Internacional

Los «chalecos amarillos»: un objeto social no identificado

Por: Eduardo Febbro

La secuencia de insurrección social abierta a mediados de noviembre de 2018 por los «chalecos amarillos» sigue pesando sobre el mandato del presidente Emmanuel Macron. El Poder Ejecutivo francés apostó por la extenuación de este movimiento que surgió en octubre en las redes sociales –Change.org, Facebook– pero, en vez de dislocarse, los «chalecos amarillos» se afianzaron como voz legítima y terminaron abriendo una secuencia política y otra institucional que condicionan los pasos del gobierno.

La lógica de producción y consumo capitalista ha generado una crisis social y ambiental

Por: Silvia Ribeiro

Ante un auditorio compuesto por estudiantes, docentes y activistas sociales, la investigadora Silvia Ribeiro del Grupo ETC, expuso respecto a las consecuencias que tiene el acelerado proceso de desarrollo tecnológico impulsado por las grandes corporaciones. Indicó que vivimos “una debacle ambiental y social” que no puede ser resuelta bajo la lógica de acumulación capitalista.

La democracia brasileña al borde del abismo

Por: Mark Weisbrot.

El Estado de derecho y la independencia del poder judicial son logros frágiles en muchos países; ambos son susceptibles a reveses abruptos. Brasil, el último país del mundo occidental en abolir la esclavitud, es una democracia bastante joven, pues salió de una dictadura apenas hace tres décadas. En los dos últimos años, lo que pudo haber sido un avance histórico —el gobierno del Partido de los Trabajadores le otorgó autonomía al poder judicial para investigar y procesar la corrupción en el gobierno— se ha convertido en lo contrario. En consecuencia, la democracia de Brasil ahora es más débil que en cualquier otro momento desde el fin del gobierno militar.

La decadencia Norteamericana.

Por: Mauricio Botero Montoya

A fines del siglo anterior un diplomático inglés le decía a un joven historiador estadounidense que él había alcanzado a ver el fin del predominio del Reino Unido y el auge de Estados Unidos, y le advirtió que a este le correspondería ver el auge chino y el descenso norteamericano. Por lo pronto los síntomas son claros, una deuda exterior creciente debido a sus guerras en oriente. Un caudaloso desprestigio por las barbaridades cometidas en ellas. Una concentración de la riqueza en pocas manos que eroda a la clase media. Y sobre todo la perdida en las últimas tres décadas del liderazgo mundial. No se trata solo de Mr. Trump que es ya la caricatura extrema del fenómeno. Desde la guerra de Vietnam en la cual no solo salen vencidos sino algo peor, desacreditados. Hasta las guerras en Afganistán, Irak, y Libia, país este último que sufrió un ataque informático para justificar la remoción del gobierno, de cuyo gobernante decía con sorna cesariana Mrs. Clinton “llegué, vi, y se murió”. Aseguró ella que lo que vendría seria democrático y próspero, hoy allí un hombre vale 400 dólares vendido como esclavo. Sí. La guerra de liberación a punta de bombas “inteligentes” retrotrajo el país a la esclavitud abierta en mercado público. En Irak derrocaron al gobierno acusándolo falsamente ante la ONU de poseer armas prohibidas. Lo derrocaron, le hicieron una semblanza de juicio y ejecutaron. A los agresores ¿quién los juzgo? Mataron a cien mil civiles inocentes, pero al que dio la orden del bombardeo no lo juzgaron en el senado, senado que estuvo a punto de derrocar a su predecesor por un engaño marital… La doble moral es tan palmaria que uno de sus mayores pensadores, Chomsky, titula un capítulo de su obra calificando a Estados Unidos como la mayor maquinaria del terrorismo mundial.