CAVARE

-MINIATURES DRAWN BLIND (MINIATURAS DIBUJADAS A CIEGAS)-

Construcciones, dibujos, conceptos o rumores, formas, gestos que se leen: buscan detener, estar expectante. Estos detalles “imperceptibles a simple vista”, llenos de líneas y masas negras, sirven para reconstruir aspectos de la nada o la vida cotidiana, sensaciones de aislamiento y encierro, los cuales se pueden considerar los principales signos de la vida contemporánea.

La paciente elaboración, descifrar las imágenes, genera, si se quiere, la sensación de búsqueda en lo ínfimo y fútil, un motivo de detención y formalidad para hacerse una idea de lo que se ve, de lo que no se entiende; la obra busca adentrarse en la duda.

Los volúmenes presentes configuran lugares y momentos cotidianos, no evidentes. Arquitecto de planos y recorridos, de figuras y espacios habitables, me encuentro hacedor. El arte, ese fragmento, logra que la existencia sea más importante que la misma obra.

El estado de creación como forma de vida. Expongo un submundo imaginado, poblado por nosotros; el conjugar colores ocultos - I have no art, I do my besty (no hago ningún arte, hago lo mejor posible).

Todo es un pre-texto: las miniaturas, las construcciones para re-presentar el territorio, el campo, la urbe; des-aparecidos sin explicación, fenómeno social, pequeña imagen: “CAVARE”.

James Llanos Gómez
Artista visual

LA SOMBRA BLANCA

Por: Alan González Salazar*

Podemos apenas adivinar un hombre, un hombre de espaldas. Mira el mar, o mejor, la bruma en el horizonte confundiéndose con el mar. Minúsculo, vestido de sotana, sombra de su sombra, un hombre mira desde la costa el mar y se embriaga quizá, como nosotros, de inmensidad. Apenas si describo el cuadro de David Friedrich, “Monje a orillas del mar”, su paisaje misterioso y animista, no exento de terror, para que el espectador tenga una idea de lo que implica enfrentarse a la naturaleza. Las olas del mar rompen las rocas. Dan ganas de arrojarse, arrojarse al viento, a la aventura, de abrazar la muerte ¡Debía ser negro el mar! Desde el acantilado, la bruma asciende y oculta el sol. El cuello mínimo, su palidez, hasta la ceniza de la tarde, se suman y detallan los signos románticos, si se quiere, donde nos encontramos, por simpatía o gusto, fuera de las ciegas ocupaciones cotidianas y podemos al menos presentir la hondura de un estado consciente de la soledad y del abismo.

Los mismos detalles parecen obsesionar a James Llanos, quien usa la luz para hablarnos de la ausencia. En su combinación de cuadros e instalaciones, en su visión de la violencia, las cifras que guarda de la desaparición forzada, las ondulaciones del hilo de la vida, desdibuja un país y nos demarca otro, las líneas de este mapa son también las líneas anónimas de los seres que se desmoronan y caen, no en el olvido, sino, por así decirlo, en la invisibilidad. “CAVARE, miniaturas dibujadas a ciegas”, nos enseña a ver con lupa el pasado reciente de Colombia, los signos difusos de nuestra historia, signos que se vinculan, por qué no pensarlo, con los mitos del caos y la redención.

Su técnica ni barroca, ni minimalista, nos propone la asociación compleja de los movimientos extremos humanos. Estas sombras jamás se hayan en reposo. Tejen y destejen su destino, red maravillosa, abrigan otros seres y otras circunstancias, se pierden en el espacio y ese espacio a su vez forma un cuerpo, un cuerpo de mujer. James Llanos nos recuerda que de su vientre al nuestro, sólo un hilo nos ata. Cuerdas y tendones y amasijos humanos ¿Se ha pensado un pintor que no sea a su vez carnicero? Llanos no necesita para el efecto el color. Sobre la pared blanca, sus figuras de alambre blanco juegan a inventar sombras. Luego, en pequeños ataúdes blancos, para niños recién nacidos, la obra sin tiempo… y tras el vidrio el aire suspendido. Nuestra primera impresión es caótica, luego un movimiento sencillo y sugestivo nos envuelve. Seres y cosas parlotean. En cada urna un mundo se desmadeja y nos preguntamos, qué dios ocioso y destructor lo ha hecho rodar. Habría que hallar esa libreta de apuntes, remitirnos a la escena, la página, buscar esos seres que pasan de cajón en cajón, sin encontrar reposo.

*Licenciado en Español y Literatura de la Universidad Tecnológica de Pereira

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