¿Soplan nuevos vientos en Magangué?


El Heraldo
¿Soplan nuevos vientos en Magangué? Por: Vicente Arcieri. Bolívar | 2015-01-11.
En el puerto soplan por estos días de enero unas brisas prodigiosas que parece que del río vinieran a aplacar la sofocación que azota al municipio durante casi los 365 días del año. Se meten en las hornillas, consumen el carbón…
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Por: Vicente Arcieri.

En el puerto soplan por estos días de enero unas brisas prodigiosas que parece que del río vinieran a aplacar la sofocación que azota al municipio durante casi los 365 días del año.

Se meten en las hornillas, consumen el carbón de las cocineras y enfrían las cabezas de bagre y los bocachicos criollos recién fritos de los restaurantes populares que hay a lo largo de albarrada, cerca al paso majestuoso del Magdalena.

Las brisas de principio de año son como los nuevos vientos que empiezan a soplar en Magangué, la capital del sur de Bolívar.

En este poblado -al que no lo dejan descansar casi diez mil motos que circulan frenéticamente por sus calles-, fundó su imperio económico y político la exempresaria del chance, Enilse López Romero, conocida como la Gata, y quien hoy purga una condena por homicidio, recluida en una habitación de una clínica de Barranquilla, tras alegar padecimientos por una enfermedad aguda que le impide estar en un centro reclusorio.

Aquí la gente aún demuestra cierto temor de hablar abiertamente de ‘la señora’, su esposo y sus hijos, entre ellos el exalcalde Jorge Luis Alfonso López (2004-2007), y quien también acaba de ser condenado por el crimen del periodista magangueleño Rafael Enrique Prins Velásquez.

Sin embargo, muchos coinciden en decir que viven con menos tensión.

Algunos recuerdan la historia de una camioneta, que en tiempos de los paramilitares, y como en otras regiones dominadas por la crueldad de este grupo al margen de la ley, fue conocida como ‘la última lágrima’.

Sus ocupantes eran pistoleros de los ‘paras’ que tenían el encargo de ‘ajusticiar’ a los que ellos consideraban ‘lacras’ del pueblo. Se estacionaba en el populoso barrio Olaya y cada noche sembraban el terror en las goteras desapareciendo o asesinando a vendedores y consumidores de drogas, o a personas a las que señalaban de ser ladrones y raponeros.

Prins fue uno de los pocos que no tuvo miedo de denunciar, a través de su hoja volante ‘Apocalipsis’, la forma cómo los ‘paras’ se ‘apoderaron’ del municipio con el visto bueno, según sus publicaciones, de las autoridades de turno. Prins fue asesinado en febrero de 2005, durante el gobierno del hijo de la Gata.

Entre finales de los años 90 y principios del nuevo siglo, los paramilitares ejercieron su ley a sangre y fuego. El Bloque Norte de las Autodefensas surgió después del azote de la guerrilla de las Farc, grupo al que se le atribuyen también homicidios, secuestros y extorsiones.

El director de la Cámara de Comercio del municipio, Henry Borré, dice que hoy  viven un auge económico como no ocurría hace unos cuatro años.

“La situación es de crecimiento sostenible y una dinámica económica promovida por la llegada de inversionistas, especialmente del comercio”, manifiesta, al resaltar la presencia de cadenas de supermercados como Olímpica y Éxito.

En la zona de restaurantes y discotecas hay un fragor de consumidores hasta altas horas de la noche. En este principio de año, como no ocurría en los tiempos de terror, muchos magangueleños, que se fueron por la violencia, la corrupción y amenaza de los ‘paras’, volvieron con sus carros, sus fiestas y paseos con amigos de otros lares, que ya no temen salir en las noches a divertirse.

El director de la Cámara de Comercio dice que la seguridad ciudadana ha aumentado, pero que hay que mejorarla, porque el desborde a través de los años fue grande. Destaca la reducción de la extorsión a comerciantes y el fleteo.

El exalcalde de Magangué y actual director de la Unidad de Víctimas, en Bolívar, Arturo Zea, dice que durante esa época de miedo se produjeron asesinatos casi en serie, entre las víctimas estuvieron contradictores de la administración de Alfonso López, como Prins.

En la calle la gente reconoce que ya no hay el miedo que inspiraban los ‘paras’, pero sí una ola de atracos callejeros y asaltos a mano armada a almacenes y otros negocios.

Pero es que la situación social de Magangué es una bomba de tiempo. El alcalde Marcelo Torres dice que el 80 por ciento de la población vive en condiciones de pobreza; y que hay una tasa de desempleo del 30 por ciento. La mayoría del empleo en Magangué es informal.

A pesar de que casi todo el clan de la Gata está tras las rejas, en el poblado saben que aún el gigante, en sus estertores, tiene aún algunas fuerzas que puede sembrar terror.

En el plano político no parece haber sucesores a la vista pública de aquel imperio que construyó la Patrona y sus hijos. Todos los que algún día le siguieron se han ido de sus huestes. Se habla de dos o tres allegados al clan que sobreviven y que son temidos.

Muchas de las propiedades y negocios están confiscadas y los nuevos aires que soplan en Magangué han animado a inversionistas a llegar a este municipio, que cuenta con una ubicación privilegiada para el comercio en la Depresión Momposina.

Golpe político

Con la victoria en las urnas de Marcelo Torres se dio inicio, quizás, al principio del fin del reinado político de la Gata y su familia. Torres dijo que cuando asumió el poder encontró un municipio financieramente arrasado, con una deuda de $27.000 millones. El exdirigente del desaparecido Moir derrotó a los candidatos de la Gata y una vez asumió el mando se atrevió a decir que por Magangué había pasado “un tsunami del mal”.

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