Recordemos el camino andado, para saber nuestros siguientes pasos.

Por: Augusto R. M.

En los últimos dos años desde el plebiscito por la paz, millones y millones de jóvenes han dejado la apatía, decenas de miles han nacido a la actividad política. Ayer votaron por la paz y por una agenda alternativa en el tarjetón por la presidencia, y hoy participan de una agitación social incontenible y sin precedentes.

Pensemos como llegamos hasta aquí; no basta con plantear la aberrante desigualdad e injusticia, la represión y el asesinato constante de líderes, como causas de la movilización. ¿por que se produce justo ahora, y no antes? Después de todo, las privatizaciones, la reducción de los derechos, el ajuste fiscal, la desregulación de los bancos, la depredación minera y las importaciones indiscriminadas, son medidas que vienen imponiéndose desde hace más de 30 años en toda latinoamérica, generando en todas partes ruina, desempleo y crisis ambiental y social. Esto es a lo que llamamos neoliberalismo.

En otros países del continente la crisis llevó a que se eligieran gobiernos alternativos que criticaron estas imposiciones y que han tratado de elegir otros caminos, pero en Colombia la crisis social no había llevado a cuestionar la agenda del poder, hasta ahora, y la razón: la singularidad colombiana, la cruda violencia política, en la que se empantanaron las guerrillas hace décadas, y de la que solo los aparatos de represión del Estado y las mafias han sabido sacar un macabro provecho. La violencia política retraso el surgimiento de una agenda alternativa que defendieran millones y millones. La defensa del plebiscito por la paz en las calles es el punto de partida, en el que multitudes demuestran su hastío por esta violencia. Es a partir de la desmovilización de la guerrilla de las Farc, que la crisis social y ambiental empieza a ganar terreno decisivo.

No menos importante es el hecho de que, esta pura y simple paz imperfecta, ha sido una cuestión que dividió profundamente a las elites colombianas en dos bandos, la burguesía intermediaria capitalina – el llamado santismo, y la burguesía terrateniente o uribismo -íntimamente ligada a la mafia y al despojo violento de tierras; aunque ambos mantienen su compromiso con las medidas neoliberales, es tal la división sobre la implementación de los acuerdos, que ambas facciones de las elites se presentaron divididas en las anteriores elecciones locales, facilitando las victorias insospechadas de candidaturas menos comprometidas con los políticos tradicionales, como la de Daniel Quintero y Claudia López. Mantener esta división de las elites, ha sido una consecuencia de la pura y simple paz, y ha sido una ventaja para las fuerzas alternativas.

La segunda elección de Juan Manual Santos fue de hecho, la concreción de un frente amplio por la paz, entre el santimo y el resto de expresiones políticas y sociales del país, contra el uribismo. La defensa del plebiscito por la juventud en las calles es de nuevo, expresión del frente amplio con el santismo. Es Gustavo Petro quién mantiene la postura de hacer un frente amplio en su campaña a la presidencia, tendiendo la mano a todos los candidatos que defendían la paz, también a Fajardo y al candidato de Santos, a quienes les ofreció participación en el gobierno. Es de nuevo el frente amplio el que se concreta en los 8 millones de electores, no sólo la izquierda votó por Petro, también lo hizo la derecha civilista: los tibios, el centro, los liberales, conservadores, todos unidos por la paz, a pesar de la orientación confusa de sus propios líderes y partidos.

Finalmente, en el voto por candidaturas como la Quintero y la de Claudía Lopez, se expresa el mismo nivel de consciencia y estado de ánimo; no sólo la ciudadania de derecha civilista les voto, no sólo los tibios votaron a Quintero y a Claudia, y otros por el estilo en todo el país, las corrientes de izquierda también hicieron su aporte, concretando en la practica una véz más el frente amplio, que resultó de nuevo ser la formula del éxito contra el uribismo, a pesar también, de las orientaciones confusas de sus propios líderes y partidos.

Juventud, si nuestro deseo es profundizar una agenda alternativa, a la que si le preocupe la crisis económica, social y ambiental que estamos padeciendo, recordar que lo que nos ha traído hasta aquí no ha venido del cielo, sino que es antecedida por los acuerdos del Estado con las Farc, por la desmovilización de dicha guerrilla y por debates que han sido ganados en la practica en el seno de la izquierda, cuyos aspectos más importantes son la ruptura con la violencia política y el frente amplio. El empecinamiento de las elites mafiosas en seguir llenando de sangre, en destruir la poca institucionalidad que nos queda, hacer trizas los acuerdos y acallar la agenda alternativa bajo el sonido de las balas, nos debe mostrar que el frente amplio y la paz, siguen siendo el camino que nos une, y al mismo tiempo, el aspecto que dificulta la unidad de nuestros adversarios.

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