La OEA ayudó a llevar a Bolivia a la crisis y posibilitó un golpe militar
Por: Kevin Cashman
El 10 de noviembre, el presidente boliviano Evo Morales fue derrocado en un golpe militar. Las protestas cada vez más violentas que pedían la salida de Morales habían sacudido el país durante tres semanas, después de las disputadas elecciones presidenciales. Las fuerzas policiales de las principales ciudades se declararon en motín, lo que provocó un caos aún mayor. Finalmente, el alto mando militar insistió en que Morales renunciara. Lo hizo y luego, ante amenazas de muerte, huyó a México, donde el gobierno de Andrés Manuel Lopéz Obrador le ofreció asilo.
La Organización de Estados Americanos (OEA), con sede en Washington, cuyo lema es "democracia para la paz, la seguridad y el desarrollo", desempeñó un papel importante al desencadenar la cadena de acontecimientos que rápidamente llevó al derrocamiento de Morales.
Pero, primero, un poco de historia.
En 2017, el Tribunal Constitucional Plurinacional electo de Bolivia dictaminó que los límites de los mandatos violaban un acuerdo internacional en el que el país era parte, allanando el camino para que Morales se presentara a la reelección a pesar de haber perdido por poco un referéndum sobre el tema en 2016. El secretario general de la OEA, Luis Almagro, declaró a principios de este año que "[l]a afirmación de que Evo Morales no puede participar es absolutamente discriminatoria si se tiene en cuenta a otros presidentes que han participado en procesos electorales en virtud de un fallo judicial". Dado que la OEA a menudo sirve como observador electoral, los comentarios de Almagro fueron vistos ampliamente como un respaldo a la legalidad de la candidatura de Morales a la reelección. Esto fue para consternación de los legisladores de la oposición y otros que se oponen a la abolición de los límites de la legislatura y que trataron de presionar al gobierno de Trump para que se opusiera a la reelección de Morales.
Fue con la validación de Almagro que el Movimiento por el Socialismo (MAS) de Morales se acercó a las elecciones generales del país el 20 de octubre, e invitó a la OEA -que había dado forma al diseño del sistema electoral boliviano- a observarlo. La elección contaría con dos métodos para contar los votos: un recuento rápido y un recuento oficial. El conteo rápido, o TREP (Transmisión de Resultados Electorales Preliminares), proporciona resultados preliminares, no legalmente vinculantes en la noche de las elecciones. La OEA ha recomendado o ayudado a implementar este tipo de sistemas en varios países de América Latina, incluyendo Bolivia, que ha utilizado un conteo rápido en varias elecciones anteriores.