A propósito de la Cátedra de la Paz (II).

Por: Carlos Julio Giraldo Medellín(1).

Si vis pacem para pacem (si quieres la paz, prepárate para la paz)
Johan Galtung,

El lunes 25 de mayo el presidente Santos firmó el decreto 1038 que reglamenta la ley 1732 del 1° de septiembre de 2014, por el cual se crea la cátedra de la paz. Al respecto, el Presidente señaló que “llegó el momento de educar para la paz, de formar para la paz, de enseñar a vivir en paz” y “con este decreto, damos vida a esta Cátedra de la Paz, que nos ayudará a consolidar la nueva Colombia sin guerra, una Colombia con más equidad, una Colombia mejor educada, por la que trabajamos todos los santos días”(2).

Esta es la segunda parte del análisis sobre los retos que implica esa Cátedra para la Paz.

La Educación para la paz

Una vez analizado el vasto campo que abarca la cultura de paz, cabe ahora preguntarse por la forma en que se puede educar para la paz, partiendo de señalar que ésta no puede reducirse a una asignatura, sino que debe ser un ejercicio transversal, donde se apliquen métodos creativos basados en el aprendizaje colaborativo, cooperativo y el pensamiento crítico.

De este modo, la cátedra que se deberá implementar en las instituciones educativas no puede ser asumida como una cátedra adicional a las existentes en la actualidad. Al respecto, Francisco Cajiao señala: “En lo que se refiere específicamente a una educación para la paz, es apenas obvio que una cátedra más no logrará cambiar una cultura que desde el mundo adulto y las instituciones del Estado invita a desconocer el cumplimiento de la ley, usar la mentira y la agresión como herramientas legítimas del debate político o recurrir a la fuerza y la corrupción para conseguir privilegios y acumular enormes capitales”.(3)

De este modo, la cátedra que se deberá implementar en las instituciones educativas no puede ser asumida como una cátedra adicional a las existentes en la actualidad. Al respecto, Francisco Cajiao señala: “En lo que se refiere específicamente a una educación para la paz, es apenas obvio que una cátedra más no logrará cambiar una cultura que desde el mundo adulto y las instituciones del Estado invita a desconocer el cumplimiento de la ley, usar la mentira y la agresión como herramientas legítimas del debate político o recurrir a la fuerza y la corrupción para conseguir privilegios y acumular enormes capitales”.(4)

Por otra parte y retomando en enfoque pedagógico de una educación para la paz, la UNESCO nos invita a “dejar atrás los currículos rígidos y los grados disciplinarios terminales, para asumir un paradigma de aprendizajes interdisciplinarios, cambiantes y permanentes”(5). Este en esta misma línea, Freire nos invita a desplazar la pedagogía autoritaria por una pedagogía de la pregunta, por una pedagogía “problematizadora” y “democratizante” del cuestionamiento, del atrevimiento, del disenso y de la audacia(6).

Además, la educación para la paz, al ligar teoría y práctica, requiere promover la investigación y la formulación de proyectos que permitan al educando la comprensión de y transformación de su realidad, para convertirse así en un agente de paz. Es por ello que el vínculo entre investigación, educación y acción por la paz se implica “una perspectiva ética que exige poner la palabra directamente en la acción… Si la no-violencia va a ser éticamente posible, debe ponerse en relación directa a la acción…”(7).

Así mismo, el principio fundamental detrás de todos los planteamientos pedagógicos es que requieren de metodologías que sean congruentes y consecuentes con lo que se está enseñando: los maestros tienen que vivir y permitir que los alumnos vivan los valores de una cultura de paz. Esto implica modificar la organización escolar y la práctica dentro del aula, de manera que efectivamente puedan enfatizarse el diálogo y las relaciones interpersonales afectivas. Esto implica que una cátedra de la paz, permita(8):

  • Romper con una visión fragmentada de la vida y reemplazarla por una visión totalizadora.
  • Estimular el desarrollo integral del educando, valorar sus capacidades y favorecer su autoestima, construyendo un clima de confianza en el aula dentro del cual pueda promoverse la libertad de pensamiento y expresión y la posibilidad de debatir en torno a situaciones conflictivas relacionadas con la vivencia cotidiana de los derechos humanos.
  • Deben ponerse en práctica los valores fundamentales de la democracia. Los derechos humanos no se aprenden de memoria, sino que se viven.
  • La disciplina debe entenderse de manera distinta, ya no como el silencio y el inmovilismo, sino una disciplina basada en el respeto y la comprensión.
  • Como se trata no sólo de enseñar sobre la paz, sino para la paz, debe favorecerse una pedagogía que estimule e incorpore la acción, el diálogo, el compromiso, la cooperación y la participación. La pedagogía para la paz rechaza la violencia verbal y simbólica. Al igual que la educación para los derechos humanos, la educación para la paz ve en el conflicto uno de sus objetos principales de estudio y atención, pues en la resolución del conflicto está el camino para conseguir la paz, y la educación ha de proporcionar herramientas para que el estudiante pueda resolver adecuadamente los conflictos.
  • La afirmación de la persona, el autoaprecio y el aprecio hacia los demás constituyen pasos fundamentales para resolver conflictos.
  • La educación para la multiculturalidad se apunta como esencial para la formación de aprendizajes y competencias para la vida democrática. Supone formar un alumno crítico. La democracia es un ejercicio que debe vivirse cotidianamente, de forma que deben existir espacios donde los alumnos se expresen, se organicen y desarrollen sus propias actividades.

Los anteriores elementos constituyentes de una cátedra de la paz se articulan con los fines de la educación expuestos en la Ley 115 de 1994 (Art. 5), entre los cuales destacamos:

  • La formación en el respeto a la vida y a los demás derechos humanos, a la paz, a los principios democráticos, de convivencia, pluralismo, justicia, solidaridad y equidad, así como en el ejercicio de la tolerancia y de la libertad.
  • La formación para facilitar la participación de todos en las decisiones que los afectan en la vida económica, política, administrativa y cultural de la Nación.
  • La creación y fomento de una conciencia de la soberanía nacional y para la práctica de la solidaridad y la integración con el mundo, en especial con Latinoamérica y el Caribe.
  • El desarrollo de la capacidad crítica, reflexiva y analítica que fortalezca el avance científico y tecnológico nacional, orientado con prioridad al mejoramiento cultural y de la calidad de la vida de la población, a la participación en la búsqueda de alternativas de solución a los problemas y al progreso social y económico del país.

Así mismo, es importante que la cátedra de la paz cuente con mecanismos que permitan hacer un seguimiento a su implementación que vayan más allá de lo dispuesto en el artículo 8 del decreto 1038 de 2015. En tal sentido, es pertinente que dicho seguimiento pueda hacerse en los términos establecidos en el Plan Nacional Decenal de Educación 2006 - 2016, el cual plantea la educación en y para la paz, la convivencia y la ciudadanía, como uno de los desafíos de la educación en Colombia(9), a través de las siguientes macrometas:

  • Se han implementado e incorporado en los planes de desarrollo territoriales, programas estrategias, y proyectos específicos para el desarrollo de valores y competencias para la paz, la convivencia y la ciudadanía que incluyan: sistematización y evaluación de su impacto en la vida escolar, la comunidad educativa y la sociedad en su conjunto y la resignificación de los proyectos educativos institucionales hacia la construcción de culturas de paz y democracia,
  • Todas las instituciones de educación han incorporado herramientas conceptuales, metodológicas, pedagógicas, organizativas y financieras, que ajusten a sus contextos particulares los lineamientos de política educativa, con criterios de pertinencia, eficiencia y eficacia al servicio de la educación en y para la paz, la convivencia y la ciudadanía.

Educación para la Paz y Formación de Docentes y Directivos Docentes

Para que la cátedra de la paz en verdad pueda desarrollar los principios y enfoques propuestos en la educación para la paz, es fundamental desarrollar procesos de formación y actualización de docentes y directivos docentes, reconociendo que en Colombia los pregrados en educación han carecido de una fundamentación en cultura de paz, lo cual se constituye en una falencia que debe ser resuelta por las facultades de educación.

Por lo tanto, la capacitación y formación docente para la Cátedra de la Paz referida en el artículo 7 del decreto 1038 de 2015, debe responder a ciertas inquietudes que suelen plantearse, tales como: ¿Qué se entiende por educar en los valores de la paz y los derechos humanos? ¿A qué me comprometo si decido emprender esta labor? ¿Cómo se fundamenta la labor de educar para la paz y los derechos humanos en la escuela? ¿Cómo puedo llevar a cabo la labor de educar para la paz y los derechos humanos?(10)

En dicho proceso de formación es importante alternar los espacios formativos con el trabajo en el aula para que los maestros y maestras, una vez que han reflexionado y analizado su práctica educativa en las sesiones formativas, tengan la oportunidad de volver a la acción cotidiana en la escuela. Esto les permitirá enriquecerla constantemente y reflexionar de nuevo acerca de los cambios de actitudes y conductas que en ellos se vayan generando, tanto en lo personal como en sus relaciones dentro de la comunidad escolar. La fundamentación teórica y metodológica que el maestro reciba durante el proceso de formación, debe permitirle desarrollar esta labor educativa en los valores de la paz y los derechos humanos desde dos estrategias básicas: el currículo explícito o abierto y el currículo oculto o implícito(11).

A modo de conclusión

En un evento académico realizado en Bogotá por la Secretaría de Educación Distrital, Abraham Magendzo, experto chileno en educación para la paz y los derechos humanos, señaló: “El rol de la educación debe ser el debate, la discusión y no poner debajo de la alfombra el conflicto. Esperar que la sociedad resuelva sus múltiples conflictos para esperar entonces educar para la paz y los derechos humanos es no entender el rol transformador que la educación debe jugar”. En consecuencia, uno de los retos que Magendzo plantea es la construcción de sujetos de paz y de derechos dentro de la escuela, como punto de giro para la transformación social: “Un sujeto de paz y de derechos es quien autorregula su conducta y emociones frente a situaciones conflictivas, de manera que emplea siempre mecanismos de resolución de conflicto de manera pacífica”(12)

Magdenzo nos invita a asumir la educación para la paz no como una cátedra cualquiera, no como una carga académica más, sin que ello implique ningún tipo de transformación de las organizaciones escolares, de las prácticas pedagógicas, de los PEI y de los manuales de convivencia, mucho menos como la oportunidad para adoctrinar planteando una visión sesgada, militante sobre la paz, la democracia, los derechos humanos y la formación de una consciencia histórica.

Igualmente la cátedra de la paz va más allá de lo expuesto en la ley 1732 de 2014 y el decreto 1038 de 2015. En la Ley General de Educación, en las teorías pedagógicas críticas, en la múltiples experiencias de docentes y de escuelas a lo largo del territorio colombiano, podemos encontrar referencias para la implementación de una educación para la paz que no se reduce a la Cátedra, por lo que no hay excusa para aprovechar esta coyuntura normativa para lograr que la escuela juegue el papel que le corresponde en el actual momento histórico y contribuya a las transformaciones que él demanda, propiciando con ello una revolución cultural y axiológica sin precedentes, que rompa con la terrible violencia simbólica que por décadas ha permitido la reproducción de tanta injusticia social y negación de una sociedad democrática, pluralista y respetuosa de la dignidad humana.

La superación de esta violencia simbólica implica, en palabras del exdirector de la UNESCO y premio Nóbel de Paz, Federico Mayor Zaragoza que “tenemos la obligación moral de fomentar en nosotros y en nuestros hijos la capacidad de oponernos a que un sinfín de cosas parezcan normales, cotidianas y aceptables en el entorno, tanto natural como social... Debemos luchar contra la pereza y la tendencia al conformismo y el silencio que la sociedad fomenta”(13).

La educación para la paz nos invita a asumir un proyecto de país, derivado de un pacto social que tenga como base ciudadanos formados en cultura de paz, por lo que la escuela debe emerger como el escenario clave para la formación de dicho sujeto, el cual ha de ser educado para la disidencia, la indignación, la desobediencia responsable, la elección con conocimiento y la crítica, es decir, para salirnos de las propuestas de alienación cultural y política.

1) Integrante de la Dirección del Partido Alianza Verde en el Distrito de Barranquilla. El autor trabajó, entre los años 2001 y 2005 en el Diplomado en Pedagogía de la Paz y la Convivencia de la Universidad Pedagógica Nacional.

2) Este año colegios y universidades deberán implementar Cátedra para la Paz. El Espectador, 25 de mayo de 2015. Recuperado de: http://www.elespectador.com/noticias/educacion/ano-colegios-y-universid…

3) Cajiao, F. Cátedra de la paz. El Tiempo, 01 de junio de 2015. Recuperado de: http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/catedra-de-la-paz/15872019

4) Jares X. Educación para la paz: Su teoría y su práctica. Madrid: Editorial Popular, 1991.
Lederach, J. Educar para la paz: Objetivo escolar. Barcelona: Editorial Fontana, 1986.

5) UNESCO, 1994.

6) Freire, P. Pedagogía de la esperanza: Un reencuentro con la pedagogía del oprimido. Madrid: Siglo XXI. 1993.

7) Ricoeur, P. Historia y Verdad. Evanston: Northwestern University Press. 1965.

8) Schmelkes, S. Educación para los derechos humanos. Reflexiones a partir del conocimiento y de la práctica latinoamericana. En: Proyecto de Educación en América Latina y el Caribe. Boletín No. 47. Santiago de Chile, diciembre de 1998.

9) Plan Decenal de Educación 2006-2010: Pacto social por la educación. Pág.25.

10) Alba, M. de los A. La educación para la paz y los derechos humanos, como una propuesta para educar en valores. Artículo recuperado de: http://www.sodepaz.org/construyendolapaz/Articulos/angeles.html

11) Ibíd.

12) La paz: muchas miradas, un camino. Secretaría de Educación del Distrito Capital. 19 de marzo de 2013. Recuperado de:
http://sedlocal.sedbogota.edu.co/index.php?option=com_content&view=arti…

13) Mayor, F. La nueva página, UNESCO/Círculo de Lectores, 1994, p. 53

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