Maten al tirano

Por Jonás Vergara *

Las redes sociales y los medios de comunicación de Colombia han hecho eco a la última columna de Abelardo De La Espriella en la que incita al asesinato del presidente venezolano Nicolás Maduro.

No es de extrañar que De La Espriella llame la atención en los medios. Sus declaraciones altisonantes, además de sus apariciones públicas en defensa de personajes cuestionables, funcionan como un medidor de rating para éstos que, al prestarse como altavoz para sus actuaciones, “legitiman” sus intenciones como figura pública: adalid del derecho y opinador de vanguardia.

Su última salida al escenario hace un llamamiento al tiranicidio, invocando argumentos históricos que darían razón a las ideas que esboza en la columna; para esto, llega hasta 1598 para dar legitimidad a sus pretensiones.

Al ser inquirido por las “razones filosóficas” de su columna, De La Espriella invoca la obra de la que extrae la idea polémica, es “De rege et regis institutione” o Sobre el rey y la institución real (1598), escrita por Juan de Mariana, cuya afirmación principal es justificar el asesinato del tirano si éste eleva los impuestos sin justificación, expropia los terrenos de los propietarios o impide la reunión del parlamento para el libre debate de las ideas.

De acuerdo a lo anterior, el tiranicidio fue la causa por la que los asesinatos de monarcas como Enrique III y Enrique IV en Francia eran justificados, dadas las acciones que emprendieron en contra de los intereses del soberano.

Además De La Espriella cita a Thomas Jefferson en su frase “El árbol de la libertad debe ser vigorizado de vez en cuando con la sangre de patriotas y tiranos: es su fertilizante natural.” para justificar la sedición de la oposición, que hace llamados permanentes al ejército para sublevarse y alterar el orden institucional de la nación hermana.

Sin embargo, este hilo de argumentos no es un caso aislado. Hace unas semanas, De La Espriella, en medio de la dejación de armas de las Farc, salió al aire en el programa de Jaime Bayly para criticar tanto al presidente Juan Manuel Santos como para lanzar su idea del tiranicidio que con posterioridad plasmaría en su columna.

En ese momento, las declaraciones fueron recibidas como una muestra de exhibicionismo con el que De La Espriella hace sus apariciones. Sin embargo, al utilizar su columna ha logrado lo que estaba buscando: la atención de los medios y las redes sociales.

¿Qué hay detrás de esta salida en la que De La Espriella pierde su columna, pero logra mover a la opinión pública en sus propios términos?

En el escenario del posconflicto colombiano, la salida de De La Espriella tiene la intención de desequilibrar la dieta informativa del colombiano promedio al mover el trapo del conflicto entre naciones. ¿Cómo? Apuntando a Maduro, el otrora auxiliador de la guerrilla más antigua del continente, como el siguiente objetivo militar del que debe librarse el continente por la vía del tiranicidio.

¿Con qué objetivo?

En esta narrativa opuesta al Acuerdo de Paz y al posconflicto colombiano, De La Espriella juega su ficha para minar la percepción pública nacional con respecto a las metas alcanzadas en los últimos meses.

Al resaltar las acciones de sedición por parte de la oposición venezolana, refuerza el sentido de “resistencia” ante los desmanes del “tirano”, lo que construye una percepción de lucha política y armada en Venezuela contra el “Castrochavismo” que Colombia debe emular sino quiere repetir la situación de crisis del país vecino.

Además, el llamado al tiranicidio no debe considerarse aislado. Está engarzado en la promoción de una agenda de injerencia de algunos medios de comunicación en el país que han tomado partido en el momento histórico venezolano.

Esta matriz de opinión juega a varias bandas: una de ellas, apuntalar una narrativa de miedo que funcione como advertencia si el Acuerdo llega a fracasar en alguno de sus temas espinosos: caletas, dinero de actividades ilícitas, aumento de criminalidad por parte de excombatientes.

También hay otra, muy importante. El perfil del nuevo presidente de los colombianos. En esta línea de argumentación, el sucesor del presidente Santos debe ser de línea dura, dispuesto a revisar hasta la “última coma” del Acuerdo, frenar la corrupción y devolver la dignidad a unas Fuerzas Militares con “baja moral” en el escenario de un posconflicto con muchos malquerientes.

De La Espriella llama al tiranicidio en país ajeno, pero tiene la intención de recalcar las “debilidades” en el nuestro con el propósito de promover un ideario que frenaría los avances democráticos que una implementación efectiva, con respaldo de la ciudadanía y la ONU, podría lograr para la vida civil del país.

Rechazar la injerencia en los asuntos internos de países vecinos por parte de nacionales que aplauden la sedición es asunto de la Cancillería, que ha intervenido con presteza; desenmascarar el discurso de fondo de los protagonistas es labor ciudadana, no solo para evidenciar los manejos de poder de los bandos opuestos de la política nacional sino también para proteger lo alcanzado por la paz de Colombia.

*Opiniones personales que no comprometen o significan la posición de la entidad que represento.

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