"Libertad de Expresión" e Hipocresía Occidental

Por: Marcos Cruz Ladino¹

“Nosotros somos esclavos, disfrutamos de nuestras pequeñas elecciones libres pero en términos globales recibimos unas coordenadas impuestas”.
Slavoj Žižek

Conmueve la masacre de los 12 periodistas franceses del semanario Charlie Hedbo, como conmueve el asesinato selectivo de periodistas que en México o Colombia caen producto de sus manifestaciones en contra de determinados y oscuros poderes. En México según la CDNH fueron masacrados cerca de 60 periodistas tan solo en 2014 y en Colombia, a lo largo de ésta década su número es similar al de México en todo un año. Cifras escalofriantes y que deberían llamar la atención de los adalides de la “libertad de expresión”. Por eso, deben conmovernos la muerte de estos periodistas en Francia, como los de cualquier otro rincón del mundo.

Como deberían también conmovernos los cientos de miles de asesinados durante las numerosas incursiones israelíes a Palestina o Siria. O bien de las también numerosas incursiones que en nombre de la "libertad" de las potencias Occidentales, masacraron a cientos de periodistas y civiles de todo orden en países como Libia e Irak y en donde las "almas" que se pierden, se pierden también en el silencio de la industria mediática mundial. Porque de éstos periodistas, de estos civiles, de éstos seres humanos, no solo poca repercusión mediática se genera, sino que muchas veces son intencionalmente acallados por la gran prensa mundial. La misma que hoy se solidariza con el semanario parisino.

Una prensa hegemónica que hace de esta tragedia un evento mundial y la presenta como indignante contra "Occidente", generando no solo una fuerte repercusión mediática, sino un golpe de opinión (que instala en el imaginario colectivo este dolor, como parte de la agenda pública mundial) por tratarse de un ataque al corazón de la "civilización", (de allí las repercusiones mundiales de solidaridad de las últimas horas). Sin embargo, dichas manifestaciones de dolor no las vemos, ni las vimos reproducirse mediáticamente ante las masacres originadas y planificadas desde el corazón mismo de la modernidad colonial. Del centro mismo del poder mundial, que es de donde salen las armas y los estereotipos xenófobos y racistas que alimentan el odio, desde su lógica civilizatoria, moderna, liberal y occidental que busca combatir siempre a la “barbarie” y al “salvajismo”. Lógicas reproducidas desde la caricaturización del mundo subalterno, del mundo árabe inclusive, donde se nos representa en películas, en entretenimiento berreta, (pero con un discurso alienante muy poderoso) lo que debe marcar la pauta de quien es el “bárbaro” y el “cobarde”, es decir el enemigo que ha de ser común y de la que incluso un determinado intelectualismo también ha hecho su oprobiosa contribución como son los casos de Samuel Huntington en Choque de Civilizaciones o de Giovanni Sartori en la Sociedad Multiétnica<, donde en sus producciones resaltan el etnocentrismo y el racismo de “Occidente” erigiéndose como el adalid de la libertad y quien está destinado a arrogarse el derecho de juzgar y evaluar el comportamiento de esos “bárbaros”.

En juego están sin embargo los intereses de quienes aprovechan estas circunstancias, para que casualmente ante el dolor de ésta tragedia, suba de nuevo el precio del petróleo y la derecha xenófoba francesa y europea, con Le Pen a la cabeza, articulen su fanatismo racista contra quienes "no son de la casa". Y continúe y se justifique una vez más una de las numerosas cacerías de brujas, para la cual no sobrarán motivos por ejemplo, para una nueva intervención en Oriente Medio. Claro, entiéndase que en ese Oriente Medio no figuran os Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí o Jordania, donde curiosamente el Islam es para "Occidente" más democrático que el "otro" Islam, el que se profesa en Siria o Irán y donde seguramente los valores morales de éstos aliados, se alinean también a los valores cristianos occidentales. Porque de éstos poca critica recibimos los “occidentales” o por lo menos los medios de “Occidente”, poco nos “ilustran”.

En cuanto al reclamo por la “libertad de expresión” que desató el crimen parisino, vemos también como hay un doble discurso y se reproduce la hipocresía de quienes hacen eco de la tragedia, pero como indicaba anteriormente callan ante los crímenes y vejámenes que se desatan desde los centros de dominación y poder mundial. Induciendo a creer que existen vidas que deben valorarse más que otras. Y eso fomenta y reproduce una mentalidad colonizada. Porque nos conmueve y duele la masacre de los periodistas franceses, pero de ahí a que haya una movilización mundial al respecto, mientras se callan los crímenes que se dan en otras latitudes del mundo es hipócrita. Y más aún si quienes padecen las tragedias y tratan de conmovernos bajo la sensibilidad y el dolor, son quienes patrocinan y fomentan los vejámenes y crímenes de humanidad en países periféricos. Eso es definitivamente, desde mi observación, absolutamente condenable y proclive a señalarse de hipócritas en sus prácticas y en las formas como se manipula una tragedia, que es exclusiva de los franceses, pero se nos induce a asumirlo como un dolo de la humanidad (que está bien hacerlo, pero no bajo la figura colonial qué es como se nos presenta).

Porque si fuera lo humano lo que nos moviliza y se condenara toda práctica social violenta contra cualquier grupo humano, con la misma logística y reproducción de medios como lo presentaron en este caso, o como fue el 11/S o las bombas de Madrid y Londres, es válida la solidaridad e igualmente dramáticas y condenables las masacres en Palestina, Siria, Afganistán, Irak, Libia (patrocinadas desde Occidente) o la condena a muerte por inanición de cientos de chicos de África y América Latina por las prácticas financieras y comerciales que asfixian las economías más vulnerables de estas regiones. O por los cientos de asesinatos y la tragedia colectiva que viven Estados, incluso alineados a la lógica de los poderosos como lo son Colombia y México donde el feminicidio y el conflicto social y armado son pan de cada día y dónde los intereses de esos poderosos influyen para que estos conflictos, sigan reproduciéndose.

Así las cosas, si la logística y cobertura de medios fuera igual; si lo que nos movilizara fuera realmente la humanidad, créanme que ésta humanidad sería igualmente diferente. De allí que no crea en el propósito noble de solidaridad ante la información, de quienes piden a voces la expansión de libertad de expresión, pero acallan las voces de los que se subordinan a su poder e intereses y omiten intencionalmente que se reproduzca pluralmente la diversidad de voces o el aceptar que el espectro radio eléctrico sea público. De ésta hipocresía hablo, de los mismos que defienden la “libre expresión”, atacando con su impresionante poder, a cuanto intente hacerles crítica y proponga la reducción monopólica de medios en beneficio del colectivo social.

Así que no es de extrañar que quienes han salido en bandada a vociferar en nombre de la denominada libertad de expresión, son quienes más aire, voz y medios tienen. Siempre, entiéndase bien con el beneplácito del establecimiento financiero que las auspicia y que contribuyen desde sus editoriales a posicionar la posición dominante de la cultura. 

1)Licenciado en Ciencias Sociales. Candidato a Magister en Antropología Social. Investigador en Políticas de la Memoria y en estudios etnográficos sobre violencias en América Latina. Consultor Internacional en derechos Migratorios.

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