Del pasado al presente; una esperanza en la escuela y la familia

Por: Hernán Tena Cortés

La familia socialmente es el primer espacio que tiene todo ser humano para aprender los valores, conductas, formas de actuar, manejo de las emociones y planeación de futuro. Sin embargo a través del tiempo este concepto ha ido generando cambios evolutivos, producto de las variaciones en nuestras costumbres o culturas por las tendencias que surgen en los ámbitos sociales, políticos, tecnológicos y económicos propios de toda comunidad. Así se ha generado toda una transformación en el concepto de familia.

Estos cambios han seguido un hilo conductor iniciando con la familia consanguínea, en la cual se consideraba solo la unión marital entre su mismo clan; en segundo lugar la familia sindiásmica1 en la que las relaciones poligámicas eran derecho exclusivo de los hombres, en tercer lugar surge la premisa de “familia como núcleo de la sociedad” conocida como familia nuclear o tradicional conformada por papá, mamá y los hijos, la misma que aún sigue vigente, con unas funciones muy claras de cuidados básicos para garantizar la crianza de estos como por ejemplo: alimentación, educación, seguridad o protección.

Sin embargo el concepto de familia actual genera otros subgrupos. La familia nuclear compartiendo roles sociales con la familia extensa, que está conformada por todo familiar de la pareja que aporte en el cuidado de los hijos; las familias reconstituidas, cuando parejas separadas reanudan su vida de pareja con una persona diferente al padre o madre de sus hijos; las monoparentales, donde un solo progenitor se queda con la responsabilidad del cuidado de los hijos y por último la familia homosexual donde la pareja es del mismo género y aún busca un reconocimiento legal globalizado y la posibilidad de adopción para constituir por completo su hogar.

A pesar de estos cambios conceptuales y sociales en la familia, algo que no deja de ser común entre ellas además de los hijos resulta ser el tema de las funciones básicas, es decir, sin importar el tipo de familia todas están en la obligación de generar lazos emocionales, procrear, proporcionar un nombre y nacionalidad a sus hijos, facilitar el cuidado básico de los niños y adultos mayores, garantizar la socialización, educación y protección de todos y garantizar el crecimiento emocional que permita a cada uno de sus miembros superar de forma asertiva los diferentes cambios al que se pueden enfrentar.

Teniendo en cuenta lo anterior se puede inferir que en la actualidad, las dificultades a nivel familiar no están dadas necesariamente por el cambio en el concepto de familia nuclear, sino en el segundo plano, que se le ha dado a las funciones que se deben ejercer, sobre todo frente a los hijos. Esta situación también afecta a la sociedad y en gran parte a la vida escolar de los niños, niñas y adolescentes.

Es en la escuela el lugar en que los estudiantes buscan evadir o desahogar las situaciones vividas en su entorno social externo. A su vez es el espacio en donde ellos se enfrentan a la sociedad, allí interactúan con todo tipo de pensamientos, emociones, estilos de vida y sueños diferentes, preparándose de esta forma para enfrentar la vida real a futuro.

Las instituciones educativas actuales tienen un reto social magno, pues es cierto que la familia debe ser la encargada de educar en valores y la escuela la de formar en la academia y en las competencias ciudadanas mínimas requeridas para encajar en la sociedad con los parámetros que ella exige; sin embargo, de manera constante y no variable, esta premisa es una paradoja.

En este orden de ideas, si la familia no cumple sus funciones básicas, para la escuela será cada vez más difícil ejercer su función formadora. Esta trata de llenar los vacíos emocionales a través del talento de los maestros y de la aceptación de los estudiantes como son, con sus realidades, procurando por hacer lo posible en pro de la formación de seres humanos competentes para la sociedad.

A pesar de las buenas intenciones, es necesario reestructurar y hacer funcional la herramienta que tiene la escuela para conocer e intervenir las dificultades de los estudiantes desde su núcleo familiar “la escuela de familia”. Ya que en los encuentros formales (reuniones de padres, entrega de notas, días de la familia) el acudiente o los acudientes solo muestran una parte de la problemática, haciendo necesario un diagnostico a profundidad de cada situación. En esta medida la escuela de familia resulta ser una herramienta fundamental y facilitadora para los procesos de intervención en casos de estudiantes con dificultades (a nivel de intervención) o sin ellas (a nivel de prevención).

El objetivo real de la institución y sus educadores es llevar esta escuela de familia más allá de lo legal con unos requisitos básicos dados por el Ministerio de Educación Nacional. La idea entonces es tomar esos proyectos y hacerlos funcionales por medio del diagnóstico, del análisis y de la realidad del contexto social en que viven los estudiantes. Si bien es cierto que es un trabajo arduo y dispendioso, se debe asumir con responsabilidad para ejercer el rol de transformadores sociales que en esencia termina siendo la verdadera vocación del docente.

Así el llamado es a realizar un viaje al pasado para retroalimentar la experiencia de vida con el presente; permitiendo la desmitificación, el trabajo en equipo, el rompimiento de paradigmas y la generación de estrategias motivadoras efectivas para involucrar a las familias de forma activa en este proceso de transformación tan importante para las generaciones actuales y futuras. Se termina diciendo que la clave es: ser parte de la solución y no del problema.

Referencia:
1. Es la relación entre un hombre y una mujer como matrimonio, pero sin exclusividad. Es otra forma de evolución en la historia que ha tenido la familia, con características determinadas, un límite entre el salvajismo y la barbarie.

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