Notas sobre la Revolución de Octubre y Lenin (reseña)

esteban
Esteban Morales Estrada
Historiador y Magister en Historia.
El texto del profesor Juan Guillermo Gómez es un esfuerzo importantísimo porque intenta divulgar un tema complejo de manera accesible, seria y rigurosa. Constituye una propuesta de un profesor colombiano que intenta hablar sobre temas lejanos geográfica y temporalmente, algo poco habitual en nuestro medio, centrado en la mayoría de ocasiones en temáticas puramente nacionales.

En este sintético trabajo el profesor Juan Guillermo Gómez García, conocido por sus estudios de historia intelectual latinoamericana, nos propone una introducción a la Revolución Rusa y a uno de sus principales protagonistas: Vladímir Ilich Uliánov, más conocido como Lenin, líder bolchevique con una parábola vital fascinante que va de 1870 a 1924. El texto apareció justo en el marco del centenario de la gran revolución que en palabras de Gómez García significo “la prueba de fuego de un nuevo orden inédito en la historia universal” (p. 9), y es el resultado de una intervención del profesor en el marco de la catedra Luis Antonio Restrepo.

libro

Notas sobre la Revolución de Octubre y Lenin / 

Juan Guillermo Gómez García / 

Medellín: Libros Antimateria y Fallidos Editores, 2017, 88 pp.

El texto tiene dos ejes fundamentales, la Revolución Rusa y la imponente figura de Lenin, distribuidos a lo largo de las cuatro partes en las cuales se divide el trabajo, derivado de un esfuerzo conmemorativo de actualización historiográfica a pequeña escala, con una finalidad pedagógica y divulgativa, dirigido a cualquier persona interesada en el tema. Lo anterior hace que el trabajo tenga un tono expositivo y explicativo, describiendo el proceso revolucionario, su contexto y la vida de Lenin, sumado a una bibliografía básica comentada en una forma fluida y amena. Desde el mismo título (Notas…) es visible que el texto se trata de un esbozo o unos apuntes en torno a un proceso centenario, que usa algunos de los trabajos historiográficos más actualizados, acompañados de los clásicos estudiosos del tema como E.H Carr o Eric Hobsbawm, sumado todo a la erudición universal del profesor Juan Guillermo Gómez, que siempre aporta a los que hemos tenido el privilegio de ser sus estudiantes.

El texto comienza con una primera parte llamada “Una Crisis Universal de Valores”, donde se aborda un contexto bastante interesante del periodo, resaltando la “significación universal” de la Revolución Rusa, comparándola con la francesa de 1789 y destacando su importancia para el destino geopolítico e ideológico del mundo en el siglo XX, caracterizado por la “intensificación de todos los conflictos del siglo anterior” (p. 10). Esto hace concluir al profesor Juan Guillermo Gómez que el “legado renacentista, reformista, ilustrado, romántico y positivista cayó en la cañería de la historia” (p.10), luego del declive del continente europeo como paradigma o modelo civilizatorio, causado por la brutalidad y las problemáticas de las guerras mundiales, las crisis económicas y el fascismo. En conclusión, “el siglo XX fue el siglo de la inhumanidad y del irracionalismo desaforado” (p.10).

Otro aspecto relevante de la primera parte del texto es el que muestra el revuelo causado por la Revolución Rusa dentro del mismo pensamiento marxista del momento. No era necesaria una fase revolucionaria burguesa (larga y fuerte) para consolidar una proletaria como parte del proceso histórico programado por peldaños. Bastaba con la correcta lectura coyuntural y la voluntad revolucionaria, la disciplina partidista y el sacrificio idealista, todos componentes visibles en el futuro foquismo de los años 60 del siglo XX, sumados a la “exaltación del coraje” y la importancia de la “figura del guerrero” que van a constituir una experiencia puramente latinoamericana que pretendió seguir irreflexivamente el modelo cubano (Vezzetti, 2009: 142).

En esta primera parte del texto cobra relevancia el olvidado filosofo marxista francés Louis Althusser, que señalaba (retomando a Lenin) que la revolución fue posible en la Rusia zarista debido a “la acumulación y la exasperación de todas las contradicciones entonces posibles”, que pese a estar anclada (en muchos aspectos) en el Antiguo Régimen, poseía la vanguardia revolucionaria más avanzada, combativa y activa del viejo continente, donde se podía dar la existencia simultanea de “la fábrica más grande del mundo, la fábrica Putilov, que agrupaba 40.000 obreros y auxiliares, que se encontraba en Petrogrado y el estado medieval del campo”. Todo lo anterior hace que Althusser remarque que la revolución solo era posible en Rusia ya que estaba “a la vez, en retardo de por lo menos un siglo en relación con el mundo imperialista y, al mismo tiempo, a su cabeza” (Althusser, 1967: 77-78). Adicionalmente, la rapidez del proceso y la aceleración de los cambios producirá consecuencias que serán visibles durante la posterior historia soviética, como señalaba Isaac Deutscher, la Revolución de Octubre cargará y soportará lastres de la inconclusa revolución burguesa anterior, lo que lo llevara a afirmar que en el estalinismo posterior habrá una “amalgama del marxismo con el atraso primordial y salvaje de Rusia” (Deutscher, 1967: 606), no superado por las características del proceso ruso, “en retardo frente a la revolución burguesa y a la víspera de una revolución proletaria; gestando, por lo tanto, dos revoluciones, incapaz, aun postergando una, de contener la otra” (Althusser, 1967: 78).

En conclusión, Gómez García señala la importancia del proceso revolucionario, remarcando que, pese a los horrores estalinistas, a la supresión de la individualidad y los excesos contra la autodeterminación, no puede olvidarse o pasarse por alto el “ideal filosófico humanista” que inspiro la revolución como hito de la historia mundial y como inspiración para toda una serie de procesos análogos. La Revolución Rusa en general, ayudo según el texto a acabar o a cuestionar tres cosas: el orden feudal de los Romanov, el orden capitalista-imperialista y la interpretación ortodoxa marxista de la socialdemocracia alemana (p.14).

La segunda parte del texto, titulada “La Revolución Rusa”, se centra en la contextualización de dicho proceso, yendo desde el siglo XI, hasta los prolegómenos del estallido bolchevique. Es una sección del texto que intenta hacer una síntesis del proceso a grandes rasgos y que resalta todos los graves peligros que asumió el nuevo régimen en medio de una guerra civil, con participación e intereses extranjeros que culminó a finales de 1920 con la derrota de los ejércitos blancos y continuó con la compleja consolidación del modelo soviético.

La tercera parte, la más larga del libro, se titula “Breve Historia de Lenin” y consiste en una pequeña biografía de uno de los más importantes líderes del proceso revolucionario ruso. Lenin fue un personaje que sintetizó lo práctico y lo teórico, consagrándose como un intelectual en medio de la acción vertiginosa del devenir histórico y la vanguardia política, convirtiéndose en un referente para lo que algunos llamaron “intelectual comprometido”. Lenin logró resolver la dicotomía planteada por Jorge Gaitán Duran (1924-1962) en su Diario, donde consignó que el escritor burgués está “de acuerdo intelectualmente con el marxismo, pero no puede asumirlo humanamente” (Gaitán, 1975: 218). Sin duda, Lenin lo asumió completamente y hasta las últimas consecuencias, poniendo su vida en la primera línea y usando la “clarividencia del que sabe lo que quiere: un activo invaluable en situaciones confusas y cambiantes” (Negrete, 2017).

El profesor Gómez García señala en primer lugar las características inigualables y exóticas de la intelectualidad rusa, caracterizada por su “audacia, resistencia creativa y valor moral” (p. 45), para luego resaltar la influencia que sobre Lenin tuvieron el economista Nikolai Chernishevski (1828-1889) y el escritor Piotr Tkachov (1844-1886), no sin antes señalar los orígenes del líder bolchevique, proveniente de una familia acomodada, culta y progresista, así como el impacto del asesinato de su hermano, como producto de su participación en un atentado contra el Zar. En segundo lugar, se analiza la consolidación de la idea o concepción de un partido u organización de profesionales revolucionarios, llamados en algunas épocas “revolucionarios de tiempo completo”, que se constituye como la vanguardia que sabe leer las situaciones, aplicar la teoría, liderar a las masas y lograr imponer sus visiones a las mismas. Que sean “pocos, pero buenos” será la consigna de los bolcheviques, aplicada posteriormente por toda clase de grupúsculos de izquierda que se autodeclararon la vanguardia de la revolución de forma simultánea y conflictiva, leyendo en la mayoría de los casos el marxismo de forma maniquea y estática.

El profesor Juan Guillermo Gómez señala también la importancia de las lecciones que Lenin había interiorizado de la Comuna de París, el proceso fallido de 1905 (Lenin, 1961) y el desarrollo de los procesos en el Imperio Ruso: “Quizá la lección más determinante de los sucesos de 1905 para Lenin fue la reafirmación de que los sucesos históricos se pueden acelerar e ir por una ruta propia, ajena a los esquemas de la teoría marxista convencional” (p. 55). Otro tema señalado en este tercer capítulo y conectado con la actualidad es el de la llamada “guerra de la información” tan presente en las falacias desinformativas de los grandes medios actuales, solventados en su intención de favorecer intereses hegemónicos. La leyenda negra sobre la Revolución de Octubre se construyó desde el mismo triunfo bolchevique. “La guerra de la información y la desinformación, de la verdad, la semiverdad y las mentiras más asquerosas se puso al orden del día. El primer día de la revolución fue también el primer día de la contrarrevolución” (p. 65).

dona

 

Finalmente, el autor señala la alta dosis de improvisación presente en la consolidación del poder soviético cuando escribe de una manera bastante clara que “no había paradigmas a seguir, solo algunas lecciones librescas y vagos referentes sacados de la Comuna de París, en caso extremo. El presente era un abismo… Todo era improvisación extrema, un big bang político” (p. 66).

Posteriormente, se hace una exposición de la terrible guerra civil rusa, apenas obvia en medio de tan acelerados cambios y la creación de la Tercera Internacional. En cuanto a la primera, el autor señala que “la crueldad homicida, los odios de clase, los rasgos de valor, la consagración a la causa se combinaba para crear un nuevo Estado, una nueva sociedad, una nueva disciplinada cultura comunista” (p. 74), mientras que la Tercera Internacional fue una tentativa de coordinar la revolución global bajo la égida de los victoriosos bolcheviques, expandiendo el ideal de cambio por medio de los partidos comunistas del orbe. Cierra esta tercera parte el profesor Gómez García con una reflexión en torno a Lenin, al cual considera empáticamente como un “infatigable luchador” y “consagrado teórico” remarcando sus dos facetas como líder y agitador político; y como crítico, polemista, escritor y estudioso. “Solo tal vez Robespierre o Napoleón o Bolívar han conocido imágenes históricas más irreconciliables. Compenetrarnos con sus hechos, su personalidad y su valoración, es parte de nuestro deber como ciudadanos del mundo” (p. 80).

En la cuarta y última parte, titulada “Breve Bibliografía Comentada” el autor, siguiendo su afán pedagógico y divulgativo, brinda una bibliografía básica, introduciendo breves comentarios alrededor de los textos que pone en consideración del lector, y que enriquece en dos sentidos la lectura del texto. Por un lado, se hace una exposición de algunas novedades historiográficas y de clásicos de la temática, y por otro lado invita a historiadores y no historiadores a seguir profundizando en los temas por medio de una hoja de ruta.

El texto del profesor Juan Guillermo Gómez es un esfuerzo importantísimo porque intenta divulgar un tema complejo de manera accesible, seria y rigurosa. Constituye una propuesta de un profesor colombiano que intenta hablar sobre temas lejanos geográfica y temporalmente, algo poco habitual en nuestro medio, centrado en la mayoría de ocasiones en temáticas puramente nacionales. En algunas partes el texto es muy anecdótico, aspecto que es normal en un libro divulgativo y ameno en cuanto a la forma, sin embargo, presenta muchos errores de redacción que hubieran podido ser evitados y mermados con una edición más cuidadosa y meticulosa. Otros dos aspectos que quisiera resaltar son, por un lado, la ausencia de un acercamiento al impacto de la Revolución Rusa en América Latina, tema para el cual el profesor Gómez García está más que capacitado y que de seguro no emprendió por falta de tiempo a la hora de elaborar este aporte historiográfico que analiza sin temores un evento de una envergadura universal, desde la muchas veces autoexcluida Colombia, solo receptora de estos análisis, pero casi nunca productora de ellos. Por otro lado, quisiera llamar la atención sobre un aspecto que aparece al comienzo del texto y que tiene que ver con la supuesta contradicción entre la Revolución Rusa y la “inspiración filosófico-intelectual del pensador de Tréveris” (p. 9), cosa no del todo cierta, teniendo en cuenta al “Marx tardío” que se acercó a la “cuestión rusa” y modificó muchos de sus postulados iniciales. “La novedad del Marx tardío vendría dada por el corte definitivo con la perspectiva progresista/evolucionista, por su ampliación de la percepción de un desarrollo desigual del capitalismo, por la redefinición de una concepción materialista de la historia abierta, superando la noción de que existiría una suerte de Camino de la Historia que todas las sociedades deben recorrer” (Tarcus, 2008: 22). La reflexión anterior del historiador del marxismo Horacio Tarcus tiene relación con el debate en torno al llamado Modo de Producción Asiático y se conecta con algunos aspectos que expuso Maurice Godelier, antropólogo francés, que denominó “línea típica” al desarrollo capitalista de Europa occidental, resaltando que no fue la única trayectoria de desarrollo y de ninguna manera fue la más común en el mundo, ni se presentó en todos los lugares de la misma forma (Godelier, 1969: 58), lo que hace que la Revolución Rusa no sea tan descabellada, teniendo en cuenta sus mixturas, contradicciones y particularidades.

Para finalizar, no queda más que recomendar la lectura cuidadosa del texto reseñado como un trabajo valioso, riguroso y fluido, que merece una revisión atenta y seria.

Bibliografía

Althusser, Louis. 1967. La revolución teórica de Marx. México, Siglo Veintiuno Editores.
Deutscher, Isaac. “La revolución inconclusa”. En: Revista ECO N° 90 (1967).
Gaitán Duran, Jorge. 1975. “Diario”. En: Obra literaria de Jorge Gaitán Duran. Bogotá. Instituto Colombiano de Cultura.
Godelier, Maurice. 1969. “Modo de Producción Asiático y los esquemas marxistas de evolución de las sociedades”. En: Sobre el Modo de Producción Asiático. Barcelona, Ediciones Martínez Roca.
Lenin. 1961. La revolución de 1905. Moscú: Editorial Progreso.
Negrete, Rodrigo. “Moscú: el sonido y la furia”. En: Revista Nexos (2017). https://www.nexos.com.mx/?p=33927
Tarcus, Horacio. “¿Es el marxismo una filosofía de la historia? Marx, la teoría del progreso y la “cuestión rusa””. En: Andamios Vol. 4. N° 8 (2008).
Vezzetti, Hugo. 2009. Sobre violencia revolucionaria. Memorias y olvidos. Avellaneda, Siglo Veintiuno Editores.
Compartir