Competencias ciudadanas: La asignatura reprobada
Por: Andrés Ballén Rojas(1)
En diferentes medios de comunicación y publicaciones nacionales ha venido siendo registrado un aumento en el reporte de casos de violencia intrafamiliar desde que se inició el aislamiento obligatorio decretado por el gobierno nacional en el marco de la pandemia del coronavirus. Particularmente la violencia de género y el maltrato infantil resaltan en toda clase de titulares, en los que se habla de incrementos en el número de casos por encima del 100%(2).
Las cifras de lesiones no fatales por violencia intrafamiliar reportadas por Medicina Legal(3) en el período enero – abril de 2020, dan cuenta de 4.221 casos de hombres, frente a 13. 843 casos de mujeres. Las cifras también muestran que, en el caso de niñas, niños y adolescentes, el rango de edad en el que más se padece de maltrato está entre los 0 y los 11 años. La violencia de pareja es la que más se reporta con un 66.14% de los casos, en los que la mujer generalmente es victimizada. El siguiente gráfico ilustra la distribución porcentual de casos de violencia doméstica:
Porcentaje de violencia intrafamiliar según contexto. Colombia, año 2020 (enero a abril)
Fuente: Medicina Legal
Estos hechos contrastan con lo que ha sido un intento en los últimos 20 años por formar en el país, ciudadanos/as cuyos comportamientos estén basados en el respeto de la norma, en el reconocimiento de la paz como un valor supremo, la defensa y promoción de los derechos humanos, la convivencia pacífica como una manera de relacionarse con sus congéneres, en la democracia y la participación como forma de construir país, en el reconocimiento de cada otro/a dentro de su diversidad y de fondo, la conciencia sobre la necesidad de resolver de manera pacífica y dialogada los conflictos. Los anteriores son, entre otros, atributos de lo que se conoce como competencias ciudadana(4).
La pregunta obligada en este momento es ¿por qué estos altos niveles de violencia intrafamiliar, si desde 2004 hemos tenido según el Ministerio de Educación Nacional (MEN), una educación basada en competencias ciudadanas con enfoque de resolución pacífica de conflictos? La pregunta cobra aún más sentido cuando el reporte de medicina legal afirma que las cifras más altas de violencia intrafamiliar se presentan en el rango de edades entre 20 y 35 años y el 58% de las mujeres violentadas está entre los 20 y 29 años, es decir, la mayoría de estas personas estaba en el sistema escolar entre 2006 y 2016, por lo tanto, fueron beneficiarias del programa nacional de competencias ciudadanas tanto en el sector público como en el privado.
Formación ciudadana en la historia reciente
Para ilustrar lo anterior es bueno remontarse a lo que se decía sobre las competencias ciudadanas hace más o menos dos décadas. Durante los años 2000 este tema tuvo una especie de boom entre los expertos en temas educativos. Para la época suscitaron un debate intenso el desarrollo de las ideas de Mockus y los planteamientos de Enrique Chaux y Rosario Jaramillo entre otros. De forma simultánea la prensa comentaba el aumento de la violencia escolar, el diario El Espectador reportó 39.868 riñas escolares para el año 2009, por tomar un ejemplo.
En el año 2004 el MEN publicó los Estándares Básicos de Competencias Ciudadanas, documento que se convirtió en la hoja de ruta para intervenciones en educación que van desde la transformación de los currículos y el trabajo en las aulas, hasta el ajuste de las pruebas estandarizadas Saber 11 desarrolladas por el ICFES, en las que desde el 2014 se aplica la prueba de ciencias sociales y competencias ciudadanas. Lo establecido por el ministerio se convirtió en fundamento del programa de competencias ciudadanas, de donde han emanado conceptos y lineamientos para los planes sectoriales de educación desde 2010 y las “orientaciones para la institucionalización de las competencias ciudadanas” de 2011 en 3 cartillas.
El proceso de enseñanza-aprendizaje de las competencias ciudadanas en las aulas no se ha desarrollado de la mejor manera; en algunas instituciones educativas se ha implementado en forma de proyecto transversal, en otras integrado en algunas asignaturas y casi siempre delegado en los/as docentes de ciencias sociales como los únicos responsables de la formación de ciudadanos en la escuela, lugar para la aplicación de diferentes cátedras y proyectos enviados por el MEN, adicionales a las áreas obligatorias y fundamentales establecidas por la Ley General de Educación. Ninguno de esos proyectos o cátedras -incluida la recientemente creada y obligatoria cátedra de paz- ha tenido un desarrollo efectivo, acompañamiento eficiente del MEN o impacto significativo.
En el caso de Bogotá, en 2004 se creó la Cátedra de derechos humanos, deberes, garantías y pedagogía de la reconciliación, bienintencionada pero con un lánguido desarrollo como las iniciativas del MEN; también se llevaron a cabo, sin aportes claros para la ciudad, cinco encuestas, dos de convivencia escolar (2006 y 2011) y tres de clima escolar y victimización (2013, 2015 y 2017), que encontraron, hablando del estudiantado y en porcentajes menores al 30%, comportamientos violentos, maltrato entre pares, presencia de armas y drogas, riñas y entornos escolares poco seguros entre otros aspectos.
Ausencia de un impacto evidente
El anterior panorama de la formación en competencias ciudadanas y derechos humanos en lo nacional y lo distrital, en relación con los crecientes episodios de violencia intrafamiliar visibles en medio del aislamiento social, permite deducir que se hace necesaria una reflexión nacional profunda que responda a la pregunta: ¿se presentaron los cambios planteados en los estándares y esperados por el programa nacional de competencias ciudadanas, en la población beneficiaria a través del sistema escolar, al menos en la década 2006 - 2016?
Una respuesta preliminar es NO. Los victimarios y las víctimas están mayoritariamente, como antes se mencionó, en el rango de edades de 20 a 30 años, por lo que se puede afirmar que, en su paso por las aulas durante el período mencionado en la anterior pregunta, habrían tenido los aprendizajes para ejercer una ciudadanía pacífica y responsable. Sin embargo, aparte de la violencia objeto de este análisis, presentan otras señales que hablan de su formación ciudadana: abstencionismo electoral, discriminación, violencia interpersonal y más recientemente xenofobia, entre otras.
El MEN está en este momento reprobando la asignatura de las competencias ciudadanas. Una evaluación de impacto del programa de formación ciudadana daría luces acerca de una educación mejorada para la vivencia de diversas ciudadanías, el respeto por los derechos humanos y la paz, más aún cuando el aislamiento y la virtualización de muchas actividades cotidianas, ha abierto la discusión de una “nueva normalidad” en las interacciones humanas y la vida social. El Estado colombiano está en deuda de esa evaluación.
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1) Licenciado en Educación Básica con Énfasis en Ciencias Sociales. Magíster en Estudios Políticos e Internacionales. Delegado por la Asociación Distrital de Trabajadores y Trabajadoras de la Educación (ADE) ante el Comité Distrital de Formación Docente.
2) Por ejemplo, revisar diario El Tiempo (18 de abril de 2020) “La pesadilla de las mujeres víctimas en la cuarentena”. Recuperado de: https://www.eltiempo.com/justicia/investigacion/la-pesadilla-de-mujeres….
3) Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses. Boletín estadístico mensual (abril de 2020).
4) En el documento Estándares Básicos de Competencias Ciudadanas (2004), el MEN organizó 3 grupos de competencias: Convivencia y paz, Participación y responsabilidad democrática y Pluralidad, identidad y valoración de las diferen