Recuperación del San Juan de Dios: una realidad.

Por: Édgar Ortiz Mora.

Como en el cuento de Gabriel García Márquez “Algo muy grave va a pasar”, la gestión adelantada por el gobierno de la Bogotá Humana, por recuperar el Hospital de San Juan de Dios, ha estado atiborrada con juicios en contra, semejantes a los esgrimidos en torno a otras iniciativas de esta administración, entre otros se ha afirmado: desconocimiento de la estrategia e improvisación, inviabilidad de fondos para la reparación de equipos y recuperación de instalaciones, desconocimiento de la institución que va a administrar la nueva entidad, negligencia en la restauración del patrimonio cultural y artístico, desigualdad en el interés demostrado por las partes comprometidas y costo de reapertura exagerado que se acerca a lo que vale una línea del metro. Adentrémonos en responder dichas apreciaciones.

En la campaña del candidato Petro, la recuperación del hospital era centro del programa de salud pública preventiva en Bogotá, lo que coincide con la trayectoria del San Juan de Dios, pues en su inicio atendió las epidemias y la insalubridad, luego cuidó heridos y fue cárcel de los patriotas, hasta que en la República, Santander lo convirtió en ente estatal con orientación asistencial y docente por medio de la Escuela de Medicina. En el primer cuarto del siglo veinte, atendió víctimas de la Guerra de los Mil Días y con médicos graduados en Francia, se practicaron las primeras intervenciones médicas del país. En el gobierno de Rafael Reyes la nación compró a José Domingo Ospina y Gonzalo Arboleda la finca Molino Tres Esquinas o la Hortúa, y la cedió a perpetuidad al departamento de Cundinamarca y comenzaron a funcionar servicios de ginecología, clínica tropical, urología, dermatología y sífilis cutánea.

El traslado a la Hortúa y en asocio con la Facultad de Medicina lo convirtió en hospital universitario y centro de investigación y formación. Entre 1979 y 1999 fue administrado por el ente privado "Fundación San Juan de Dios", que en asocio con la Facultad de Medicina de la UN, mantuvo con recursos deficientes tanto buena parte de las investigaciones médicas en el país como la prestación de servicios con carácter social, convirtiéndose en el hospital más avanzado, con equipos y medicamentos donados por empresas nacionales y extranjeras.

Su declive fue fruto de la aplicación de la ley 100 de Seguridad Social de 1993 que cambió su carácter de entidad de beneficencia a un negocio no rentable y por tanto sujeto a intervención y posterior cierre, que sucedió por decisión del gobierno de Andrés Pastrana con la complicidad del Consejo Superior Universitario y de la falta de voluntad de los gobiernos nacional, departamental y distrital de ese entonces.

La compleja problemática, resultado de una cadena de acontecimientos en diversos escenarios, con múltiples protagonistas y distintas obligaciones, tiene como damnificados a los usuarios del servicio: trabajadores del hospital, estudiantes, profesores e investigadores de la UN, requiere por tanto, iniciativas decididas y coordinadas entre entes gubernamentales involucrados, soluciones concretas a problemas distintos y acciones estratégicas. La propuesta de restauración ofrecida por Petro es la respuesta inicial a dicho reto.

Como antecedentes encontramos lo realizado en diciembre de 2012 por el gobierno distrital, cuando facilitó la apertura del centro de salud en la única edificación que pertenecía al Hospital para que reiniciaran labores, tanto la Secretaría de Salud como la Facultad de Medicina de la UN iniciando la reapertura. Otra acción a destacar es la de la Secretaría de Salud del Distrito, que dispuso en el año 2013 $60 mil millones para adecuar las instalaciones, asegurando la prestación de servicios de hospitalización psiquiátrica, banco de células, órganos y tejidos, así como un instituto para la donación y el trasplante de órganos, terapias y cirugías intrauterinas.

En el desarrollo de la reapertura se destaca la adjudicación a la ciudad del hospital por medio de la Empresa de Renovación Urbana –ERU- perteneciente a la Secretaría de Hábitat, entidad que entre sus propósitos tiene la recuperación y transformación de los sectores deteriorados de la ciudad con la participación de sectores privado y público, indicada entonces, para asumir la iniciativa de la cesión. La compra se hizo a Pablo Enrique Leal, quien desde 2013 asumió luego de hallazgos fiscales en contra de la antigua liquidadora Anna Karenina Gauna Palencia, la venta de terrenos por $150.000 millones, adjudicando bienes inmuebles del hospital y del Instituto Materno infantil que forman parte del complejo universitario.

En cuanto a la recuperación y adecuación de instalaciones, según la Secretaría de Salud, diez de estas pueden ser apropiadas a corto plazo, (San Roque, Inmunológico, San José, Convento, Capilla, Enfermedades Tropicales, Resonador Magnético, Salud Mental, Centro de Salud y Jardín Infantil) y seis requieren intervenciones mayores (Cirugía Plástica, San Lucas, San Eduardo, Torre Central, Instituto de Rehabilitación y Torre Docente).

Como las instalaciones del Hospital San Juan de Dios se declararon monumentos nacionales en 2012 por su alto valor histórico y patrimonial, tanto el edificio de enfermedades tropicales (donde el Sabio Mutis adelantó sus investigaciones de fauna y flora), como la sede del Instituto de Inmunología (donde se desarrollaron los estudios de la vacuna contra la malaria) y la capilla (que desde 1920 guarda cuadros de San Juan del maestro Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos), se restauraron como parte de la agenda de actividades del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural – IDPC con dos objetivos: la conservación del bien cultural y la apertura del sitio para ligarlo al complejo hospitalario dentro del Plan de Revitalización del Centro de la ciudad.

La reapertura del San Juan de Dios representa para la UN otro paso en la búsqueda de centros de práctica propios –que se suma a la Clínica Santa Rosa de Lima, en el CAN en Bogotá– para cerca de 5 mil estudiantes de la Facultad de Medicina, el retorno a las actividades de investigación y formación que tenía hace diez años cuando era líder en las áreas de salud, integra a la universidad a la red distrital de servicios de salud y, restablece la atención de carácter social a población de escasos recursos de la capital y del centro del país.

El problema más complicado a resolver, pero que encuentra una base de solución con la reapertura en marcha, son las deudas que por 2,2 billones de pesos (68% de los pasivos) provenientes de las acreencias laborales y pensionales, y los 618.612 millones de pagos que se deben hacer por más de 800 embargos y tutelas de los cuales el Ministerio de Hacienda tan solo ha desembolsado 156.316 millones de pesos para cubrirlas.

El propósito del artículo como en el cuento de García Márquez citado, es reflexionar sobre intervenciones y comentarios publicados sobre esta problemática y discernir de la información que distorsiona la realidad, si no acabamos como los protagonistas de la historia que al sentir la “gravedad de lo raro” toman sus corotos, huyen del pueblo e incendian sus casas para que no les caiga la desgracia, oyendo el clamor de la señora que tuvo el presagio ¡! yo dije que algo muy grave iba a pasar, y me dijeron que estaba loca!!

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