Las angustias en la pandemia

Por: Fabio Arias Giraldo*

La pandemia llegó a Colombia en un momento en que se desarrollaba una crisis económica, social y política, mostrada en toda su profundidad con la extraordinaria movilización social y política del paro del 21 de noviembre.

El gobierno la desestimó y no atendió los justos y necesarios reclamos de la población.

Cuando se avecinaba un nuevo paro convocado para el 25 de marzo, se precipitó la pandemia en el país y desde el 20 se inició una cuarentena obligada para proteger a la población de una propagación acelerada y exponencial del contagio del coronavirus.

La pandemia y el desarrollo de la crisis económica, precipitó una recesión mundial y nacional. Se considera que nos llevará en nuestro país a un decrecimiento del PIB mayor de -5,5% y un desempleo abierto del 25%.

Nunca en los 120 años de nuestro subdesarrollado capitalismo habíamos experimentado este nivel de recesión.

A más de las viejas tareas que ya demandaba el país y que este gobierno se ha negado a adelantar, la pandemia ha colocado nuevas y apremiantes angustias.

La primera tiene que ver con que la emergencia sanitaria a la que nos lleva la pandemia, obliga a que el Estado debe intervenir todo el sistema de salud, eliminando la intermediación de las EPS y disponiendo de recursos adicionales para dotar la infraestructura de camas, UCI y ventiladores, así como pagar las deudas de los trabajadores de la salud y formalizar de acuerdo a la ley sus contratos de trabajo.

La segunda es frente a los desempleados viejos y nuevos y el confinamiento de los trabajadores informales y cuenta propia, se requiere del Estado el pago de una renta básica universal de al menos un salario mínimo mensual por el tiempo de la pandemia ( 3 a 6 meses), que logre mantener ingresos en esta población para poder subsistir. Aparejado a esta renta deben haber subsidios para pagar arriendo, servicios públicos y créditos.

La tercera corresponde a que frente a la dificultades de las medianas, pequeñas y microempresas es necesario que se subsidie el pago de las nóminas, para mantener los empleos y el tejido empresarial.

La cuarta es atender el reclamo de la juventud para que en la educación superior para el segundo semestre de estudios se adelante mediante matrícula cero.

La quinta angustia corresponde a que el Estado atienda la compra de las cosechas del campo a buenos precios y sustentables.

Y por último, reclamar que la la precaria democracia, hoy asaltada por el gobierno con sus facultades de la declaratoria de emergencia con lo cual legisla únicamente para banqueros y las grandes corporaciones nacionales y extranjeros, sea restablecida, así como también se defienda la vida de los líderes sociales y no se haga trizas los acuerdos de paz.

Una agenda para las angustias en medio de la pandemia que permitan la posibilidad de reconstruir el país en su tejido empresarial y un empleo con plenos derechos laborales.

Como se ve, ello solo puede hacerse abandonando el recetario neoliberal que solo legisla para los intereses de los banqueros y auscultando nuevas fórmulas que atiendan el interés nacional y de la mayoría de la población.

Y los recursos se pueden disponer o bien de la moratoria de la deuda externa, o de las reservas internacionales, o de emisión del Banco de la República o de eliminar las exenciones y reducciones tributarias de los grandes empresarios.

Mientras en Colombia solo se ha gastado el 3% del PIB en la pandemia, Perú lleva el 13% y Alemania el 23%.

El mundo y Colombia serán diferentes después de la pandemia. Unámonos ya para exigir la atención a estas angustias.

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* Fiscal Central Unitaria de Trabajadores -CUT- Nacional

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