Fanzines. Andante voces y trazos

arturo neira
Arturo Neira Gómez
Psicólogo y escritor.
Enorme satisfacción suscita, próximos al cruce de años 2022-2023, el retorno para los lectores, en el marco del Estallido Cultural por la Paz y por la Vida convocado por la Ministra de las Culturas, las Artes y los Saberes de Colombia Patricia Ariza, de los fanzines 'Andante Voces y Trazos', s15, 16, 17 y 18. En ellos la pluma de Andrés Barbosa Vivas, Francisco Urrea Pérez, Daniel Enrique Muñoz Torres, Andrés Elías Flórez Brum y el suscrito. Mil gracias a cada uno de ellos y al aliento recibido de Mercedes Vivas Benítez, Poesía de los Pueblos, madre del poeta Andrés Barbosa Vivas (Bogotá 1987 - 2010).
Arturo Neira Gómez (compilador).

 

Seis poemas de Andrés Barbosa Vivas1

Habré de ir / de puerta en puerta /
y de calle en calle / sin cuerpo para mí…

Sol2

Me gusta ver a Sol ponerse la bata azul con las cortinas abiertas

 

descubrir su pecho y beber su bondad

me gusta ver arder su belleza

poner con mi beso tres palomas en el viento que mira

recorrer la suavidad de sus manos como dedos que acarician el follaje.

 

Me gusta ver amanecer la vida con un remoto sabor a miel

y nuestros corazones jugando con la fragancia de las amapolas que

vierte pétalos al interior de la casa, mientras corren sus saltitos.

 

A su lado

en mis manos vacías florece la vida

y soy el hombre de bolsillos rotos más afortunado.

 

Esta noche

pude entregarle los poemas que aprendí

para cuando se me olvidaran las palabras

a quien el exilio había desnudado.

 

Cansado de estallar contra los muros

de morir de pie

partí a un paraje oscuro...

 

sólo vino la muerte a acompañarme.

 

Terrígena

Me atrae tanto la Tierra, que debo mirar al cielo

para soñar.

 

Una ciudad se erige entre montañas

como en una jaula de esmeraldas.

 

Yo sé clavar la mirada lejos

para saber hasta dónde va nuestra residencia

(la mente se fija más, mientras más se extiende)

y estoy tan descalzo, que me faltan alas

para recorrerla

o grandes raíces

para romper todos los muros.

 

De obsidiana

Vengo de la tierra mordida por los perros,

de las conspiraciones y los oprobios,

del frío plomizo sobre toda la existencia,

de la selva sabia y guerrera

al caos similar de las calles.

 

Vengo de las luchas intestinas,

no el feto desechado de la guerra,

el enfermizo impulso muscular por acrecentarse

y cómo a esta alma de acero le hablan las cosas elementales

le cuentan sus secretos

unas desarrollaron espinas ante la barbarie;

otras, bellos colores;

yo desarrollé mi silencio,

la capacidad mental,

la explosividad incesante que imprimo en cada uno de mis actos.

 

Soy de un material antiguo, probado por los sabios,

vengo del fondo de la Tierra, me forjó la tristeza

soy la santificación del dolor

mantente conmigo hasta el final y te daré un secreto

sólo a los más altos los revelo

mi alma es verde y doy visos negros.

 

Estancias

Soy del norte pobre, de debajo de las Lomas de nubes

hechas de estelas de aviones idos en picada de donde los desconocidos

nos saludamos

 

al toparnos

para sacudirnos el rótulo de ciudadanos.

 

Mi sombra de niño triste

vaga entre estas vías, casa de bahareque

y la posible luna

más resplandeciente que el oro,

en diminuto cuarto menguante.

 

Y antes de partir a la ciudad que amo

creo ver rostros de sus habitantes;

mientras descienden de los terraplenes

siento las yemas de la música rozarme el 

pecho

          lentamente.

viñeta

Poemas del libro Callenígenas

Francisco Urrea Pérez3

Despeñados

Se van desgraciando como un globo

      incendiado, después de fumarse las

                                          lunas y los estíos.

Sedientos de casi todo y plenos de vagas espesuras,

     dejan su piel a la intemperie sobre el vasto hormigón,

                                 con sus almas raídas por el desprecio.

Se desploman lentos y nauseabundos camino de la morgue.

 

Mirada errante

En la corriente del río ya seco donde se lava el alma

Tenebrosa sequía que calcina toda esperanza

Aúlla allí, la mirada errante.

 

Resonancias

Por allá, donde taladra el alma.

Se vierten imágenes, voces, olores y sabores, todos gratos.

Ese aroma de café recién hecho y luego,

          esa dulce voz, que llama al desayuno,

                                         al almuerzo y a la cena.

Son ecos desconocidos que se explayan

           en la desesperanza y se nutren con el

                                                   hambre y la miseria.

 

Crudeza

Andaduras pedantes en el juego sucio de la vida,

 convertidas en pasos heridos por la indigencia.

Pasos que otros olvidaron, que los propios botaron y los

 transeúntes consideran de su no incumbencia.

Son los pasos tirados en la calle, que solo tienen la calle

 por verdugo y la calle por compañera.

 

Me llaman

Son unas voces que vienen de adentro.

Ecos, cantos, susurros.

Verbitos de arena solazándose sobre

      una playa lúcida camino de la esquizofrenia.

Tal vez sea que mi voz de arena

                 es una piedra que me parte la existencia.

 

Abrazo de calle

Cerrar bien el puño para golpear la existencia. Esa vida  que llevo sin ti y sin mí.

Mi golpe cual badajo es una campanada,

                  un tañer para quien no me puede escuchar, tú.

Mi mano cerrada es un manto dentro del cual te abrigo

                              para que de mi memoria no te mueras.

No quiero olvidarte. No puedo olvidarte. De mi ya me olvidé.

Solo me quedas tú y a ti me abrazo.

Abrázame fuerte, calle mía, calle amiga, siempre tú.

 

Pasan

Tengo el hambre herida de pan y muerte.

Mi hambre tiene sed y mi sed hurga en el piso frio una limosna.

Los humanos pasan y como inhumanos pasan.

 

A contramano

Gustoso sería mi propio buitre una vez

                     que me abrace la Dama Altiva.

Devorar mis entrañas, antes que diseccionen

      mi cadáver, esos con licencia para profanar

                humanidades y descuartizar con sierra

                              y bisturí a los muertos.

Pero que esos asesinos de bata blanca, también

               tiemblen… Con el mismo bisturí y la sierra

                     que descuartizares, con ese bisturí y con

                             esa misma sierra seréis descuartizados.

 

Calle posada

La calle es un albergue y también está de paso.

Tiene callejos agujeros en vez de puertas y ventanas.

Neblinas por sábanas.

Duros y alargados tálamos de asfaltos y hormigones.

 Faroles fríos, distantes, tristes, de indescifrables miradas.

La calle hospeda mientras sale el alba,

                                           sabe que es calle y no morada.

 

Dignidad

Con la edad sin viento

habito la edad postrera

digno de mi indigencia

y orgulloso de no esconderla.

Trituro el tiempo

y me regocijo en este quicio

de espaldas a la puerta que me esquiva.

 

No me ignores

Mis pies están descalzos, tan descalzos como mi ilusión.

Mírame y dame aunque sea tu harapienta sonrisa.

viñeta

Daniel Enrique Muñoz Torres

La tinta roja4

 A María Mercedes Carranza.

 

Fueron muchas las farsas, las mentiras del poder.

Mi corazón late mientras corre despavorido sobre las zanjas ocultas de estas tierras.

¡Como quisiera estar viajando sobre estas nubes con rayos equis en mis ojos!

Para descubrir toda la desgracia,

causada por los que hicieron del territorio de los mwyscas dizque la tierra de Colón.

De esos Mwyscas que murieron asesinados,

desaparecidos con todo y su religión, su belleza, su música, su idioma, su raza y su cultura.

 

Siguen muriendo hoy sus hermanos,

sobre la tierra de los cóndores y de las grandes alturas

a manos de la gente maldita,

danzante de la muerte que vinieron a construir aquí el infierno de su Dante.

 

Como un Sísifo asesino y moderno,

suben y bajan de las montañas, una y otra vez, obsesivamente,

tiñendo la tierra por fuera y por dentro con la tinta roja de la vida muerta.

 

Quizás no quede ni agua pura,

tan solo las lágrimas saladas de nuestros ojos tristes…

viñeta

Andrés Elías Flórez Brum

Los desplazados5

LLEGARON AL CENTRO comercial. Entraron por la puerta número uno.

Nadie los vio, por supuesto.

Se sentaron en una banca del primer piso y pusieron a sus espaldas las pertenencias que traían en una caja de cartón.

La gente iba y venía. Unas personas ahítas de pizza y otras lamiendo sus conos del domingo.

Al frente, en la vitrina, un maniquí lucía saco, corbata y bufanda. Al fondo, hacia la entrada lateral, se oía el traqueteo de los jóvenes y niños jugando con las maquinitas tragamonedas.

El hombre tenía la camisa manchada y con un solo botón en el ombligo. El pantalón recogido en las pantorrillas como cuando va a la trocha y retorna al rancho con un racimo de plátanos Pero…, ahora, en la banca, el pelo ralo y desordenado, de cinco días de trasnocho. Pálido y desdentado, le hablaba con insistencia a su mujer. Como

convenciéndola para seguir sobreviviendo. Ella, también pálida y demacrada, miraba largo, sólo pensando. Pensaba en la gallina que se había quedado al otro lado del alambre. Pensaba en el boquete de la hoja de la puerta que habían astillado los disparos. Pensaba, quizá, en el pasto de su vereda y que algunas hojas tienen forma de corazón.

La gente iba y venía. Sin advertirlos, sin saber siguiera, por supuesto, que estamos en guerra.

viñeta

Arturo Neira Gómez

Marcha fúnebre

… aquello era tan solemne, que le daban a uno ganas de morirse también.

El lector del cuento sobre la “guerra civil no declarada” de los 50 y 60 de Jairo Mercado Romero (Corozal 1941 – Bogotá 2003), donde se halla esta frase, se identificaba con el inmolado y los dolientes, en la atmósfera de la violencia que prosiguió, cuyos horrores ahora ensombrecían y envilecían el nuevo siglo.

Pero la miseria, el dolor moral, que abatía al lector y encontraba refugio en su ideación de muerte, no era causado propiamente por esa identificación, sino por haber comprobado que algunos de sus paisanos e incluso parientes, a cambio de privilegios (tierras, contratos, viajes, confort, reconocimientos...), estaban del lado y al servicio de los victimarios.

Bogotá, 11 marzo 2020

1 Andrés Barbosa Vivas (Bogotá, 1987–2010). Del fanzine Nº 16, seis poemas de su libro póstumo Corazón de Partisano –Poesía Reunida-. Prólogo: José Luis Díazgranados. Ediciones Exilio, Hernán Vargascarreño. Compiló: Mercedes Vivas Benítez. 613 páginas. Impresión: Gente Nueva Editorial. Bogotá 2021.
2 Escrito a los 14 años.
3 Framcisco Urréa Pérez. Bogotá, 1956. Abogado, psicólogo, poeta y escritor. No contestas mis ecos, su último libro publicado. Ediciones Cátedra Pedagógica, Bogotá 2021. Estos poemas son tomados del libro V Callenígenas, contenido en su obra de poemas Amarrando Adioses, Ediciones Cátedra Pedagógica, Bogotá 2017.
4 Daniel Enrique Muñoz Torres. Bogotá, 1954. Abogado y poeta. Fuente: blog.analisislamancha.wixsite.com/misitio/post/la-tinta-roja-poema-dedicado-a-maria-mercedes-carranza 14/nov./2021.
5 Andrés Elías Flórez Brum. Sahagún, Córdoba. Poeta, cuentista y novelista. Especializado en literatura hispanoamericana y Magister en literatura

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