyos antepasados masacraron a millones de nativos latinoamericanos, se robaron sus riquezas, los explotaron, y no dejaron progresar a estos territorios. Hoy, este señor, es un rusofóbico ejemplar, país que envía armas a Ucrania, gasta plata en armas, cuando hay muchos en su país en pobreza. Hoy, este señor apoya al gobierno feudal de Marruecos y le reconoce su derecho sobre Sahara Occidental. Señor que le vende armas a Arabia Saudita para que masacre a yemenitas.
Hay que decirlo, afortunadamente el partido Podemos ha sido más cuidadoso y enemigo de la rusofobia.
En las redes sociales circula una entrevista a un español miembro del partido de este señor Sánchez, es decir, que se proclama socialista, que se atreve decir que prefiere una guerra mundial para evitar muertos ucranianos, que afirma que los ucranianos, por ser europeos, de tez blanca, de ojos azules y monos, tienen derecho a que se les reciba en Europa inmediatamente, pero no a los iraquíes, sirios, afganos y latinos porque no son europeos, Pero esta es una opinión generaliza de muchos europeos, que es una muestra clara de xenofobia y barbarie.
Y qué decir de los socialistas franceses, de los verdes, de los comunistas y de los intelectuales supuestamente de izquierda, todos en coro lanzan las mismas afirmaciones falsas sobre lo que ocurre en Ucrania. Todos apoyan a la Otan, todos exaltan al cómico ignorante de Zelensky, que ahora es un gran demócrata y defensor de las libertades, ignoran a los neonazis, dicen que son mentiras de los rusos, todos gritan por los 1.000 muertos civiles, por la injerencia en Ucrania, pero nunca se les oyó criticar los bombardeos a Yugoeslavia, la invasión a Libia promovida por el gobierno de Francia, a las intervenciones en África, a las muertes de los palestinos por Israel, a los ataques a Siria, Irak, Afganistán, nada.
Nunca mencionan que lo primero que hicieron los golpistas en Ucrania en 2014 fue ilegalizar al partido Comunista, atacar a los rusos del este, mientras les daban vía libre a los neonazis, y Zelensky ha suspendido a todos los partidos de oposición. Y a esto lo llaman democracia. Todos se hacen los sordos y ciegos.
El partido Comunista francés, ni hablar. Acordemos que en la guerra por la independencia de Argelia, se opuso a los argelinos. En la revolución de mayo de 1968 se enfrentó con los estudiantes, prohibía a los obreros que manifestaran juntamente con ellos y negoció con De Gaulle. Y ahora es profundamente antirruso, defensor del héroe Zelensky y se calla de todos los horrores cometidos por los neonazis ucranianos desde 1941 en colisión con las hordas hitlerianas.
El único que ha mantenido cierta independencia es Jean Luc Melenchon, que pide retirarse de la Otan, pero que le ha tocado moderar su discurso porque si no lo acaban para las elecciones presidenciales de abril.
En Inglaterra, el papel del partido laborista, bajo la dirección del derechista Starmer es otro ejemplo grotesco. Total unidad con el gobierno británico para enviar armas a la frontera con Ucrania, apoyo a la Otan y a las sanciones a Rusia.
De la gerontocracia que dirige Italia ni qué decir, ni del partido Cinco Estrellas que se declaraba antisistema, que parecía que tenía más independencia de la Otan y de la Unión Europea. No, a la hora de la verdad, todos apoyan a las clases dominantes y a la Otan.
En Alemania, el canciller Sholtz ha hecho lo que la canciller Ángela Merkel nunca habría ejecutado; como rearmar a Alemania con 100 mil millones de euros, suspender el gasoducto North 2, enviar armas a Ucrania y sancionar a Rusia. Ya sabemos que Alemania domina al este de Europa, que promovió la disolución de Yugoeslavia y espera a ver si puede apoderarse de Ucrania en nombre de la democracia y la libertad. Y su ministra de relaciones exteriores, la jefe de los verdes es más guerrerista y antirrusa que cualquiera.
De los demás partidos socialdemócratas de Europa, ni hablar, todos andan con la Otan, son enemigos jurados de la Rusia de Putin, en fin, de la Rusia de siempre, delatan una rusofobia propia de bárbaros.
Prohibida la libertad de expresión en Europa
Hoy en Europa no se puede manifestar, escribir o hablar con una postura objetiva y de crítica a la Otan, ni mucho un asomo de comprender los argumentos de Rusia. Se le trata de traidor, de defensor de los dictadores, de enemigo de la democracia y la libertad. Ay del que se atreva a dar opiniones diferentes a las del establecimiento, le va muy mal. Esta es la democracia de la Otan que defiende la izquierda atlantista.
Desinformación total
La izquierda atlantista también cae en la desinformación total de la Otan. Desconocen la historia de Ucrania y el papel de los neonazis desde los años veinte y en la Segunda Guerra Mundial al lado de los hitlerianos. No hablan de los miles de muertes de judíos y rusos y de cómo al Ejército Rojo le costó trabajo derrotarlos en 1943, la lucha contra los neonazis continuó hasta mediados de los años cincuenta.
No hablan del rol que han jugado estos grupos desde 1991 y del apoyo recibido por la CIA y su papel en el golpe de estado de 2014 financiado, asesorado y coordinado por los estadounidenses, con discursos de John McCain y otros parlamentarios estadounidenses en la plaza Maidan de Kiev. No cuentan que la embajada de los Estados Unidos fue el centro de la insurrección, del trabajo de las ONG y de George Soros. Nunca Hablan de los bombardeos a la zona este de población rusa y prorrusa, de los 14.000 muertos desde 2014, de las miles de casas destruidas, del terror de los neonazis, de la exaltación de estos grupos y de la integración de sus bandas paramilitares en las fuerzas de seguridad.
Qué dirían estos atlantistas si Rusia lograra tener bases de cohetes con cargas nucleares cerca de la frontera Italia-Francia, o Francia-Alemania, o Irlanda-Inglaterra. No lo aceptarían por supuesto. Casi hay una guerra mundial porque la Unión Soviética quería instalar misiles en Cuba.
¿Qué esperan, atlantistas de izquierda, que Rusia acepte que en su frontera con Ucrania se instalen misiles que llegarían en cinco a ocho minutos a Moscú y Rusia no tuviera tiempo para reaccionar? Esto nunca lo mencionan ustedes, defensores de sus imperialistas y llenos de odio a Rusia.
Recordar a Vladimir Lenin
Cómo hace falta Lenin, si viviera le cantaría la verdad a estos seudoizquierdistas atlantistas y chauvinistas. Recordemos los siguientes escritos de Lenin.
El manifiesto de Basilea
El manifiesto sobre la guerra, aprobado por unanimidad en Basilea en 1912, tenía en cuenta precisamente la guerra entre Inglaterra y Alemania, con sus aliados actuales, que estalló en 1914. El manifiesto declara abiertamente que ningún interés popular puede justificar una guerra semejante, que se libra en aras de los "beneficios de los capitalistas y por conveniencias dinásticas", sobre la base de la política imperialista, expoliadora, de las grandes potencias. El manifiesto declara en forma expresa que la guerra es peligrosa "para los gobiernos" (para todos sin excepción), hace notar que sienten el temor a la "revolución proletaria" y señala con toda precisión el ejemplo de la Comuna de 1871 y el de octubre-diciembre de 1905, es decir, el ejemplo de la revolución y de la guerra civil. Así, pues, el manifiesto de Basilea establecía, justamente para la guerra actual, la táctica de la lucha revolucionaria de los trabajadores contra sus gobiernos en escala internacional, la táctica de la revolución proletaria. El manifiesto de Basilea repite las palabras de la resolución de Stuttgart de que, en caso de estallar la guerra, los socialistas deben aprovechar la "crisis económica y política" creada por ella para "precipitar el hundimiento del capitalismo", es decir, aprovechar en beneficio de la revolución socialista las dificultades que la guerra causa a los gobiernos, así como la indignación de las masas.
La política de los social chovinistas, que justifican la guerra desde el punto de vista burgués sobre los movimientos de liberación, que admiten la "defensa de la patria", que votan en favor de los créditos de guerra y participan en los ministerios, etcétera, es una traición abierta al socialismo, que sólo puede explicarse, como veremos más adelante, por el triunfo del oportunismo y de la política obrera nacional-liberal en el seno de la mayoría de los partidos europeos.
La unidad con los oportunistas es la alianza de los obreros con "su" burguesía nacional y la escisión de la clase obrera revolucionaria internacional
En el pasado, antes de la guerra, el oportunismo fue considerado a menudo como un componente legítimo, aunque "divisionista" y "extremista", del Partido Socialdemócrata. La guerra ha demostrado que esto ya no será posible en el futuro. El oportunismo "ha llegado a su plena madurez" y desempeñado hasta el fin su papel de emisario de la burguesía en el movimiento obrero. La unidad con los oportunistas se ha vuelto pura hipocresía, de la que vemos un ejemplo en el Partido Socialdemócrata Alemán. En todas las grandes ocasiones (como por ejemplo en la votación del 4 de agosto), los oportunistas presentan su ultimátum y logran imponerlo gracias a sus múltiples vínculos con la burguesía, al hecho de tener la mayoría en las direcciones de los sindicatos, etc. Hoy, la unidad con los oportunistas significa de hecho la subordinación de la clase obrera a "su" burguesía nacional y la alianza con ella para oprimir a otras naciones y luchar por los privilegios de toda gran potencia, lo cual representa la escisión del proletariado revolucionario de todos los países. Por dura que sea, en algunos casos, la lucha contra los oportunistas, que dominan en muchas organizaciones, y sean cuales fueren en los distintos países las peculiaridades que adopte el proceso de depuración de los partidos obreros para desembarazarse de los oportunistas, este proceso es inevitable y fecundo. El socialismo reformista agoniza; el socialismo que renace "será revolucionario, intransigente e insurreccional", según la acertada expresión del socialista francés Paul Gola
La bancarrota de la II Internacional
Los socialistas del mundo entero declararon solemnemente en 1912, en Basilea, que consideraban la guerra europea que se avecinaba como una empresa "criminal" y archirreaccionaria de todos los gobiernos, que debía precipitar el hundimiento del capitalismo engendrando inevitablemente la revolución contra él. Llegó la guerra y estalló la crisis. En vez de aplicar una táctica revolucionaria, la mayoría de los partidos socialdemócratas aplicó una táctica reaccionaria, poniéndose del lado de sus gobiernos y de su burguesía. Esta traición al socialismo marca la bancarrota de la II Internacional (1889-1914), y nosotros debemos tener una clara idea de qué es lo que ha provocado esta bancarrota, qué ha engendrado el socialchovinismo y qué le ha dado fuerza.
Los socialistas y la primera guerra mundial
En noviembre de 1912 se convocó una conferencia de emergencia de la Internacional en Basilea para tratar el tema de la carrera armamentista desenfrenada que hacía prever el estallido de una guerra. Los líderes socialistas alemanes, británicos y franceses se comprometieron a oponerse a cualquier política agresiva de sus respectivos gobiernos, y se acordó que cuando llegara el momento sus diputados parlamentarios votarían contra los créditos de guerra. Se aplaudió la propuesta de llamar a una «huelga revolucionaria internacional contra la guerra», aunque no se sometió a votación. El dirigente francés Jean Jaurès fue aclamado cuando señaló que el sacrificio de una revolución sería mucho menor que el de la guerra que están preparando. Finalmente, fue unánimemente aprobada la resolución que concluía con el llamado a rechazar el mundo capitalista de la explotación y el asesinato en masa para defender el mundo proletario de la paz y la fraternidad internacional.
Sin embargo, en agosto de 1914 prevaleció la unión sagrada de todos los ciudadanos para defender a la patria en peligro. Los socialistas no convocaron a ninguna huelga, ni rechazaron los créditos de guerra.
En el seno del Reichstag, el socialista alemán Hugo Haase definió la posición de su partido en estos términos:
"Los resultados de una política imperialista [...] acaban de abatirse, como una marejada, sobre Europa [...]. La socialdemocracia ha combatido con todas sus fuerzas el desarrollo catastrófico de esta política [...] Pero su esfuerzo para salvar la paz ha sido infructuoso [...] No hemos de plantearnos ahora el pro o contra la guerra, sino la cuestión de los medios necesarios para asegurar la defensa del país [...]. Haremos, pues, lo que hemos prometido hacer siempre: a la hora del peligro, no abandonaremos a nuestra patria". (En Jacques Droz, Le socialisme démocratique, 1864-1960, París, Armand Colin, 1966).
Pero la socialdemocracia alemana se dividió. Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo fueron los primeros en alejarse del partido, al que acusaron de haber traicionado el internacionalismo proletario. La decidida prédica de ambos contra la guerra, a través del periódico Espartaco, creado en 1916, los llevó a la cárcel, de la que fueron liberados al derrumbarse la monarquía. En 1917 también el grupo encabezado por Hugo Haase y Karl Kautsky tuvo que abandonar las filas del partido por negarse a votar los créditos de guerra, y decidieron crear el partido Socialdemócrata Independiente. Los espartaquistas se unieron al mismo como fracción, con su propio programa y prensa.
Los liberales proamericanos de Rusia
Hay que observar que hoy en Rusia hay un grupo de intelectuales y miembros de la pequeña burguesía, todos pro americanos, organizados y financiados por la CIA, que solo ambicionan comer hamburguesas Mac Donald y tomar Coca Cola, que andan locos por el consumismo estadunidense, por su racismo y supremacismo blanco, locos por la música decadente, que nunca van a acabar con el capitalismo ruso, sino que buscan que el capitalismo de la Otan se apodere de Rusia, no, estos señores, hay que derrotarlos también, son parte de los que combatía Lenin, pero, que hoy, la izquierda atlantista los adora como héroes que se enfrentan a un autócrata, pero son puros neoliberales y procapitalistas.
Infortunadamente, hoy no hay fuerzas en los países de la Otan ni en Rusia para derrotar a los capitalistas imperialistas y establecer gobiernos populares democráticos.
Bogotá, 29 de marzo de 2022
Presentamos dos eventos en los que se analizó el conflicto en Ucrania, el primero de programa #charlasencuarentena, del PTC y el otro de la Central Unitaria de Trabajadores, CUT