Jorge Eliecer Gaitán reactivado y reactualizado, 1948-2018.

Por: Esteban Morales
Historiador
El pasado 9 de abril de 2018 se conmemoraron 70 años del lamentable y aun irresuelto magnicidio de Jorge Eliecer Gaitán (1898-1948), uno de los más importantes líderes políticos de nuestra historia y uno de los oradores más electrizantes que ha tenido Colombia, cuando los políticos sabían pronunciar discursos, además de robar y dormir en las plenarias como algunos ineptos lo hacen hoy. Gaitán hace parte, junto a Rafael Uribe (1859-1914), de un binomio o una trayectoria, que constituye una tendencia histórica que debe ser reactivada y estudiada por una razón fundamental: estructuralmente nuestro país sigue teniendo graves problemas socioeconómicos que no se han resuelto y cuyas consecuencias lo continúan atormentando hoy como ayer, siendo imprescindible cortar ese lastre desastroso y perjudicial, que es como una pesadilla circular y reiterativa. Y es que en “la democracia más estable de América Latina” la transformación social entre otras cosas, es inviable, imposible e inconcebible. La “gente bien” tiene las prerrogativas de la democracia y las “mayorías” deben mirar al piso porque su protesta es subversiva, ilegitima y levantisca. Y si se expresa la voluntad de cambiar ese estado irracional de cosas, se nos acusa de “odio de clases”, cuando está demostrado por tres décadas de una bochornosa y apresurada Apertura Económica, y de gobiernos que buscan “la inversión extranjera” y el establecimiento de reformas fiscales no progresivas, que lo que se necesitan son cambios estructurales, no paños tibios y medias tintas, que alborotan el polvo si mover nada. Y no hablamos de una revolución comunista, algo anacrónico a todas luces, hablamos de unos cambios democráticos, de aplicar la constitución del 91, de construir un país menos desigual y consolidar el postconflicto.
Pero la reactivación de Gaitán, no se trata solamente de agasajos y conmemoraciones vacuas. Es ante todo desde su parábola vital, desde sus propias contradicciones y desde sus escritos que debemos partir si queremos navegar en su legado y conectarlo con el presente, 70 años después de su vil asesinato y el de muchos compatriotas en medio de la violencia política liberal-conservadora que desde los años 30 se venía presentando, pero que tuvo en la fatídica fecha del 9 de abril un acelerador innegable y unas consecuencias desastrosas para el país.