En Colombia se reciclan las guerras

Por: Claudia Castillo

En Colombia algo tiene que cambiar en la solución que le damos al conflicto. Esta es la tesis central que sostiene el último libro de María Teresa Ronderos sobre la historia del paramilitarismo. El seguir utilizando los métodos y remedios que se han usado a través del tiempo en busca de una paz duradera debe ser repensado, porque la guerra en Colombia no es nueva y los viejos rencores tienden a reciclarse una y otra vez, reviviendo las disputas aún no resueltas como la propiedad de la tierra, los derechos campesinos y la participación en política de forma diferente a los estamentos administrativos, además del largo problema con el acceso a la justicia en un país lleno de víctimas.

Es evidente el tiempo empleado en la nutrida y extensa investigación que cubre desde las autodefensas de Henry Pérez en el Magdalena Medio hasta la formación de las nuevas bandas criminales BACRIM –un periodo de 30 años de paramilitarismo. Se basa en varias fuentes documentales, archivos nacionales como el de la Ley de justicia y paz e internacionales tales como documentos desclasificados por Estados Unidos, libros académicos, prensa, documentales televisivos, entrevistas, trabajo de campo y por supuesto en internet con el portal Verdadabierta.com que María Teresa fundó en 2008 y actualmente dirige, el cual se ha convertido en fuente de consulta obligada a la hora de preguntarse por el fenómeno paramilitar en Colombia

Un aporte interesante del libro es la desmitificación hecha por la autora sobre la historia trágica de los Castaño en torno al secuestro y asesinato de su padre. La tesis sostenida por Ronderos es que un argumento tan débil como el asesinato de Jesús Castaño padre, no podía conllevar a hechos tan atroces como la masacre y el asesinato de personas que no tenían que ver con este odio. La argumentación sostenida de los Castaño repetida incansablemente y su infundada venganza en contra de la guerrilla se desmienten en el libro bajo cuatro explicaciones “sencillas” que demuestra la autora con variada documentación. Primero, ninguno de los Castaño pudo dar una fecha exacta del hecho. Segundo, no hay claridad sobre lo que les exigió la guerrilla por su padre. Tercero,se contradicen las versiones sobre la negociación con las Farc. Cuarto, es falso que la familia no tuviera dinero, pues para ese momento Fidel gozaba de una fortuna sólida, fruto de sus negocios turbios, entre otros la importación de pasta base de coca desde Bolivia.

Este libro se convierte en uno de los documentos que apoya y se basa en la idea de que en Colombia primero fue la mafia y el narcotráfico y de ella emergieron grupos tan criminales alimentados por los dineros del narcotráfico y no de la tesis que sostiene que estos grupos nacieron de campesinos indefensos cansados de los abusos de la guerrilla.

La reconstrucción de la vida de los personajes convierte a este libro en un relato fino de trayectorias y amistades en las que se evidencia la forma en que se trazaron los acuerdos y nexos entre clase política local, militares y narcotraficantes. Además pone voz propia a varias víctimas de la atrocidad del fenómeno paramilitar narrando la historia de su lucha y su asesinato, que en muchos caso no ha sido resuelto.

Este libro puede convertirse en un documento importante para ver el futuro. Una de las hipótesis que sostiene es que si en Colombia no se hace una acción contundente en términos legales, que permita que las bandas criminales y los reductos del paramilitarismo en distintas zonas en Colombia no se reagrupen habrá lamentablemente otra ola paramilitar.

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