El Duelo en Tiempos de Pandemia

Por: Hernán Augusto Tena Cortés (*)


    La invitación gira alrededor de transitar por este sendero con la mayor conciencia posible, para procurar un bienestar mental y espiritual. También, se resalta la importancia de tener presente que el duelo se experimenta luego de cualquier pérdida y que en este mundo capitalista, es muy común el luto financiero.


El 2020 ha dejado grandes retos personales, familiares e institucionales. Son muchos los individuos que han tenido que adaptarse al cambio, otros los que han sufrido pérdidas económicas, laborales o en el peor de los casos, de seres queridos. La pandemia actual ha dejado más de un millón de muertes, seguramente nadie estaba preparado para tanto y sin temor a equivocaciones, se puede decir que este año la palabra que une al mundo es: DUELO.

Por lo general, el duelo tiende a ser largo y doloroso, cada persona realiza el proceso de manera diferente e incluso muchos optan por ocultar y reprimir sentimientos. Sin embargo, las emociones más comunes que se producen son el llanto, la tristeza y el enojo, este último causando conflictos con terceros en muchas ocasiones.

Se podría decir que la muerte es una transformación radical en la que siempre se piensa cuando se pierde un ser querido. Según las creencias de cada individuo, se interpreta como transformación entre el alma, el espíritu o la vida de los que quedan. No obstante, en esta ocasión el objetivo es invitar a reflexionar alrededor del proceso de duelo y recordar que este se aborda ante cualquier pérdida y no sólo ante el deceso de un individuo.

El proceso del duelo es personal y nadie lo experimenta en cabeza ajena. Se origina en la pérdida y es importante mencionar que hay cuatro clases de éstas, sin embargo, no todas generan duelo, pero sí malestar y sufrimiento.

En primer lugar encontramos las pérdidas relacionales, que tienen que ver con situaciones como separaciones, divorcio, muerte, entre otras que resultan ser comunes y en ocasiones se tiende a creer que son las únicas pérdidas que pueden permear nuestras emociones.

En segundo lugar están las pérdidas de capacidades, relacionadas directamente con la disminución de nuestro desempeño motriz y cognitivo dado por situaciones de amputaciones, reducción de movilidad, capacidades cognitivas, entre otras.

En tercer lugar tenemos las pérdidas materiales, dadas por la disminución del flujo de dinero, pérdidas de objetos, propiedades y otros, que en el marco de la sociedad de consumo suele afectar de forma integral la calidad de vida emocional y social del individuo.

Por último encontramos las pérdidas evolutivas, que tienen que ver con los cambios en las etapas de la vida como la vejez y jubilación, las cuales son inevitables e irónicamente para las que menos se está preparado.

Cada una de estas pérdidas a su vez, procura una manera muy personal de asumirlas, afrontarlas y sobreponerse a ellas.

Dicho de otra manera, como individuos es muy importante estar en la capacidad de identificar el tipo de pérdida y según la reacción ante ella determinará el tipo de duelo que se asume, pues de este último se presumen ocho categorías así:


    1. Duelo anticipado: este se da antes de la pérdida. Por lo general no es tan agudo y cuando llega el momento, se siente algo de tranquilidad. En términos económicos, es común que se experimente cuando se empieza a perder todo poco a poco y se termina con un reinicio o renacer.


    2. Duelo sin resolver: es muy común, cuando a pesar de las terapias y consultas externas, la persona sigue sin superar lo sucedido.


    3. Duelo crónico: se da cuando la persona es incapaz de dejar de revivir de forma detallada y vívida los sucesos relacionados con la muerte, y todo lo que le ocurre le recuerda esa experiencia.


    4. Duelo ausente: la persona tiende a negar lo ocurrido y a evadir el tema.


    5. Duelo retardado: suele darse en personas que tienden a ocultar sus emociones o que en su defecto, tienen muchas responsabilidades y deben conservar las apariencias.


    6. Duelo inhibido: este se produce cuando hay una dificultad para expresar los sentimientos, por lo general, la persona trata de evitar el dolor de la pérdida.


    7. Duelo desautorizado: este tipo de duelo es muy común, se da cuando el entorno que rodea a la persona afectada no acepta el duelo y éste tiene que ocultarlo.


    8. Duelo distorsionado: suele suceder cuando estando en duelo sucede algo que en vez de ayudar a superar, agudiza el proceso.


Hasta este punto, se han podido notar los diferentes tipos de pérdidas y de duelos, seguramente muchos de los que han llegado hasta aquí desconocían esta información de la que nadie se salva.

Estar conscientes del proceso puede contribuir a una mejor resiliencia o por lo menos, a la comprensión del por qué de las cosas. El duelo se experimenta ante cualquier pérdida y además de lo descrito, hay cinco fases de gran importancia que no se pueden desconocer frente a este proceso.

En cualquiera que sea el caso la primera fase es la de Negación, es el mecanismo de defensa donde la persona tiende a negar la realidad, no quiere decir una pérdida ocasional de la razón, por el contrario es la razón en su máxima expresión tratando de dar explicación a lo inexplicable.

Posteriormente, aparece la fase de Ira, en ella la persona cae en un cuadro emocional de rabia y tiende a buscar culpables por lo sucedido.

Luego de darle manejo a la ira, sigue una fase de Negociación, en ella las personas tienden a realizar un trato ficticio donde al parecer se da un restablecimiento de las emociones, pero no producen una solución sostenible.

Como consecuencia de la negación, aparece la fase de Depresión, por lo general lleva a la persona a un estado de crisis existencial que permite reevaluar de forma general la situación y propicia el espacio para el desahogo de las emociones que en el proceso se han podido reprimir.

Finalmente, al superar la fase depresiva se da paso a la fase de Aceptación, donde a diferencia de lo esperado no es una etapa que aporte alegría, sin embargo le permite el desapego emocional y comprensión de lo sucedido al afectado.

El reconocimiento de estas fases, aclarando que no existe una ecuación de tiempo ideal para cada una de ellas, permite a la persona y su entorno familiar entender y aceptar la naturaleza de sus acciones durante cada una de estas.

En conclusión, nadie está exento de hacer esta transición de duelo o luto en algunos casos. La invitación gira alrededor de transitar por este sendero con la mayor conciencia posible, para procurar un bienestar mental y espiritual. También, se resalta la importancia de tener presente que el duelo se experimenta luego de cualquier pérdida y que en este mundo capitalista, es muy común el luto financiero.



(*) English as a Second Language Teacher Member of the Irish Translators' and Interpreters' Association (ITIA)

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