Carl Sagan y su pronóstico de 1995 sobre los Estados Unidos

Por: Carlos Eduardo Sierra Cuartas
Profesor Asociado, Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín

En la Historia, no son raros los casos de intelectuales que atinan con pronósticos sobre cuestiones sociales, económicas o políticas. Como un primer ejemplo de esto, está el caso de Santiago Ramón y Cajal, máxima gloria científica por antonomasia del mundo hispano, quien vaticinó con suficiente precisión la Segunda Guerra Mundial. En efecto, consignó lo siguiente cuando aún salía humo de los cañones de la Primera Guerra: “Desgraciadamente, cada guerra constituye la causa determinante de nuevas guerras. ¿Quién no prevé, para dentro de quince o veinte años, otro choque formidable entre Alemania y Francia? ¿Qué nación obligada a firmar la paz, antes por agotamiento y cansancio que, por devoción a la justicia, no considera cual territorios irredentos todos los adjudicados al vencedor? […] La única, harto discutible ventaja aportada por la civilización, el cristianismo y el socialismo, consiste, no en la supresión de los conflictos bélicos, sino en el retardo del eterno ritmo de paz y de guerra”. En otras palabras, Cajal demostró con este vaticinio un gran sentido común, máxime que para él era evidente que “el hombre es el último animal de presa aparecido”.

Del mismo modo, Richard Rorty, notable filósofo estadounidense, pronosticó en 1998 la llegada de Donald Trump a la presidencia del coloso del norte. He aquí algunas de sus palabras escritas en ese momento: “El electorado no suburbano decidirá que el sistema fracasó y empezará a buscar a un hombre fuerte por quién votar, alguien dispuesto a asegurarles que, una vez elegido, los burócratas presumidos, los abogados tramposos, los vendedores de bonos de salarios excesivos y los profesores posmodernos dejen de tomar las decisiones”. Hoy, con Donald Trump en la presidencia, esto es un hecho consumado. Por supuesto, Rorty no usó para ello una bola de cristal, sino sus análisis de la fractura de la izquierda sin ir más lejos.

Ahora bien, a propósito del coloso del norte, por su mayor alcance, resulta más interesante todavía el vaticinio pergeñado en 1995 por el astrónomo y divulgador científico estadounidense Carl Edward Sagan, que consignó en su libro El mundo y sus demonios: La ciencia como una luz en la oscuridad, escrito poco antes de su muerte. Es decir, describió, por el estilo de Fahrenheit 451 y 1984, un futuro hipotético muy parecido a la distópica realidad actual. He aquí la cita más representativa al respecto: “La ciencia es más que un cuerpo de conocimiento, es una manera de pensar. Tengo un presagio de la época de mis hijos o mis nietos, cuando Estados Unidos sea una economía de servicios e información; cuando casi todas las principales industrias manufactureras se hayan ido a otros países; cuando los increíbles poderes tecnológicos estén en manos de muy pocos, y nadie que represente el interés público pueda siquiera comprender los problemas; cuando la gente haya perdido la capacidad de establecer sus propias agendas o cuestionar sabiamente a los que tienen autoridad; cuando, abrazados a nuestras bolas de cristal y consultando nerviosamente nuestros horóscopos, con nuestras facultades críticas en declive, incapaces de distinguir entre lo que se siente bien y lo que es verdad, nos deslicemos de vuelta, casi sin darnos cuenta, en la superstición y la oscuridad”. No es menester insistir mucho en el enorme parecido entre el mundo actual y semejante pronóstico, un mundo tan bien retratado por el pincel del artista tailandés Anon Lulitananda, como en su obra IT Society.

Entretanto, mientras llegaba la época actual, los textos de otros autores, de forma independiente a lo dicho por Sagan, han diagnosticado con sus sesudos análisis la misma distopía, como es el caso de la filósofa estadounidense Martha Nussbaum, quien ha insistido en la evanescencia del pensamiento crítico en la educación actual en el mundo y los peligros concomitantes para el debilitamiento de la democracia. Es decir, sin pensamiento crítico, o, en palabras de Sagan, sin el modo científico de entender el mundo, sin el pensar a la científica, no sólo no es posible una democracia sólida y saludable, sino que los totalitarismos quedan debidamente servidos, pues, nada mejor que una población acrítica, que no razona bien, para manipularla al antojo de los jerifaltes de turno.

En realidad, el pronóstico de Sagan va mucho más allá del presente y del territorio estadounidense, puesto que su vaticinio corresponde al de una nueva época de oscurantismo en la que ya está sumida la humanidad. Esto significa, siguiendo a otro pensador norteamericano, Morris Berman, que resulta indispensable la labor de los nuevos individuos monásticos (NIMs), esto es, de aquellas personas que, por todo el planeta, procuran, por el estilo de los monjes medievales, que no se pierda lo mejor de la ciencia y la cultura, máxime que se trata de un patrimonio que le ha tomado siglos y siglos lograr a la humanidad. Hoy día, los nuevos individuos monásticos no corresponden, como sus pares medievales, a miembros de órdenes religiosas, sino, en sentido más amplio, a humanistas sacro-seculares. Ejemplos conspicuos de tales individuos son el cineasta rebelde Michael Francis Moore, el lingüista Noam Chomsky y la revista antisistema canadiense Adbusters. Por el estilo, con mayor discreción, cabe incluir a cuantos educadores procuran motivar a sus alumnos con la lectura de lo mejor de la ciencia, la literatura y el pensamiento, de suerte que no queden atrapados en las redes tenebrosas de lo light.

Ahora bien, mientras que el oscurantismo medieval duró ocho siglos, habiendo comenzado en la Antigüedad tardía, el de nuestro tiempo no debería durar tanto si los nuevos individuos monásticos mantienen su compromiso, máxime que, a diferencia de los monjes medievales, somos conscientes de que estamos sumidos en un período de oscuridad, en el que la única luz con la que contamos para sobrellevarlo, como destacaba Sagan, es el modo científico de abordar la realidad. En concreto, Morris Berman estima que el oscurantismo actual podría superarse en cuestión de un siglo si los nuevos individuos monásticos hacen lo suyo. Por supuesto, mientras transcurre dicho siglo, hemos de capear el correspondiente temporal civilizatorio, sobre todo cuando la actual civilización, de tipo dominante, emasculadora como la que más de la autonomía de los seres humanos, está sumida en una crisis profunda que no excluye el agotamiento de diversos recursos minerales, al punto que el sociólogo holandés Wim Dierckxsens habla del fin mineral de esta civilización. Así, en las actuales circunstancias, surge el reto del paso hacia una civilización alternativa biocéntrica y convivencial, o sea, respetuosa tanto del ser humano y su autonomía como de la naturaleza, basada en la abundancia de la frugalidad según la denominación al uso entre los economistas objetores del crecimiento económico a ultranza.

Desde luego, Colombia y Latinoamérica no son la excepción a este respecto por ser sociedades que no han incorporado la cultura de la ciencia, del buen pensar a la científica. En rigor, son feudalismos de alta tecnología de acuerdo con la denominación empleada por Heinz Dieterich. Incluso, en los mentideros universitarios latinoamericanos cabe echar de menos el modo científico de entender el mundo, talón de Aquiles advertido con agudeza por Gabriel Zaid cuando diagnostica con lucidez que la alta cultura ya no reside en las instituciones propias de la mal llamada educación superior, sino en las que él denomina como instituciones de la cultura libre, que podemos comparar por su similitud con las propias de los nuevos individuos monásticos descritos por Morris Berman. Sencillamente, las universidades, un fruto del Medioevo, están en crisis por todo el planeta, problemática que ha dado lugar a una amplia literatura al respecto cual consecuencia ineluctable del lúcido vaticinio de Carl Edward Sagan.

Fuentes

BERMAN, Morris. (2011). El crepúsculo de la cultura americana. Madrid: Sexto Piso.

DIERCKXSENS, Wim. (2011). Población, fuerza de trabajo y rebelión en el siglo XXI: ¿De las revueltas populares de 1848 en Europa a la rebelión mundial en 2011? Bogotá: Desde abajo.

DIETERICH, Heinz. (2005). Crisis en las ciencias sociales. Madrid: Popular.

NUSSBAUM, Martha. (2011). Sin fines de lucro: Por qué la democracia necesita de las humanidades. Bogotá: Katz.

RAMÓN Y CAJAL, Santiago. (1941). Charlas de café: Pensamientos, anécdotas y confidencias. Buenos Aires: Espasa-Calpe Argentina.

REDACCIÓN BBC MUNDO. (2016). La "profecía" del filósofo Richard Rorty que explica el triunfo de Donald Trump y se volvió viral. Extraído el 23 de marzo de 2017 desde http://www.bbc.com/mundo/noticias-38056784.

SAGAN, Carl. (1997). El mundo y sus demonios: La ciencia como una luz en la oscuridad. Bogotá: Planeta.

ZAID, Gabriel. (2013). Instituciones de la cultura libre. Letras libres, N° 173, pp. 6-8.

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