Ojos bien cerrados (Eyes Wide Shut) un comentario sobre la época.

Por: Mauricio Vargas González

Stanley Kubrick es un director norteamericano quien al lado de Scorsese, Ford Coppola, Polanski, representan lo mejor de una época en las producciones cinematográficas internacionales. Conocido por películas como la Naranja Mecánica, Lolita y 2001: Una odisea en el espacio.

Martin Scorsese alguna vez acuño: "Uno de sus filmes… es equivalente a 10 de otro director. Ver una película de Kubrick es como mirar la cúspide de una montaña. La miras y te preguntas ¿Como pudo alguien escalar tan alto?”.

Ojos bien cerrados (Eyes Wide Shut: 1999.) fue su última película, con Nicole Kidman y Tom Cruise, como protagonistas, ambientada en la "capital del mundo" New York y con un interesante texto sobre una pareja arribista de clase media y subtextos que abarcan desde la lucha de clases hasta el esoterismo criminal clandestino de la élite. Puede ser esta película un agudo comentario sobre la cultura de la humanidad contemporánea en pleno tránsito del siglo XX al XXI. Un comentario sobre la condición humana y sobre la miseria posmoderna en términos de la ética y la existencia, o de la ética de la existencia.

La historia trata básicamente de las vicisitudes de una pareja. Bill (Cruise), a raíz de estas dificultades, inicia un interesante recorrido por distintas situaciones, como inspirado y guiado por un impulso tanático.

“Mientras la aristocracia financiera hacía las leyes, regentaba la administración del Estado… se repetía en… la misma prostitución, el mismo fraude descarado, el mismo afán por enriquecerse, no mediante la producción, sino mediante el escamoteo de la riqueza ajena ya creada…

En las cumbres de la sociedad burguesa se propagó el desenfreno por la satisfacción de los apetitos más malsanos y desordenados… el desenfreno por el que el placer se convierte en crápula y en el que confluyen el dinero, el lodo y la sangre.

La aristocracia financiera, lo mismo en sus métodos de adquisición, que en sus placeres, no es más que el renacimiento del lumpenproletariado en las cumbres de la sociedad burguesa.”.
Carlos Marx: Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850.

En medio del recorrido, Bill conoce el otro lado… el lado oscuro de la burguesía y el otro lado de la sociedad, donde termina el arcoiris y empieza la explotación del hombre por el hombre, sea sexual, o laboral, donde el dominio y el poder son los únicos mecanismos efectivos de legitimación de unos sobre otros. Las castas feudales y monárquicas revividas sobre el nuevo reino de la especulación financiera. Una cultura pop colorida y escandalosa que esconde tras bambalinas todo tipo de manipulación y utilización humana con ánimo de lucro. Es la babilonia de los 'Señores del Capital'.

Fiel a su inspiración visceral, nuestro héroe termina ingresando a un ritual satánico en un gigantesco palacio a las afueras de la ciudad. Esta payasada, como los “rituales” coreográficos de los videos de las estrellas de MTV, expresan básicamente la objetivización y el dominio sobre la naturaleza y sobre el mismo hombre, en especial sobre la mujer, a su vez que fetichiza la sexualidad como fundamento de la vida y fundamento del sistema. Pero esta es una sexualidad mediada por la explotación, la muerte y la alienación, es una sexualidad simbolizada por la estrella de Lilith, por la diosa egipcia Ishtar. La puesta en escena ocultista no es más que el bazar del placer de la gran burguesía erigido sobre la humillación, la destrucción y la servidumbre.

Una cultura que promueve el consumo concupiscente en medio de una sociedad segregada y fragmentada en sus cimientos por el individualismo neoliberal, una sociedad como una "selva de cemento" de la que hablaba Hector Lavoe. Una sociedad que retrocedió ante la luz, la razón y el conocimiento que su propio potencial productivo ofrecía, para entregarse a la oscuridad vasalla de una maquinaria imparable de hacer mercancías, esclavos y guerras, mientras la ignorancia y las modernas mitologías campean en la consciencia de las masas(1).

Consumo de alimentos, de objetos, de medicamentos, de drogas, de sexo, de “espiritualidad”, etc. Es el devorador Capital que habiéndose engullido al proletariado y a la revolución, ahora va por el planeta y la vida misma.

La división de clases lleva el germen de la barbarie. Y esta gran burguesía financiera, aún cuando se esfuerce por embellecer sus prácticas o por santificar y canonizar artificiosamente su posición privilegiada, no deja de ser, más allá de sus posesiones materiales, simples bribones, muy cercanos incluso en su modus-operandi al lumpenproletariado.

Hoy, en pleno siglo 21, en un mundo globalizado, racional y “posindustrial”, donde impera la anarquía de la producción y el consumo, los valores que difunden las bocinas ideológicas tipo Hollywood con eco en todo el mundo, aluden básicamente a la exaltación de los instintos más bajos, aquellos que favorecen las manías, las compulsiones, la repetición y por tanto la transacción y la circulación económica permanente.

Todo un circo romano donde los nuevos césares del poder económico imponen con la masificación cultural y la ideología de la banalidad, una serie de “sueños”, ilusiones y pulsiones consumistas que solo ellos están en capacidad de satisfacer.

En un acto de ilusionismo y grandes efectos especiales, logran el resultado deseado: que sus valores de clase sean asumidos e interiorizados por los desposeídos y estos, como obnubilados, giran y cargan la pesada piedra en medio de un fatalismo ineludible como en el mito de Sísifo o como el condenado de la novela de Kafka(2), que espera hasta morir a que el Guardián le abra la puerta de la Justicia, más sin embargo, "La Ley" está hecha para que el condenado muera con las cadenas puestas sin nunca poder salir de la caverna platónica.

1) La Dialéctica de la Ilustración de Horkheimer y Adorno.
2) https://www.youtube.com/watch?v=xp6W69SYdG0

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