El fin del confinamiento obligatorio ¿Reactivación económica o estancamiento con riesgo de recaída?

Por: Arturo Cancino Cadena
Desde el 1º de septiembre Colombia abandona las medidas de confinamiento obligatorio que mantuvo desde la cuarta semana de marzo, cinco meses aunque no sin varias excepciones tempranas, cabe recordar. Así lo decidió y anunció el presidente Duque, para quien el manejo que su gobierno le ha dado a la pandemia ha sido acertado y “basado en la ciencia”, sin errores que valga la pena reconocer o lamentar.
La decisión se apoya en el argumento de que hemos alcanzado ya el pico del contagio en muchas grandes ciudades y en otras estamos a punto de hacerlo, según la información estadística y las proyecciones del Instituto Nacional de Salud, INS. Pero es claro que pesa mucho más un repertorio de presiones económicas canalizadas por los gremios empresariales, especialmente el de los comerciantes, para lograr cuanto antes un teórico regreso a la normalidad. Sin mucha preocupación sobre los estragos en la salud de sus trabajadores y clientes por un posible rebrote del contagio -tan funesto para las personas como para la economía- los dueños de los negocios repiten con el gobierno el estribillo de que la reapertura se hará observando “el cumplimiento estricto de los protocolos de bioseguridad”. Pero muchos anteponen sus intereses particulares a la prevención sanitaria. Eso se refleja en su resistencia a medidas como el aforo máximo seguro en espacios cerrados o a las restricciones de los alcaldes en cuanto a días y horarios laborables para evitar aglomeraciones.