El origen de Mefisto.
- Hemos recibido este texto, difícil de categorizar. Quizá una crónica para creyentes o un cuento para ateos. Juzgue usted apreciado lector.
Los Editores.
Mefistófeles
Este es el inicio o el final, qué más da.
Mefisto o Mefistófeles, como prefieran. Buenas noches, de lo más remoto del infierno he venido para que me lean mortales. El por qué, poco importa; el para qué, puedo decirles que lo hago para alejar sus almas de la luz divina, del confort de sus sillones y de la inmutabilidad con la que ustedes, los seres humanos transitan por su planeta (el mismo que para mí deleite, pronto acabará con sus existencias, sí, las suyas. Eso sí, en legítima defensa, un ajuste de cuentas que llaman). Si los logro mover, se levantaran de sus cómodas vidas y viajarán conmigo hacia el infierno y sus llamas, pero si no lo logro, les soy sincero, poco me importa, igual me los voy a llevar.
Inicio. Hace un par de milenios conocí un pequeño reino, iluminado, alegre, con casi todos sus habitantes en paz y armonía, era conducido por un hombre tranquilo que buscaba hacer el bien y cohabitar en paz con todas las razas humanas y no humanas que por allí habitaban. Les confieso, para mí era un sitio aburrido. Al merodear por ahí, esas caritas de felicidad me revolcaban el estómago, niños corriendo, mujeres hilando, hombres arando, el mercado multicolor, las calles limpias, el transitar de los canales cristalinos, el sol iluminando con fuerza y acompañado siempre de una refrescante brisa. En serio, que hastío de sitio.
Cuando dije: -con casi todos sus habitantes en paz-, me refería a un pequeño porcentaje que como yo, odiaba la paz armonía del resto y les daba nauseas las sonrisas de sus caritas. Era una raza antropomórfica que no se puede denominar humana, les faltaba de todo un poco, no había belleza, digo yo. Bajos, regordetes, peludos y en una gama de colores fuertes, como si de mal gusto se hubiese tratado su creación, dientes chuecos y verdes, mal vestidos, risas de alarido y mirada bizca como si su objetivo visual estuviese siempre en la punta de su chata nariz. Pero no todo es malo, estas criaturitas fueron el picante y el fin de tan romántico idilio social.
Estas criaturas, aburridas de la paz que allí reinaba, pues eran comerciantes de armas y su negocio iba para la bancarrota (aunque, les cuento, no lo necesitaban pues monedas de oro abundaban en sus bolsillos) y además de la envidia de ver a los demás felices que era su malestar más grande, se reunieron en la casa del hampa, perdón de Umpa, (así se llamaba el líder), y empezaron a revisar sus problemas: este rey no llama a la guerra, no comete injusticias, es respetado por la gente, no hay crimen por parte de nadie. Si no hacemos nada, moriremos de aburrimiento, dijo Umpa.
En ese momento aparecí, con mi capa roja, flameante, guapo como soy, imponente y fulminante. Ay, amo cuando llego a un sitio y los mortales me miran con asombro: si, yo el enviado de Lucifer, he llegado para ver como saco provecho de la situación y arruino vidas, cada 5 o 10 años (depende mi aburrimiento).
Les dije, permítanme me presento, Mefisto, negociante de almas, trafico influencias, cambio destinos, alejo las almas de lo divino, odio la fealdad, robo esperanzas… y les escuché por casualidad…no me quiero entrometer, pero se exactamente como dañar a ese rey bonachón y feliz. Guerra por doquier se originará si ustedes me dan a cambio lo que pida.
Umpa aceptó con prisa, imaginó baúles repletos de oro y ante su júbilo, todas las criaturas lo siguieron. Bella noche sin estrellas, obtuve 200 almas de criaturas a cambio de la prometida guerra. Mi plan era magnífico, luego de firmadas las cláusulas del contrato de almas (que contenía 800 hojas, escritas en las mazmorras del infierno) las criaturas escucharon mi plan:
- Mañana en el mercado, todos a cuchichear, que el oro en el reino se va a acabar.
El jueves dirán que el rey un cobarde es y que los otros reinos empiezan a dudar sobre él.
El sábado, muy asustados anunciarán avistamiento de dragones, muy cerca del mar.
El próximo martes adviertan que la virtud de la reina está en entredicho, no es buena mujer.
Y así comenzó mi magnífica estrategia de comunicación, el chisme, más rápido que la luz, inundó el pequeño reino y las cosas empezaron a cambiar, la gente empezó a desconfiar de su riqueza, llegó la avaricia y el interés individual a primar. Ah, magistral. Luego todos temieron por su seguridad y les empezaron a comprar armas a las criaturas, rentable asunto. Se agolparon en las calles a pedirle seguridad al rey con antorchas, pues no iban a permitir que dragones (imaginarios) acabaran con su minúsculo reino. Y para rematar, odiaron la reina a tal punto que pidieron fuera llevada a la horca.
El rey bonachón, asombrado quedó, se volvió un hombre desesperado por no perder el poder (debo decirlo sin sorna) e hizo todo por complacer a la gente (patético). En una semana su reino era un infierno y yo me sentía como en casa. Abrió las arcas para demostrar la suficiencia de recursos, y brindó monedas de oro para que todos llenaran sus bolsillos. Inundó las calles de soldados para brindar seguridad. Mandó caballeros a buscar y asesinar a los dragones amenaza, y ahorcó a su esposa públicamente, todos los moradores del reino fueron y aplaudieron este acto, (¿saben?, ella nunca hizo nada en contra del rey, y con la muerte se llevó consigo a ese aburrido reino del cielo a una criatura que llevaba en sus entrañas).
Que risa, yo me enroscaba el bigote mientras veía al pobre rey torpe en todo su actuar (le hubiera servido conocer a Maquiavelo). La amargura se apoderó de él pues la reina era su luz, a quien ahorcó por simple miedo a verse burlado. Le dio poder a los soldados para que cometieran abusos cuando vieran que los pobladores se salían de control y se supiera que él era la autoridad divina, los soldados aprovecharon e hicieron y deshicieron con los pobladores y sus pertenencias. Inventó noticias sobre el asesinato de dos dragones e hizo fiestas en homenaje a los supuestos caballeros héroes (duraron dos semanas, llenas de vino y diversión) y empezó a cobrar impuestos altísimos al ver que había entregado una gran cantidad de monedas a la gente (estos fueron recaudados por los soldados justo después de la fiesta, para recuperar rápidamente la inversión del mentiroso festín).
Ay, bello mundo gris y rojo, sucio y con caras de terror, magnífico infierno que me hace sentir un poderoso ser que logro lo que me propongo. Las criaturas disfrutaron del caos, se acercaron al gobierno como aliados y el rey los recibió gustoso pues los consideraba estratégicos para sus medios de comunicación (es decir el chisme, el cotorreo y los comunicados reales), así que todas las noticias pasaban por sus manos y tergiversaban su sentido al acomodo del rey y de sus propios intereses; el negocio de las armas prosperó por mucho tiempo y cuando el rey murió de viejo y amargado, pusieron a Umpa en su lugar, aprovechando que el viejo ese nunca tuvo descendencia.
Ahí viene mi mayor diversión, caos por doquier, riqueza desmedida para las criaturas (embelesadas por el poder y la riqueza), terror para los pobladores sobre todo para los zarrapastrosos, privación de la libertad de expresión para los bocones, represión y violencia para los más beligerantes. Delicias para mis oídos. Pero, ¿recuerdan?, yo tenía 200 almas negociadas, y bueno llegó el momento de cobrarlas:
Noche sin estrellas, nubes grises enfrían la atmósfera, lobos aúllan mi canción, y parece que un gran órgano desde el infierno acompañara mis pasos con sus teclas. Aparecí en la sala del castillo donde las 200 criaturas y sus familias celebraban el nacimiento de uno de ellos (un horrible niño, deforme y morado, con pelos por todo lado, más feo que todos juntos), de solo mirarlo me dio impresión, pero tenía que trabajar. Al verme, las criaturas quedaron asombradas, no me recordaban quizás, aunque yo siempre estuve entre ellos, invisiblemente, recreándome con su aparente éxito.
A la criatura esa recién nacida no me la llevé, huerfanito se murió por su cuenta. Pero a los 200 restantes sí y a sus familias (por cobro de intereses, llevaban como 25 años sin generar pagos). Les provoqué una migraña que los enloqueció a todos, sus ojitos bizcos empezaban a retorcerse, les aparecían chichones que luego reventaban y ¡cataplín! empezaron a arrancarse pedazos los unos a los otros, festín de sangre y carne.
Los moradores del reino apenas escuchaban el horrible sonido que emitía semejante orgía de asesinos en el castillo y asombrados presentían lo peor. Lo que no sabían, es que ese sonido era el de su libertad.
Al amanecer no quedaba ni una sola criatura, todos estaban en el infierno sirviendo a Lucifer, no sé si creían que su envidia y avaricia quedarían impunes, siendo estos pecados capitales. Nunca les dije eso en mi negociación, así como no pude decirles que sus almas iban a sufrir eternamente y a trabajar, porque en el infierno nos gusta la mano de obra gratis y torturada.
Quizás si su líder Umpa no se hubiese apresurado y si todos detrás de él no hubiesen vendido sus almas, en un acto de avaricia, ceguera e idiotez, quizás no se hubieran despedazado los unos a los otros y ahora tener que trabajar eternamente para Lucifer, sufriendo los dolores de sus heridas abiertas y sin ARL, porque en el Infierno los castigados no tienen derecho a nada de esas vainas.
Lo sé, soy el mejor de los demonios, majestuoso y efectivo. Y a ese reino cuyo nombre omití, jamás volví, La Tierra es tan grande, que no paga la pena vivir la eternidad en un solo lugar.
Nos veremos pronto para hablar de negocios, un gusto conocerles, hasta luego.