Usme por fin tendrá su parque arqueológico.

Aparición de restos y utensilios en 2007 dio inicio a proceso de comunidad para defender patrimonio.
La llamada Mesa Usmeka ha luchado por la reivindicación de sus derechos de conservación de la memoria y del territorio que habita
Tomado de EL TIEMPO 15 de agosto de 2020
Por: Luis Alberto Sanabria Acevedo*
En memoria de Jaime Beltrán.

El 20 de marzo de 2007, en EL TIEMPO apareció una noticia con el título ‘Investigan los extraños restos hallados en un lote de Usme’. La nota daba cuenta del hallazgo de centenares de huesos y utensilios de cerámica que quedaron al descubierto por el paso de las retroexcavadoras en el desarrollo de las obras para la construcción de un megaproyecto de viviendas de interés social gestionado por Metrovivienda.

Jaime Beltrán, líder campesino, fue quien denunció la aparición de estos objetos ante las autoridades locales. Para descartar que se tratara de una fosa común, el personero local solicitó la presencia de la Fiscalía, organismo que dictaminó que por la forma en que se encontraban los restos podrían corresponder a vestigios de la época prehispánica.

Así que se dio aviso al Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH), organismo encargado de la protección del patrimonio arqueológico, que dictaminó la necesidad de suspender las obras para hacer los estudios de arqueología preventiva.

Beltrán me contó que los campesinos se percataron de los vestigios porque mantenían una actitud vigilante sobre Metrovivienda, “advirtiendo que los trabajos de expansión urbana que esta entidad venía realizando tenían muchos vicios de procedimiento y no cumplían con todos los requerimientos y estudios que deberían hacer. Seguramente hubieran tapado todo el hallazgo arqueológico y no hubieran dicho nada, pues ¿por qué después de casi dos años de trabajo (desde finales de 2005) no denunciaron que habían aflorado huesos y restos líticos de un hallazgo arqueológico?”.

La temible expansión

La pugna entre los campesinos y Metrovivienda venía desde finales de los años 90, cuando las autoridades distritales declararon una buena porción de tierra rural de la localidad como área de expansión urbana para construir viviendas de interés social.

De allí surgió la Operación Estratégica Nuevo Usme, proyecto urbanizador gigante que ocuparía 800 hectáreas que muchos campesinos fueron obligados a vender a precios inferiores a diez mil pesos el metro cuadrado, con mecanismos como la expropiación.

Otros se mantuvieron en actitud de resistencia, buscando los recursos legales que los defendiesen de lo que ellos consideraban un desplazamiento hecho desde la administración.

Como antecedente de este proyecto estaba la Ciudadela Nueva Usme, construida entre 2001 y 2002, con unas 7.000 viviendas de interés social, con las que Metrovivienda se proponía combatir la urbanización pirata que venía absorbiendo terrenos rurales.

Pero parece que el remedio resultó peor que la enfermedad, pues la ciudadela se convirtió en un gran foco contaminante del río Tunjuelo y se hizo sin prever problemáticas que aparecerían por las condiciones socioeconómicas de 35.000 nuevos habitantes de diferentes procedencias, entre ellas el desplazamiento forzado.

Eso explica la férrea oposición y el miedo que generó la Operación Estratégica Nuevo Usme, que aspiraba a crear 53.000 viviendas de interés social para más de 250.000 personas. Sin embargo, ningún argumento esgrimido por la comunidad contra la expansión urbana tuvo valor para Metrovivienda, que empezó a ejecutar las obras del proyecto en 2005 y que solo pudieron ser detenidas por la aparición del hallazgo en 2007.

La Mesa Usmeka

A partir de ese momento, la comunidad se organizó para defender el patrimonio arqueológico en reuniones que unos meses después derivaron en la conformación de la Mesa de Patrimonio Ancestral, Cultural y Ambiental Usmeka, por iniciativa de Jaime Beltrán, Héctor Vásquez y Harold Villay, con un poder de convocatoria que se concretó en la asistencia a las reuniones de más de 500 personas tanto del lado rural como del urbano, y empezó una historia de apropiación del hallazgo de la hacienda El Carmen que podría considerarse épica.

Por su parte, Metrovivienda contrató a la Universidad Nacional para realizar los estudios arqueológicos respectivos, sin los cuales no podría reactivar el proyecto urbanístico.

Al principio de la exploración, los investigadores tuvieron que lidiar con la desconfianza de la comunidad que se organizó en turnos de vigilancia para que ningún objeto fuese a desaparecer, pero luego llegaron a acuerdos como la rendición de informes semanales a la Mesa Usmeka y la realización de jornadas pedagógicas periódicas especialmente para los estudiantes de los colegios, con charlas que daba el profesor Virgilio Becerra, director del grupo de investigadores.

Esto fue determinante para que muchos jóvenes convirtieran el patrimonio arqueológico en parte esencial de sus vidas. Tanto que un buen número ha estudiado sus carreras universitarias y hecho sus tesis inspirados en él.

Las exploraciones de la Universidad Nacional permitieron establecer que en la hacienda El Carmen se hallaba un enorme cementerio indígena con vestigios de rituales sagrados de diferentes épocas correspondientes a la cultura muisca, con dataciones que van del siglo XIII al XVI.

Los objetos extraídos, entre los que hay huesos humanos y piezas de cerámica, se encuentran hoy en los laboratorios de la Nacional, a la espera de que sea construido un lugar apropiado en la hacienda El Carmen, un parque arqueológico o museo de sitio, proyecto al que Jaime Beltrán le dedicó los últimos años de su vida, junto con sus compañeros de la Mesa.

La hacienda El Carmen tiene 30 hectáreas, en 8 de las cuales está la mayor densidad de riqueza arqueológica, por eso se pensó que en las 22 restantes podría darse luz verde para continuar con el proyecto inmobiliario. Pero la comunidad quería que la totalidad de la hacienda se excluyera de esa posibilidad. Para ello aprovechó la receptividad del gobierno de Gustavo Petro, quien asumió la tarea de conseguir que el ICANH declarara el lugar como área arqueológica protegida.

En efecto, en junio de 2014 fue presentada la resolución que declaraba las 8 hectáreas de mayor concentración como área arqueológica protegida y las otras 22 como área de influencia arqueológica, con lo que en la práctica quedaba protegida toda la hacienda.

Era un triunfo para la comunidad, que llevaba más de 15 años luchando en defensa de su patrimonio natural y su identidad cultural contra la expansión urbana. Ahora vendría la creación del parque arqueológico.

Pero después de la alegría vino el desconcierto, pues ninguna autoridad daba cuenta del proyecto del parque. El gobierno distrital destinó 2.000 millones de pesos para comenzar, pero en la alcaldía local no supieron cómo hacerlo, así que devolvieron el dinero, ante la decepción de la comunidad, y fueron pasando los años frente al mutismo de la administración anterior, para la que al parecer este patrimonio era un obstáculo en la expansión urbana que revivió con el Proyecto Tres Quebradas, que el alcalde Peñalosa dejó adjudicado un mes antes de terminar su periodo.

La esperanza renace

Este año vino con dos buenas noticias para los usmeños. Por un lado, la alcaldesa Claudia López incluyó dentro de su Plan de Desarrollo, aprobado por el Concejo, la activación del Parque Arqueológico Hacienda El Carmen, y por el otro, de acuerdo con las nuevas proyecciones de crecimiento poblacional a partir del Censo de 2018, las autoridades de planeación están viendo que ya no será necesario construir el número de viviendas de interés social que se previó en 2005, por lo cual será posible revisar el área de expansión urbana en el nuevo Plan de Ordenamiento Territorial.

El ente encargado de la activación del parque es el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural, cuyo director, Patrick Morales, da gran importancia a los patrimonios de los territorios, desde una mirada integral e inclusiva, pues considera que los patrimonios de las ciudades no solo están en sus centros históricos.

En el caso de Usme, resalta el papel que la comunidad del borde urbano rural ha tenido para la activación y el cuidado de su patrimonio cultural, ambiental y ancestral, que además está asociado al páramo de Sumapaz, que esta alcaldía buscará que sea declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco.

Harold Villay, miembro y fundador de la Mesa Usmeka, dijo en un reciente foro que el Parque Arqueológico será una gran oportunidad para que la ciudad cambie su mirada con respecto al sur, pues la hacienda El Carmen se podrá convertir en un referente educativo y cultural de interés para los investigadores y las universidades.

Y no solo por el hallazgo, sino también por la riqueza hídrica y por el banco de semillas arbóreas y agrícolas que ya se empezó a diseñar con apoyo del Jardín Botánico José Celestino Mutis. Entonces, será también una gran oportunidad para el desarrollo de la localidad.

Desafortunadamente, cuando recogía la información para esta nota, recibí la noticia de que Jaime Beltrán, gran gestor de este proyecto, falleció el 17 de julio, con tan solo 56 años..

Para honrar su memoria, sus compañeros están más determinados a ver realizado el sueño que forjaron juntos.

*Maestría en gobierno del territorio y gestión pública, Universidad Javeriana

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