Pistola Walther 7.65 III
III Pasa las hojas de la edición 190 de octubre de 2005 de la revista...
Por: Arturo Neira Gómez **
Pasa las hojas de la edición 190 de octubre de 2005 de la revista Credencial Historia conmemorativa de La Masacre de las Bananeras, mira con detenimiento en la página 6 una fotografía de militares emboscados cuyo píe de foto reza “Aguardando a los huelguistas”. Parece distinguir a uno de ellos: “es parecido a nuestro padre y a nosotros, mírenlo bien” –exhorta a sus hermanos y hermanas.
Sin embargo, trátese de él o no, vale pensar en detalles del proceso adelantado por Jorge Eliecer Gaitán sobre la tragedia y lo consignado, entre otros historiadores, por Ignacio Torres Giraldo en su libro ‘Los Inconformes, Historia de la rebeldía de las masas en Colombia’, en lo referente a la desobediencia de contingentes conformados por militares oriundos del nororiente del país a quienes el alto mando les encomendó la misión de reprimir y disolver la huelga. Desobedecieron la orden y por ello los sustituyeron por hombres especialmente de Antioquia, metiéndoles previamente en la cabeza que los huelguistas eran gentes sin dios ni ley, malhechores bolcheviques y comunistas, peor que demonios. “Pues bien, la fotografía corresponde a los primeros y es posible que el personaje ‘parecido a nuestro padre’ –comenta quien exhibe como trofeo la ‘Credencial Historia’- en efecto fuera nuestro padre”.
Otro elemento, quizá contundente, para borrar de la memoria la sospecha de que el joven oficial disparara contra los huelguistas y sus familias, fue su continuidad en las filas del ejército durante toda la hegemonía liberal, iniciada el 7 de agosto de 1930 con la llegada a la presidencia de Enrique Olaya Herrera. Una vez posesionado, progresivamente, emprendió la calificación de servicios de funcionarios públicos presuntamente comprometidos con vejámenes y crímenes no solo en las plantaciones de la Unid Fruit Company sino en otras regiones como en la Amazonia donde operaba la Casa Arana. El Gobierno de entonces desconfiaba de los oficiales del ejército pero sabía de la lealtad de algunos entre los que se encontraban él y su hermano el Coronel Rito Antonio, Edecán del Presidente. “¿A qué se debía la deferencia? –pregunta el de la revista-. Demostraron como oficiales de carrera –continúa y se atreve a ‘sentenciar’ orgulloso-, poseer un férreo espíritu civilista y gozaban del prestigio de ser hijos de un general liberal de la Guerra de los Mil Días que falleciera en Bogotá en 1933”.
No obstante, estos vínculos consanguíneos y jerárquicos, valiosos únicamente como información contextual, poco o nada contribuyen a dar respuesta a la inquietud de algunos allegados al militar, respecto a ¿Por qué “siempre portaba un arma de fuego y dormía tranquilo pues bajo la almohada estaba lista su Pistola Walther 7.65”?
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* En su orden: 1) Fotografía de militares apostados “Aguardando a los huelguistas”, publicada por Cromos y reproducida en el número 190 de de la revista Credencial Historia, en octubre de 2005. 2) Ignacio Rengifo Borrero, Ministro de Guerra del presidente Miguel Abadía Méndez (1926 – 1930), quien ordenó el envío de tropas para reprimir la huelga de los obreros de las plantaciones de banano y nombró al general Carlos Cortés Vargas como Jefe Civil y Militar del Magdalena; caricatura realizada por Alejandro Gómez Leal (Bogotá 1903 – 1976), publicada en la misma fecha y revistas citadas. Y 3) María Cano Márquez, caricatura titulada “El gran remedio”, también efectuada por Alejandro Gómez Leal, publicada en la revista bogotana “Fantoches” y reproducida en junio de 1990 por la revista Credencial Historia. Fuentes de información:
http://www.banrepcultural.org/biblioteca-virtual/credencial-historia/nu…
y http://www.colarte.com/colarte/foto.asp?idfoto=258334
** Bogotá, 1950. Psicólogo. Autor del libro de poesía y memoria ‘En la Noche: Desarraigo, Calandayma y otros textos’, Colibrí Ediciones 2014, y la investigación ‘El juego de azar en Dostoyevski’, Tunja 2003.