Y llegó Donald Trump

Por: Pascual Amézquita Zárate.

¿Por qué ganó Donald Trump las elecciones a la presidencia de Estados Unidos? ¿Qué efectos traerá? Lo que se está presenciando es una especie de movimiento de las capas tectónicas de la tierra, en este caso del capitalismo, que se traducirá en un terremoto geopolítico no visto desde la caída del Muro de Berlín en 1989.

Detrás del triunfo de Trump (y del brexit, la salida británica de la Unión Europea) se puede vislumbrar la misma causa, los destrozos de la globalización neoliberal. No es mera coincidencia que en los mismos países donde se puso en marcha el modelo neoliberal de Reagan y de Thatcher, ahora hayan ganado los promotores del llamado a clausurar uno de los componentes de ese modelo, la globalización.

Esa globalización –propulsada con toda su fuerza cuando terminó la Guerra Fría–, fue vendida como el medio para aumentar la riqueza del mundo por la mayor producción de mercancías a un menor costo. Realmente eso es lo que ha pasado, pero lo que no se dejó decir es que se haría empobreciendo aún más a la clase obrera (incluida la de las potencias), moviendo las fábricas hacia los países donde los salarios son más bajos, dándole vía libre a la concentración del capital –fuerza motriz del capitalismo– y destruyendo el planeta. Los ganadores: apenas unos 300 o 400 billonarios en todo el planeta, ante todo gringos.

En 1990 muy pocos se percataron de todos estos efectos, y mucho menos fueron escuchados. Por el contrario, fueron acallados. En Colombia, de manera solitaria se elevó la pluma de Francisco Mosquera para anunciar, por no decir profetizar, esos efectos de la globalización neoliberal.

La clase obrera del mundo, golpeada y debilitada por la sangrienta arremetida de la década de 1980, se opuso a la globalización neoliberal a sabiendas de lo que significaría para sus ya disminuidos ingresos. Y en el caso de Colombia, Mosquera llamó al sector industrial a formar una alianza “para defender lo nuestro” y evitar convertir al país en una gran maquila, el camino del saqueo. Pero, ni los obreros de las potencias ni los de las neocolonias pudieron contener la arremetida.

Una premonitoria gran manifestación contra lo que se estaba cocinando ocurrió en Seattle (Estados Unidos) en 1999, contra una reunión de la Organización Mundial del Comercio allí celebrada.

Trump (y el brexit) ganaron cabalgando sobre los negativos efectos de la globalización en sus fronteras. Han aprovechado el descontento de la llamada clase media, golpeada por la apertura mundial. Esa clase media en las dos potencias no es otra cosa que millones de trabajadores que perdieron sus puestos en la gran industria y ahora deben conformarse con ocupaciones en el sector de los servicios, mal pagados y poco estables. Además, un grupo no cuantificado de empresarios que producían bajo el paraguas de las grandes empresas. Con la globalización algunos pudieron trasladar su negocio a México o a China, pero el resto, la gran mayoría, sencillamente desapareció.

Sanders, el otro candidato Demócrata, a nombre del socialismo también hizo su campaña prometiendo enfrentar los destrozos del neoliberalismo en su país. Pero la maquinaria de su partido lo trituró.

A favor de Trump también contó el voto de los que creen que el problema deriva de la entrada de los inmigrantes latinos, africanos y asiáticos.

A ese descontento que podría llamarse objetivo, la campaña de Trump sumó miedos de índole religioso y moral exacerbados por el creciente temor frente al porvenir, es decir, la estabilidad laboral, la posesión de la casa y el carro, que objetivamente amenazados por las circunstancias económicas son ahora presentados, en hábil maniobra propagandística, como revancha de los dioses y los inmigrantes por la pérdida de los valores.

“Hacer grande otra vez a Estados Unidos” y “Recuperemos el control” fueron las consignas de Trump y de los brexit respectivamente. Lo que de fondo traen estas frases es la pelea de la derecha contra la globalización.

Pero no se puede perder de vista un componente más, válido para ambas elecciones: No bastaba la fuerza de los obreros y capas medias de la sociedad para imponer el triunfo de la derecha, por más propaganda efectista que se usara. Era necesario contar con el respaldo de un sector de la clase capitalista más adinerada, como en efecto ocurrió. Valga recordar que el triunfo de Hitler también tuvo el respaldo de los grandes empresarios alemanes.

Aunque la alta dirigencia del Partido Republicano intentó oponerle a Trump más de una docena de candidatos, finalmente todos se decantaron por este, en busca de sus intereses. Es más, los primeros nombramientos hechos por el ganador para su futuro gabinete son personas reconocidas en el establecimiento gringo, que nunca abandonaron al multimillonario ganador. Las razones de su apoyo se develarán cuando empiece el gobierno.

El gobierno de Trump

La prensa, tanto la favorable a Trump como la que no, se dedicó a remarcar los asuntos más chuscos de su campaña, pero dejaron relegada a nota marginal parte significativa de los anuncios de fondo. Una buena guía para avizorar lo que viene será señalar que aquello que recibió mayor despliegue no se ejecutará y en cambio sí lo menos resaltado. Habrá tiempo para analizar más aspectos, pero de momento vale la pena referirse a los más impactantes.

Quizá el más importante sea el manejo fiscal. No hay duda de que cumplirá con el anuncio de rebajar los impuestos para los millonarios y billonarios, a la par que recortará los gastos para la gran masa, en particular los referidos a salud y educación. En ello lo acompaña la derecha republicana que ha venido fortaleciéndose y que se hizo al control del Congreso, además de no pocos Demócratas.

Otro anuncio que también se cumplirá tiene que ver con la regulación al sector financiero. No obstante ser los banqueros el motor de la crisis de la globalización, Trump ofreció levantar las pocas restricciones que hoy quedan.

El Acta Patriótica (especie de ley marcial o de estatuto de seguridad que rige en Estados Unidos para la seguridad nacional y que permite hasta la tortura) que no pudo derogar Obama, será aplicada sin contemplaciones, más ahora cuando los enfrentamientos raciales se han vuelto comunes y hasta el Ku Kux Klan (organización político-religiosa que recuerda a los inquisidores de la edad media hasta en su atuendo) ha revivido apoyando a Trump.

Se le criticó al ganador no conocer nada más allá de las fronteras de Estados Unidos en cuanto a geopolítica. Pues bien, los nombramientos hechos indican que deja esos espinosos asuntos en manos de los Halcones, grupo ultraderechista y guerrerista como ninguno, el mismo que estuvo al mando durante el gobierno de los Bush. A no dudarlo, la tenebrosa mano de Kissinger aparecerá por ahí. Pero para disgusto de los cubanos afincados en Miami, no es probable que deshagan los avances de Obama con la Isla, pues China anda al acecho del menor descuido gringo.

Asunto crucial es el de los tratados comerciales, en particular el que tiene con Canadá y México, el NAFTA. Trump afirmó que lo va a renegociar, a la par que anuncia aumentar los impuestos de importación a las automotrices gringas. La complejidad del tema obliga a dejar su análisis para próxima ocasión, no sin advertir que en cualquier caso será para imponerle más cargas a México. La mejor opción, acabarlo, está lejos de ocurrir.

Ah, y en cuanto al muro fronterizo, ya una empresa cementera mexicana anunció que lo construiría.

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