Ningún mensaje es inocente: Comunicación y fe en la visita pastoral.

Por: Héctor Delgado*

La visita del Papa Francisco a Colombia es de carácter político. Eso se infiere después del mensaje del pasado 4 de septiembre en el que destaca que: “la paz es la que Colombia busca desde hace mucho tiempo y trabaja para conseguirla. Una paz estable, duradera -subrayados del autor- para vernos y tratarnos como hermanos, nunca como enemigos. La paz nos recuerda que todos somos hijos de un mismo padre, que nos ama y nos consuela".

Enmarcada en el lema “Demos el primer paso”, la visita ha sido un fenómeno mediático en cuyo interior se conjugan mensajes de reconciliación y fe como una manera de neutralizar o matizar cualquier accionar político, en especial los ataques de una oposición que, pese a comulgar y asistir a misa cada domingo, respeta (todavía) la jerarquía de la Iglesia Católica.

Sin embargo, era cuestión de horas para que la visita saliera del clóset. Después de la declaración de Francisco, el senador y expresidente Álvaro Uribe remitió una carta en la que manifiesta los “reparos” -entrecomillado del autor- con respecto al Acuerdo de Paz, lo que contrasta con el mensaje de “conciliación” escrito tan solo una semana atrás en su cuenta de Twitter.

También a estas horas, el destituido procurador Alejandro Ordóñez sale en el espacio radial de Vicky Dávila en W, a sumar fuego en lo que respecta a la llegada de una figura que, pese a su carisma, es resistido por sectores conservadores de la Iglesia Católica.

Lo que importa no es la fe, a pesar de que ella sea una consigna. El mensaje del papa coincide línea a línea con las formas en las que el gobierno Santos ha gestionado la agenda de las negociaciones con las Farc y el posconflicto. Al escucharlo varias veces hay la impresión de un calco asombroso. Términos usados en los últimos cinco años, aparecen en la alocución sin aparecer forzados debido, en parte, al uso de palabras con carácter positivo, propias de la Iglesia Católica y del discurso del Papa.

Francisco ha actuado como un político, con una firmeza digna de Frank Underwood en sus mejores momentos. La reacción del presidente Juan Manuel Santos al resaltar su aporte al proceso con las Farc (paráfrasis: sin él, “hubiéramos tirado la toalla”), más que una fórmula de protocolo es el reconocimiento de que la Iglesia jugó un papel clave tanto en momentos de crisis como ahora, cuando la llegada de Francisco actúa como una “refrendación”, ésta sí desde la fe, de la necesidad de reconciliación para el país.

Es de admirar el ejercicio de filigrana que comenzamos a percibir en el entramado de la construcción de la paz colombiana. Independientemente de la fe y las creencias, el gobierno Santos ha marcado la pauta en la gestión de la controversial ronda de diálogos que condujo al Acuerdo de Paz con las Farc. El presidente quería inscribir su nombre en los libros de historia. A fe que lo logró.

*Opiniones que no representan ni comprometen a la entidad para la que trabajo.

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