Algunas puntadas sobre la situación actual y las elecciones presidenciales de 2018

Por: Mauricio Vargas González

Robledo está llamando a votar por Fajardo, pero es un llamado sin ningún contenido económico, ya que el candidato en este sentido no se distingue de los demás aspirantes a la Presidencia a excepción de Gustavo Petro, quien ha planteado una reforma económica fundamental: Transformar el aparato productivo del país para salir del modelo extractivista hacia uno alrededor de las energías limpias, el agua y la agricultura.

Curioso, teniendo en cuenta que hasta hace poco lo económico era precisamente la piedra angular de la política del Polo-Moir.

El Partido del Trabajo de Colombia, PTC, ha considerado que no es la contradicción entre la nación y el imperialismo, es decir, el neoliberalismo, lo fundamental en esta coyuntura, sino la del país, la civilización, las clases populares y la élite urbana frente a los terratenientes, la mafia y el paramilitarismo la contradicción principal, es decir, la Paz.

Y este –el PTC-, aun cuando su compromiso institucional lo liga a la Coalición Colombia, sigue insistiendo en la “Enorme Coalición”, toda vez que consideramos que es tan valioso Petro como Fajardo, que requerimos del concurso del Partido Liberal y demás sectores democráticos del país que participaron en el SÍ en el Plebiscito por la Paz como Clara López, el Partido de la U, conservadores e independientes.

Si bien la corrupción y los paros de Chocó, Buenaventura, Urabá, el del magisterio entre otros permiten soñar con la posibilidad de canalizar la indignación nacional hacia una candidatura progresista, es una apuesta arriesgada, máxime cuando está en juego el Estado de Derecho y las mínimas condiciones civilizadas para hacer política y lucha social.

Ahora bien, tenemos que ser prudentes, aquí lo fundamental es impedir el retorno de los Señores de la Guerra, evitar que el uribismo haga trizas los acuerdos y que Vargas suba al Palacio de Nariño a echar para atrás lo que tanto esfuerzo implicó en la implementación de los Acuerdos de la Habana como la JEP, entre otros. Su llegada impediría ampliar la participación política. Un regreso de las FARC a las armas es un retroceso para toda la izquierda y para la democracia misma.

Las encuestas son significativas pero no miden la correlación de fuerzas y las condiciones políticas de un país aún dominado por la violencia con más de un centenar de líderes asesinados en los últimos meses, donde hasta hace poco se registró un paro armado que coincidió con la marcha uribista del odio y la guerra. Y en donde la policía política de Vargas Lleras continúa actuando de manera infame, como apreciamos con el encarcelamiento de Marcelo Torres por atreverse a derrotar a la Gata –mafiosa– en Magangué.

Según una reciente investigación de la Corporación Arcoiris, hay 500 municipios, 14 ciudades intermedias, aproximadamente 6 millones de votos que están amarrados por la compraventa, la trashumancia y la coacción electoral. Es decir, el solo voto de opinión es insuficiente y el carisma que tenga un candidato –del campo democrático– por mucho que sea, también lo es.

Plantear que la Paz es una página superada es afirmar que el uribismo ya está derrotado, cuando el caudillo de la acción intrépida goza de plena popularidad… Es nefasta la macartización y calificación de Robledo a sus aliados naturales como “Santistas” y la de Claudia López al partido liberal como un lastre. Dividen la corriente democrática y llevan agua al molino de la derecha colombiana.

Hoy vemos cómo la extrema derecha se unifica en una candidatura única y Uribe y Vargas Lleras toman tinto dando a entender que, gane quien gane, harán coalición de gobierno con total facilidad. Diferente a lo que vivió el actual gobierno que padeció la más férrea oposición a la implementación de la Paz mientras en lo económico hubo un amistoso entendimiento, sin mencionar la solidaridad de cuerpo cuando sobrevinieron los escándalos de corrupción.

La división y la imposibilidad de coincidencia entre los distintos exponentes de la democracia colombiana es preocupante. Petro es el único que ha estado llamando a una unidad generosamente.

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Finalmente, mi voto al Senado es por Yezid García -#6 Alianza Verde- el mayor defensor de Petro y la Bogotá Humana durante su Alcaldía en Bogotá, destacado defensor del trabajo, la industria nacional y de los trabajadores. Tuvo Yezid que enfrentar una de las peores arremetidas conocidas de la prensa, la clase política y los grandes emporios económicos contra el Alcalde progresista, estuvo hasta el final y fue el más coherente defensor de las medidas ambientales, sociales, de transporte, de educación y cultura implementadas por este gobierno de avanzada.

Y a la Cámara por Antioquia por Pedro Chica -#102 Alianza Verde-, sobresaliente defensor de la población civil, los derechos humanos y la Paz durante su ejercicio profesional en el Oriente Antioqueño y el sur el país. Pedro estuvo inmerso en todo ese mundo surrealista y crudo del conflicto armado que asoló la subregión antioqueña siempre al lado de las víctimas y de la ciudadanía aún con la precariedad del Estado y los inminentes peligros que esta valerosa labor implicaba.

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