El 12 de octubre

¿Día de la Raza? ¿Día de la Hispanidad? ¿Día del descubrimiento de América?

Por: Gladys González Arévalo

Investigadora de la Cultura colombina
Octubre de 2020

    América
    tierra del Cóndor,
    tierra del quetzal
    y la Anaconda,
    tierra del Jaguar,
    tierra del mito.

    América India,
    américa mestiza.
    528 años han pasado
    y vuelven galopando
    jinetes de fusiles,
    de bombas y de trampas
    que desangran y manchan
    los símbolos sagrados.

    Siguen días de guerra y paz,
    en un pueblo que
    no rompe todavía sus cadenas.
    G.G.A.

Día de la Raza es una de las denominaciones que se le da al 12 de octubre, día en que se conmemora el descubrimiento de América por el navegante Cristóbal Colón en 1492.

Se celebra este día para evocar la nueva identidad cultural, producto del encuentro y fusión entre los pueblos indígenas de América y los conquistadores españoles. Aunque se celebre en varios países no en todos tiene el mismo nombre. En España se le llama el Día de la Hispanidad; en Estados Unidos es el Día de Cristóbal Colón o Colombus Day; en Argentina le dan el nombre de Día del Respeto a la Diversidad Cultural; en Chile y Perú se trata del Día del Encuentro de Dos Mundos y, en Colombia, es el Día de la Raza.

Retomar el “Día de la Raza” para celebrar el gran mestizaje racial y cultural que caracteriza a las Américas

Viracocha, Bochica, Quetzalcoalt, la serpiente emplumada, los Incas y los aborígenes de toda América.

“Del otro lado del mar llegaron” … en el nombre del padre y en el nombre de Fernando, nuestra tierra fue suya. Llegaron con la codicia del oro rondándoles el alma…Buscaban Eldorado, un lugar mítico donde todo es de oro. Y encontraron jefes y caciques indígenas que se adornaban con narigueras, pectorales y "coronas" de oro; saquearon, pillaron, maltrataron, porque en su siglo no podían ver el valor de lo que estaban destruyendo a su paso. Ni conquistadores ni aventureros presenciaron jamás la ceremonia del cacique bañado en polvo de oro, pero la leyenda de El Dorado acompañará durante siglos la historia de la laguna de Guatavita.

Las culturas indígenas en Colombia, constituyen la mejor representación de la Identidad Cultural, por lo cual debería también llamarse y celebrarse con este nombre, es el día de nuestras Etnias.

En esta esquina de América, no nos descubrieron, nos buscaron y ahí estaban nuestros aborígenes, con toda su riqueza material y espiritual. Había un tiempo en que todo era bueno, todo era vuelo y viento… y todo crecía en la fertilidad de la sabana y la montaña. Como la flor del maíz, que sobre la tierra abrió y se escuchaban con el sonido del viento, trompetas, flautas, quenas y ocarinas, que le cuentan al aire las alegrías y penas, el tambor, el raspador, la caja y sonajera, cantos mágicos y rituales del silencio.

¿Qué mira hoy al vuelo nuestro cóndor ancestral? En su ojo vigilante, ¿el silencio, la soledad, la inmensidad? Como una fuerza telúrica de Colombia Andina, la ronca voz del caracol resuena en los campos. Son las voces de Guambianos y Paeces, de Chibchas, de Quimbayas, de Taironas y Chimilas, de Muiscas, de Panches y Tumacos, de Tolimas, Pastos, Guanes y Zenúes, de Tamalameque y San Agustín, que vigilantes defienden su cultura, su espíritu, sus mitos y leyendas, su memoria, sus territorios como en los antiguos tiempos de sol y luna…

Hoy El Dorado no es solo una leyenda, es el espejismo que sigue deslumbrando a los que acechan tras el brillo del oro, de las betas minerales de sus tierras y siguen buscando en sus riquezas naturales, y talando en sus selvas virginales.

El mensaje de los jóvenes indígenas al país es claro: las estatuas de los conquistadores, ya no son los héroes de la Colombia del siglo XXI. Para ellos son el símbolo del ejercicio cruel de la violencia, contra los pueblos indígenas y afrocolombianos. Es la voz que reclama una oportunidad de repensar algunas de las narrativas tradicionales a través de las cuales se ha contado la verdadera historia de Colombia.

Es necesario, por lo tanto: reconocernos como un hecho ineludible a la vida espiritual, emocional y social de nuestras gentes, volver al descubrimiento de nuestros orígenes. Identificar nuestra cultura autóctona en la vida del país, como un comportamiento colectivo.

Asomémonos a nuestras raíces indígenas a ese espejo que nos muestra nuestro verdadero rostro, nuestra identidad, nuestro arte, nuestra cultura ancestral.

En esta nueva fecha del 12 de octubre, promovamos un mayor reconocimiento a las voces de los indígenas, de nuestras gentes, y nuestros pueblos étnico-raciales como un componente esencial del país, no solamente de su pasado, sino también de su presente y de su futuro.
Al decir de Vasconcelos: “Por mi raza hablará el espíritu”, ¡y que siga hablando por siempre…!

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